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LOS DUROS DE LA OTAN CLAMAN POR TROPAS DE TIERRA
Cuando las bombas no bastan

En un día con menos ataques sobre Yugoslavia, el ministro de Exteriores británico Robin Cook coincidió con el Pentágono en que las tropas son imprescindibles. Pero en Bruselas la Unión Europea ya piensa en la posguerra y lanzó su Plan Marshall para los Balcanes.

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El País 
de Madrid

Por Walter Oppenheimer y J. M. Larraya
Desde Bruselas y Washington

t.gif (862 bytes)  El ministro de Relaciones Exteriores británico, Robin Cook, defendió ayer el envío de tropas aliadas de infantería a Kosovo en cuanto sea posible. Cook se ha sumado así a la polémica sobre la necesidad o no de enviar tropas de tierra para derrotar al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, reabierto este fin de semana por expertos del Pentágono. Según éstos, sólo el envío de estas tropas permitirá derrotar a Milosevic.
Sus palabras tienen importancia en la medida en que es una voz muy autorizada, aunque su posición no se ha diferenciado demasiado de las posturas ya expresadas por la OTAN semanas atrás y que palpitan en el acuerdo del G-8: el envío de tropas no sólo en el caso de que Milosevic acepte el despliegue de una fuerza de paz, sino en el supuesto de que ese despliegue tenga el padrinazgo del Consejo de Seguridad pero no el visto bueno del líder serbio.
El ministro británico se opuso a una invasión abierta de Kosovo en el caso de que los serbios puedan ofrecer una resistencia seria. Lo que defendió es que los militares estudien la manera de “sacar provecho del fuerte impacto” de la campaña aérea aliada, y recordó que la OTAN ya está reexaminando los planes de intervención terrestre. Es decir, abrir las puertas a una intervención terrestre no sólo en el caso de que Milosevic lo apruebe, sino incluso si se opone. Pero sólo si las fuerzas de la OTAN tienen la seguridad de que la oposición del ejército yugoslavo será escasa.
Esa reevaluación de las necesidades logísticas del despliegue terrestre llegó ayer hasta el Comité Militar de la OTAN, que en unos días lo hará llegar al Consejo Atlántico, según afirmaron ayer los portavoces aliados. La Casa Blanca calcula el costo político de pactar con Milosevic. Para una sociedad que divide el mundo en ganadores y perdedores, la guerra de Kosovo no va bien. La victoria, el desfile bajo los confetis por la avenidas de Nueva York, no está en el horizonte inmediato, informa José Miguel Larraya desde Washington. A medida que pasan las semanas, la mejor hipótesis desde Washington parece ser el alcanzar un acuerdo diplomático con el gobierno de Belgrado que incorpore en la mayor medida posible los cinco puntos exigidos por la OTAN.
El general invierno, capaz de segar más vidas que la “limpieza étnica”, está a menos de cinco meses de distancia, y cerca de un millón de refugiados esperan, prácticamente a la intemperie, el regreso a sus hogares. El tiempo, cronológico y atmosférico, puede ser el mejor aliado de Slobodan Milosevic. El problema es cómo vender a la opinión pública norteamericana su presencia en lo que puede ser una nueva versión de los acuerdos de Rambouillet.
El Pentágono, curándose en salud, ha vuelto a hacer saber que sin una invasión por tierra es difícil que se cumplan todos los objetivos políticos que se ha fijado la OTAN. Así se lo comunicó hace unas semanas por carta al presidente Bill Clinton, según publica en su última edición el semanario Newsweek.
El regreso de los refugiados kosovares a sus hogares exigirá, en caso de acuerdo de Belgrado, un despliegue militar aliado que rondará los 50.000 hombres, por lo que los preparativos para el traslado de esa fuerza deben comenzar pronto. En medios norteamericanos, la declaración del ministro de Asuntos Exteriores británico, Robin Cook, en favor de una intervención terrestre de la OTAN en Kosovo se interpreta como una forma de presionar a Milosevic para que acepte las condiciones de la Alianza. Cook, que se ha convertido en el portavoz del sector más duro de la OTAN, viajará esta semana a Washington para apoyar a la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright. En Estados Unidos, el gran debate de la opinión pública es otro, el de la violencia en los colegios. Y sólo el inminenteestreno de los nuevos capítulos cinematográficos de la Guerra de las Galaxias, con uno de los lanzamientos publicitarios más espectaculares de la década, distrae al país de esta polémica.


SIGUE LA GUERRA ENTRE INTELECTUALES
Debray de rojo a negro

Página/12
en Francia

Por Eduardo Febbro
Desde París

t.gif (862 bytes) En Francia, como en otros países occidentales, continúa la “guerra de los intelectuales”. De vuelta de un viaje de 10 días por Serbia, Régis Debray publicó un difundido artículo en Le Monde, donde defendió al régimen del presidente yugoslavo Slobodan Milosevic y demolió todos los argumentos de la OTAN.
Las reacciones a su artículo fueron tan numerosas como violentas. La más concreta fue la delna21fo02.jpg (15543 bytes) diario Libération, que hizo una tapa con lo que llamó “El caso Debray” y se dedicó a verificar en los lugares mencionados por Debray la información que él proporcionó para acusar a la prensa internacional de haber mentido. Lo primero que sobresale es la amplitud de la estructura desinformativa que montó Debray. El entredicho sigue en torno de otra información dada por el ex compañero Debray: “300 escuelas fueron destruidas por las bombas –de la OTAN–. Los niños, abandonados a sí mismos, no van más a las clases”. Falso, asegura Libération: “las escuelas no son objetivos de la OTAN”. Ningún error de tiro grave fue señalado por los serbios.
Régis Debray sostiene también que los niños juntan “tubos amarillos explosivos con forma de juguete (modelo CBU 87) como el que los soviéticos lanzaron en Afganistán”. Mentira, demuestra Libération: “La existencia, nunca verificada, de juguetes explosivos es un gran clásico de los rumores de guerra”. Otra falacia del intelectual fue afirmar que 400 mil serbios de Krajina fueron expulsados por los croatas. Acota el matutino: “fueron 180 mil, y fue a pedido de los mismos serbios”. Debray trata de mentirosa a la OTAN por no aceptar haber provocado víctimas civiles. Sin esfuerzo, Libération recuerda que la OTAN reconoció “8 errores, con el de la embajada china en Belgrado”. Entrevistado por Libération, Debray admitió a medias algunas de sus exageraciones y dice “sólo quise ayudar a que el debate se desbloqueara”.

 

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