Por Adriana Meyer y Laura Vales
El juez
Florencio Minatta ordenó secuestrar todos los papeles de trabajo y documentos personales
que tenía el asesinado periodista Ricardo Gangeme en la redacción de El Informador
Chubutense. Los archivos habían sido retirados de la oficina del periodista por su
abogado Luis lópez Salaberry, quien a su vez los puso en manos del distribuidor de
revistas Jorge Barreto. Ayer a la tarde una delegación policial se llevó todos esos
papeles al juzgado. El abogado de Gangeme exigió que se confeccionara un inventario de
los documentos entregados a la Justicia, ya que en ellos puede estar la clave del
homicidio.
Ayer dos vecinos de la víctima, Raquel y Luis Azar, declararon ante el juez Minatta. El
departamento de los Azar está ubicado en el mismo piso que el del periodista asesinado y
da a la calle Mitre, donde se cometió el homicidio. Sus testimonios habían despertado
las expectativas de la viuda del periodista Norma De Benedetti, ya que en la noche del
crimen la mujer recibió un llamado telefónico de uno de sus conocidos en el que le
aseguraron que una persona había logrado ver al agresor vestido con un sobretodo
gris oscuro y llevando un portafolios, y no con una campera roja, como dijeron hasta
ahora los testigos de la causa.
Pero los Azar aseguraron que nunca vieron al atacante, por lo que la existencia del
misterioso personaje no pudo ser confirmada. En cambio, confiaron a este diario que
notaron que la cuadra no estaba tan iluminada como de costumbre. Raquel Azar
relató que estaba en su departamento vecino al de Gangeme cuando escuchó un
disparo; la mujer asegura que no se animó a mirar hacia afuera hasta 5 minutos después.
Su cuñado, Luis, llegó poco después y vio el auto del periodista con las balizas
prendidas y a medio estacionar. Cuando se acercó al vehículo descubrió a Gangeme
con el cuerpo tirado sobre el parante izquierdo. De inmediato hicieron una
cadena telefónica para avisar de lo sucedido a Norma De Benedetti.
Los investigadores consultados por Página/12 consideran que algunos personajes repiten lo
que leen en los medios. De hecho, una cantidad importante de potenciales testigos se
acercó en los últimos días para aportar información. El último fue uno de apellido
Cifuentes, que viajó desde Comodoro Rivadavia con una caja en la que sólo había varios
números de El Informador Chubutense. Este hombre había protagonizado hace unos meses una
manifestación frente a la gobernación, por lo cual la fuente especuló con que hay
quienes intentan aprovechar este hecho para que sus reclamos se conozcan más allá de la
provincia.
Uno de los principales investigadores del caso aseguró Página/12 que la hipótesis
relacionada con la actividad periodística de Gangeme es la que está cobrando mayor
fuerza. Sin embargo, tampoco descartan que el móvil del asesinato haya sido una venganza
por una supuesta extorsión; la posibilidad es analizada en relación a la
personalidad de Gangeme, y no como una línea de investigación en sí misma,
aclaró el fiscal Ricardo Vázquez Pellegrini.
Por otra parte, Héctor Fernandes acusado por Gangeme de haberlo amenazado de
muerte desmintió a Página/12 que tenga pensado ofrecer una recompensa a quien
aporte datos sobre el asesino, tal como publicó un matutino nacional. Nunca se me
hubiera ocurrido una cosa así porque para eso están la policía y la Justicia, y si no
tienen dinero no es un problema mío, manifestó.
El macroequipo que está haciendo la pesquisa aún no cuenta con el sistema
Excalibur para cruzar las llamadas entrantes y salientes del teléfono celular del editor
periodístico, pero pudieron determinar que la última conversación que mantuvo antes de
morir no aportó nada a la causa. Habló con el dueño de LU20 Radio Chubut, Carlos Pérez
Luces, y charlaron sobre el asado que comerían la noche del miércoles 12.
