|
LOS MUNDOS DE LA FICCION NO
SON LOS DE LA PERVERSION
El autor se hace un nombre
|
Alicia, la del País de las
Maravillas, tendría uno de sus habituales sobresaltos al saber que, pasados 135 años, su
autor sigue suscitando lecturas dispares: desde la que denuncia abusos de menores hasta la
que distingue, en la ficción, la realidad del fantasma. Alice Liddell fotografiada por el profesor Charles Dodgson.
Ella escuchó de sus labios el primer relato de Alicia.... |
Por Enrique Acuña *
La discordia entre el
psicoanálisis y la literatura surgió cuando los analistas posfreudianos usaron la
psicobiografía como género que aplica cierto método analítico basado en el
símbolo a las anécdotas de vida del autor. Pero la psicología aplicada como crítica al
arte o a la vida de un autor es un síntoma que eclipsa la posibilidad de captar los
efectos de la escritura; otras veces se trata de especulación. La literatura resiste a
ser leída como psicopatología.
Si no hay una relación formal entre la literatura y el psicoanálisis es porque en su
lugar podemos detectar síntomas y otras veces invenciones del lenguaje. Tal es el caso de
Lewis Carroll como nombre propio inventado por Charles Dodgson para firmar sus libros y
sus cartas de amor dirigidas a niñas que eran su alma. En el aparente sinsentido de
Alicia en el país de las maravillas se puede leer cómo el universo carroliano apela a la
infancia como referencia universal, pero, lejos del paraíso de la satisfacción,
encuentra el vacío del lenguaje y la inteligencia del sujeto para sostenerse en su
palabra.
Dodgson, diácono tartamudo, domesticador de sapos y serpientes cuando niño, es también
el caballero que oscila entre la religión y la ciencia para caer luego en el poema del
sinsentido que la lengua inglesa encontró como aquello provocador que caracteriza a lo
extranjero. Sus fábulas son una estocada a la moralidad de las niñas: retratista de
infantes en la época victoriana, las fotografía desnudas o disfrazadas con el
consentimiento de sus padres, a contrapelo de los discursos salvadores del niño como
icono sagrado de una naturaleza bondadosa. La pública aparición de una Alice... que no
es ingenua en una sociedad que lo recepciona como best-seller demuestra que la mirada y el
flash son superados y transformados por las claves del escrito que provoca efectos de
identificación en aquellos que lo leen.
Mientras tanto L.C. se sostiene en un epistolario poco común (las doscientas cartas
publicadas) dirigido a sus amigas niñas, donde se observa que este amor cortés es
obligado para seguir su narrativa: el respeto y la distancia que el ideal supone al ser
ellas las hijas de sus amistades. El Eros, cuya condición específica requiere aquí la
prohibición y la imposibilidad del objeto, es la coartada que vincula al poeta con el
poema más allá de su musa. Entonces, se trata de una doble operación, primero de
represión y luego de sublimación, donde el objeto creado logra expiar tanto el placer
como la culpa.
Al leer las primeras páginas de Alicia... el lector ya se encuentra con las imágenes de
un espejo fragmentado como disolución de la identidad y del sentido. En la trama de A
través del espejo, la superficie que había sido una matriz de identificaciones y de
alienación al semejante se vuelve un corte real que, al atravesarlo, causa la separación
del sentido. Uno es soñado por el otro que a su vez es soñado por el lenguaje. El pasaje
al otro lado de esa luna plateada descubre que el significante es siempre diferencial, es
decir, sin un significado fijo. La arbitrariedad del signo se ve ahí donde el referente
lingüístico está vacío.
El país de las maravillas es una realidad fragmentada donde las palabras
conducen a cualquier lado y donde efectivamente Alicia está perdida como ser. Su cuerpo y
su yo perceptible serán transformados según sea más o menos indigesto el sentido de las
palabras que le dirigen sus criaturas zoomórficas: desde un conejo con reloj pasando por
el gato casi invisible de Cheshire deslumbrante por su invisibilidad, casi como
L.C sombrereros locos y ratas en el té, hasta esa carta sin azar que representa a
la reina Victoria.
La metamorfosis de la niña dependerá de lo que ingiera como sentido. Esto permite decir
a Deleuze que la comprensión es algo que permite digerir las palabras y resulta
digestivo. Pero Alicia distingue que eso no es un caos sino que el deseo supera a la
necesidad y, siguiendo los sonidos del sueño anticipando a Freud, entra en la
lógica de losimbólico, donde es parte de una combinatoria bajo el régimen del
significante.
