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En pleno desarrollo del Festival de Cannes, donde su película El coronel no tiene quien le escriba concursa por la Palma de Oro, el cineasta mexicano Arturo Ripstein desmintió categóricamente la existencia de algo llamado cine latinoamericano. Tras evocar las dificultades para conseguir fondos para la producción cinematográfica en su país y en las otras naciones de la región, donde hacer cine resulta prácticamente imposible sin coproducción con el extranjero, Ripstein recalcó que Latinoamérica somos dos docenas de países desunidos por la misma lengua. Tenemos los ojos puestos en otro lado, y siempre nos meten en una bolsa en la que no cabemos, dijo. Del cine europeo se comenzó a hablar solamente a partir del acontecimiento de la comunidad europea. Antes a nadie se le ocurría decir: Fellini, el director de cine europeo. Con respecto a Latinoamérica, el término se usa con mucha más flexibilidad. Pero eso, afirma, no refleja la realidad. No existe el cine latinoamericano, lo que hay son individuos. Y los que nos sacarán a flote sin duda, los que nos salvarán del naufragio y el cine, serán los individuos, recalcó con pasión el cineasta. Es por eso, agregó, que yo aplaudo a los que sobreviven, a los que siguen adelante, a los tozudos, a los que persisten sin esperanzas. En su séptima participación en Cannes, la tercera en competición, el director mexicano presentó ayer El coronel no tiene quien le escriba, una adaptación que se apropia y recrea la obra del colombiano Gabriel García Márquez, sin traicionarla. El vínculo se remonta a 1965, cuando el director mexicano hizo su primer largometraje, Tiempo de morir, basado en un texto de García Márquez. Desde entonces, El coronel... era una cuenta pendiente entre cineasta y narrador. Ripstein sitúa la obra en los años 40 en Veracruz (México), y convierte al coronel (interpretado por Fernando Luján) en antiguo combatiente de las Cristiadas. Y le da al personaje de la esposa (la española Marisa Paredes) una dimensión nueva, una función de contrapunto, de opuesto del hombre y al mismo tiempo de partícipe inseparable de él. Y es que junto a la espera inútil y el empeño del coronel en mantener su dignidad pese y por encima del mundo entero, Ripstein cuenta una historia de amor inagotable, al que ni los desgastes de años de matrimonio, ni las miserias de la vida cotidiana, ni el dolor intransmisible de la muerte de un hijo han podido vencer, y que une a los dos viejos con la serenidad y la seguridad de formar entre ambos una unidad indestructible. Esos giros fueron aprobados por el mismo García Márquez, quien en una proyección privada terminó emocionado hasta las lágrimas, según contó el director. La película reposa en gran medida en el desempeño de los actores, cuya actuación da a los personajes una fuerza y una grandeza admirables, coincidió la crítica tras la función. Fernando Luján presta al coronel unos rasgos de tal autenticidad que hasta puede lograr el milagro de sustituir a la imaginada en su fuero interno por los lectores del libro. En cuanto a Marisa Paredes, intérprete de dos films en competición (actúa también en Todo sobre mi madre de Almodóvar), sería una digna portadora del premio de interpretación femenina. Finalmente, la mayor importancia dada a los personajes femeninos con respecto al libro, según señaló el propio Ripstein, es una contribución de la guionista Paz Alicia Garciadiego, a quien se deben también los excelentes diálogos. Respecto a su manera de elegir los temas de sus futuros films, el director declaró: La inspiración surge de donde sea, cuando se encuentra que se le empiezan a mover a uno las tripas, o los ojos o el corazón. Hay un momento en una carrera como la mía en la que ya me puedo dar el lujo de hacer solamente las películas que se me vuelven indispensables. Su próximo proyecto es una película que es un escarceo amoroso con el video, para después transformarlo en cine. El cineasta se negó a revelar el tema de esa obra futura, pero confió que será una tragedia en el sentido riguroso, una tragedia griega, pero adaptada a México y a la realidad actual. Será una cosa muy pequeña, sólo con cuatro actores y treso cuatro escenarios, y no más de dos semanas de rodaje, que probablemente empezará en agosto. Finalmente, Ripstein comentó con gran humor sus posibilidades de ser laureado en este festival y comentó las declaraciones de Pedro Almodóvar, quien afirmó el sábado que la competición en el festival no es una guerra cruenta y no le importaría que le dieran a él la Palma de Oro y a Ripstein el Premio Especial del Jurado. Ripstein lo contradijo, afirmando que la guerra sí es cruenta y que hasta hay riesgos de que la sangre llegue al río. En cambio, declarándose totalmente de acuerdo con la otra afirmación del director español, Ripstein dijo: A mí tampoco me importaría que me dieran a mí la Palma de Oro y a Almodóvar el Premio del Jurado. Además de la de Ripstein, otras dos películas fueron presentadas en competición: Felicias Journey, del canadiense Atom Egoyan, acogida por el público sin mayor entusiasmo, narra el recorrido por Birmingham de una inocente irlandesa (Elaine Cassidy) en busca del hombre del que espera un hijo. Atom Egoyan fue Gran Premio del Jurado en 1997 y Premio Internacional de la Crítica en 1994. Love Will Tear Us Apart, en tanto, es el primer largometraje del chino de Hong Kong Lik Wai Yu.
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