Preocupación internacional
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) lamentó la muerte de Gangeme y
recordó al presidente Carlos Menem que son muchos los ataques anteriores contra
periodistas que permanecen impunes. También reclamó que la investigación
del asesinato continúe hasta que se capture a los autores y se determinen sus
móviles. Reporteros Sin Fronteras, organización internacional para la defensa de
la libertad de prensa, dirigió una carta al ministro del Interior, Carlos Corach, donde
expresó su inquietud por el asesinato y su felicitación por la rapidez
con que se abrió una investigación. A su vez, el secretario general del Sindicato
de Trabajadores de Prensa del Noreste del Chubut, Adolfo Pérez Mesas, señaló que
no estamos ante un nuevo caso Cabezas. El dirigente agregó que condenan el
hecho y se solidarizan con su familia, pero destacó que está claro que el editor
pertenecía a la patronal y cuando estuvo en La Jornada mantuvo compañeros trabajando en
negro. Al principio Gangeme era amigo de Fernandes y de mucha gente del poder; este caso
tiene connotaciones que no llegamos a conocer. |
ELBA LOPEZ, EMPLEADA DEL PERIODISTA ASESINADO
Ni una sola noche durmió afuera
Por A.M.
Desde Trelew
Antes de volver a esta
ciudad, Gangeme había estado en terapia intensiva a raíz de su hipertensión. Por eso su
médico le había ordenado que hiciera una dieta especial y él había optado por
abandonar sus hábitos nocturnos. Su empleada doméstica trabajó durante el último mes
con cama adentro en el departamento del editor. Elba López abrió las puertas
de su humilde vivienda y relató a Página/12 cómo vivía Gangeme en Trelew antes de ser
asesinado. No durmió una sola noche en otro lado, aseguró.
¿Cómo era un día en la vida cotidiana de Gangeme?
Se levantaba a las nueve, pero los jueves y los viernes que cerraba el semanario lo
hacía a las seis. Pasaba muy poco tiempo en el departamento. Me avisaba si volvía a
almorzar o a cenar. Conmigo siempre fue amable y respetuoso, no tenía mal carácter. A
mí me decían que afuera estaba con cara de malo o enojado pero en la casa siempre tenía
buen humor. También me habían dicho que tenía muchos enemigos por eso al principio
tenía temor, pero siempre se portó correctísimo.
¿Solía llevar al departamento amistades, hombres o mujeres?
Hace quince días llevó a un señor que había venido de Buenos Aires y hablaban de
máquinas, pero nunca vi a nadie más.
¿Alguna vez encontró droga o algún destrozo en la vivienda?
No, sólo tomaba vino y no había otras bebidas. Fumaba cigarrillos comunes y había
medicamentos porque era hipertenso.
¿Conversaba con usted?
Sí, un día nos pusimos a hablar de religión y al final me dijo mire, no me
va a convencer. Yo soy evangélica y él era católico.
¿Le hizo algún comentario sobre la homosexualidad?
Una vez se preguntó cómo hacía esa gente que se iba con los homosexuales y nadie
los descubría, cómo hacían para que no los vieran.
¿Lo dijo en forma peyorativa hacia los homosexuales o con admiración?
Me parece que le molestaban.
¿Se cuidaba en las comidas?
Sí, comía todo sin sal y muy sencillo.
¿A qué hora volvía?
Llegaba a las once, comía y se acostaba a dormir. Cuando no venía a cenar podía
llegar a la una y media o dos. El martes (murió el jueves 13 a la madrugada) lo esperé y
llegó a las tres. Me pidió disculpas porque yo lo había esperado con la cena.
¿Es cierto que ahora se había recuperado de sus problemas de salud y comenzó a
salir más de noche?
No, todo lo contrario. Estaba más casero.
¿Cómo fue el último día que lo vio?
Llegó a almorzar, se acostó a dormir mientras yo iba a la iglesia. Me hizo un
chiste al decirme que me quedara más tiempo ahí para ver si me hacía más buena... (se
sonríe).
¿Usted atendió alguna llamada extraña o vio algo fuera de lo común?
No, no hay teléfono porque él tenía su celular. Pero tampoco vi nada extraño.
¿Lo visitaba allí su compañera o sus hijos?
No, los conocí después que falleció.
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