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Los rusos dieron de nuevo el sí

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El líder kosovar Rugova con el canciller
belga Derijcke.


t.gif (862 bytes)  Otra vez, las potencias atlantistas creen que volvieron a ganarse la buena voluntad de Rusia para convertirse en su mediador privado en la crisis de Kosovo. Así es como esperan desde siempre ganar la guerra diplomática. Ayer, después de la reunión general en Bruselas de los ministros de Relaciones Exteriores europeos, el canciller ruso Igor Ivanov pronunció las palabras que todos estaban esperando: “Estamos dispuestos a cooperar”. Y en una conferencia de prensa conjunta con Ivanov, el ministro del Exterior alemán y actual presidente del Consejo de la Unión Europea, Joschka Fischer, indicó que ambos intentaron impulsar un “alto el fuego” en base al plan de paz del G-8 (las siete potencias industriales más Rusia). Los ministros también se reunieron con el presidente de Montenegro Milo Djukanovic y el líder moderado de los albano-kosovares, Ibrahim Rugova.
El muy ambicioso plan de usar la guerra de Kosovo como una oportunidad para la estabilización a largo plazo de los países balcánicos, que incluiría un alivio para la deuda, había sido presentado por la presidencia alemana de la Unión Europea. Sólo los países neutrales de la Unión Europea, Suecia, Austria, Finlandia e Irlanda se resistieron a cualquier referencia explícita al rol central y perdurable de la alianza de la OTAN para estabilizar a Europa.
El plan trata de difuminar el rol central de la OTAN en el proceso, al enfatizar el rol de las Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), de la que son miembros todos los estados balcánicos y Rusia. Al mismo tiempo, el plan prevé un sistema fijo de premios y castigos para los países balcánicos que acepten o rechacen las reglas impuestas por la Unión Europea y la OTAN. Se espera que en un primer momento el dinero que proviene de reservas de la Unión Europea y de presupuestos existentes sea suficiente y no requiera de nuevos fondos de los estados miembros. La mayor parte, unos 200 millones de dólares, se utilizarán para construir y mantener campos y centros médicos y de alimentación para los refugiados de Kosovo. El resto se usará para ayudar a los países de la primera línea de la guerra como Albania, Macedonia y Montenegro a manejar el shock económico y social del influjo de refugiados. El plan también busca cambiar el rumbo de los Balcanes hacia un modelo europeo social capitalista, y requiere específicamente una privatización difundida y una competencia fortalecida y sectores privados integrados internacionalmente en la región.
En Moscú, el primer ministro designado Serguei Stepashin afirmó que Rusia mantendrá la orientación política seguida hasta ahora en el conflicto de Kosovo. Pero fue más explícito ante el Consejo de la Federación, la Cámara alta del Parlamento ruso: “Todas las negociaciones son posibles con una condición: primero deben suspenderse las acciones bélicas”.

 

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