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Por Fernando DAddario El pueblo judío, tan propenso a adaptarse a situaciones anómalas, fue construyendo en la diáspora una cultura musical que reconoce una cantidad de matices sólo entendible a partir de las sucesivas persecuciones que sacudieron su historia. Entre todas estas manifestaciones, la que llegó con más fuerza e identidad a este fin de siglo de la globalización emocional es la música klezmer. Y no sólo sobrevivió a través de los siglos por su naturaleza ligera y errante, sino que además, en los últimos años, logró institucionalizarse como una moda que arrasa el circuito artístico culto de Europa y New York. The Klezmatics, el grupo más importante de esta corriente artística que fue transmitida de generación en generación a través de ceremonias religiosas y familiares, actuará hoy y mañana en La Trastienda. Las paradojas de la música klezmer no se limitan a la supervivencia folklórica, sino que se inscriben dentro de un fenómeno analizable desde lo sociológico, siempre con la cuestión judía como eje. La afición por este género se hizo más intensa en lugares del mundo donde las comunidades judías fueron arrasadas, como en Alemania. No se puede eliminar el alma de un pueblo. Podés exterminar a su gente, pero la música perdura, señala Miguel Stewelman, director de Radio Jai, la única radio judía de Latinoamérica, que coproducirá el espectáculo de Klezmatics junto con La Trastienda. En Europa, decenas de conjuntos de música klezmer certifican esa realidad. Además, para dar una idea del amplio arco estilístico en el que encuentran eco, cabe destacar que artistas como John Zorn y Itzhak Perlman trabajaron con ellos, así como también cantantes transexuales de cabarets, y los marroquíes Master Musicians of Jajouka. En Argentina, Marcelo Moguilevsky y César Lerner han editado dos discos dedicados a esta corriente musical. Los prejuicios de música ligera que podrían atrapar a este género por estar emparentado folklóricamente a festejos comunitarios se destruyen apenas se escucha Jews with horns, el último disco de The Klezmatics. La improvisación está aquí relacionada con una concepción artística que podría fijarse como predecesora del jazz. Música errante. Y como tal, profundamente libre. Cuenta la leyenda que los judíos europeos, fundamentalmente los rusos y los polacos, especialistas en el difícil oficio de cambiar de hábitat sin resignar sus costumbres y acostumbrados a tener que levantar campamento en cualquier momento, necesitaban expresarse musicalmente a través de instrumentos livianos, que pudiesen entrar en un bolso pequeño, y que no fuesen obstáculo para correr, en situaciones límite. Estas circunstancias produjeron lo que Stewelman define como una mística musical que se transmitió de generación en generación. Del Medioevo a hoy han cambiado algunas cosas, también para la música klezmer. Lo que permanece inalterable es su capacidad de mutación, que en términos prácticos se traduce en una tendencia natural a situarse en diferentes terrenos sin perder la coherencia. The Klezmatics es una banda que reivindica profundamente la tradición judía, buceando en los textos del Viejo Testamento para darle sustento a su música. Y, al mismo tiempo, sorprende periódicamente con su militancia progre en diversas áreas de la vida cotidiana. Están a favor de la despenalización de las drogas, y escribieron la música para Fast Trip, Long Drop, un film relacionado con el activismo gay. Según el multiinstrumentista y letrista Frank London, tenemos gente gay muy abierta en el grupo, con lo cual participar de esas manifestaciones es mostrar un poco quiénes somos. Con respecto del tema de las drogas, London prefiere no ahondar en lo teórico: Varios de nosotros hemos fumado marihuana toda la vida. Esta relación entre orgullo religioso y progresismo se tradujo en un hecho curioso: anteriormente, bandas como Klezmorim, pioneras en el revival de la música klezmer, convocaban a un público básicamente judío, aun cuando no mencionaban en los discos ni en las entrevistas su condiciónde tales. Con The Klezmatics, en cambio, sucedió exactamente lo contrario. Sus dos últimos discos se llaman Rhythm and Jews y Jews with horns, reivindican su pertenencia racial, y tienen un público que excede largamente a la comunidad. Cuanto más radicales se vuelven, más bucean en la tradición. Su primera canción con temática gay proviene directamente de la canción de las canciones: la Biblia sostiene London. Mucha gente ve en esa bella poesía, sólo alabanzas a Dios. Y está bien. Pero también hay allí una hermosa poesía amorosa.
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