El señuelo fotográfico de la mujer-niña funciona como el negativo del film del
inconsciente, es una realidad de su fantasma. Por esa duplicación podríamos estar
tentados a cerrar el diafragma de la cámara con la rápida explicación de Un-padre como
père-version, ya que la neurosis fabrica la niñez como seducción por un adulto que el
sujeto histérico recuerda como una falta de goce. Una narrativa que no requiera de la
victimización ni del sacrificio de los personajes para hacer aparecer la verdad del hecho
de que se puede gozar más del sentido el acto de escribir que del
sufrimiento. Acto que cambia a los sujetos en escena por una ficción útil para aquellas
cosas que jamás serían del mundo sin el deseo; se trata de los mundos posibles por la
ficción.
Es la afirmación de Borges cuando supone que el universo consta de cosas que pueden
ordenarse por clases y una de éstas es la clase de los imposibles. La ficción literaria
implica los mundos posibles. El autor, Carroll, por su personaje Alice, se hace un nombre,
que estaba ya escrito como posible en su fantasma. Veríamos esa escritura si pudiéramos
captar una fotografía de Dodgson hecha por Carroll, a través del artificio de su carta
de amor a Alice.
* Psicoanalista. Director de la revista Anamorfosis.
Lewis Carroll entendido como abusador de
niñas
Por Isabel Monzón *
Los especialistas en
abuso sexual contra menores suelen afirmar que el ofensor no tiene una psicopatología
específica, no pertenece a ninguna clase social en especial y hasta puede ser una persona
absolutamente exitosa profesionalmente. Tampoco todos asesinan ni violan ni cometen sus
crímenes estando alcoholizados. La mayoría de los abusadores hasta pertenecen al entorno
social de las pequeñas víctimas.
Algunos abusadores, tal vez los más peligrosos por la sutileza con la que cometen sus
delitos, pueden parecerse a Lewis Carroll.
Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), un pastor anglicano nacido en Inglaterra, fue no
solamente el autor de Alicia en el país de las maravillas sino un talentoso fotógrafo y
matemático. Su apodo era Lewis Carroll. Algunas de las fotos que les sacó a sus
pequeñas víctimas se conservan; otras, en las que ellas fueron fotografiadas desnudas,
han sido, según parece, casi todas destruidas por su sobrino y albacea. En una de esas
fotos, la niña está acostada en un diván, como una pequeña maja desnuda violentada por
la conducta y la mirada obscena del artista. En casi todas las fotos, las criaturas tienen
una expresión de suma tristeza o de enojo. A esas pequeñas, hijas de familias de clases
distinguidas y pudientes de la sociedad inglesa, Lewis Carroll las vestía, en ocasiones,
con andrajos o en camisón. Mientras, los padres y la sociedad toda ¿qué veían? Más
aún, ¿qué vemos?
Los psicoanalistas no podemos quedarnos, en todas las ocasiones, deslumbrados frente a la
estética de una foto o de un texto. No cuando esa foto o ese texto violentan y lastiman a
una criatura. Por lo contrario, tenemos la obligación que nos exige nuestra profesión y
nuestra ética: ir más allá de lo aparente para leer entre líneas. En esta tarea,
solitaria, a veces debemos enfrentarnos con un mito en este caso con el del
maravilloso escritor que fue Lewis Carroll y denunciarlo. Y si lo hacemos, cien
años después, es porque hoy sabemos mucho más de la pornografía y de la prostitución
infantil que en la época de Carroll. Hoy sabemos que esa pornografía navega impunemente
por Internet, que da grandes ganancias económicas y que los pornógrafos se protegen
entre sí, se ocultan y se justifican unos a otros. No denunciarlos es hacernos
cómplices, con nuestra desmentida, de sus delitos.
El hermoso libro-objeto Niñas contiene algunas de las fotografías tomadas por Carroll y
un estudio preliminar particularmente interesante en el que su autor, Brassaï, escribe
reflexiones sumamente contradictorias: Los trucos y la diplomacia desplegados por
este tímido pastor anglicano son singularmente similares a los manejos de un seductor
impenitente. Como un Landrú, contabilizaba meticulosamente la lista de sus
conquistas. En marzo de 1863 eran 107 las niñas fotografiadas. Brassaï
se pregunta ¿Cuál era la naturaleza de la extraña fascinación que ejercían
sobre él estas niñas?. Según este autor, no era en realidad a ellas a las que
Carroll amaba sino a un cierto estado fugitivo, transitorio, ese breve instante del
alba que despunta entre el día y la noche. Todas sus amigas-niñas no eran más que las
médiums, las reveladoras de este estado, y, gracias a ellas, el poeta conservaba el
espíritu de la infancia. Pero nosotros podemos preguntarnos: ¿hace falta desnudar
cuerpos infantiles y fotografiarlos para conservar el espíritu de la
infancia? ¿Acaso eran ésas las motivaciones que incitaban a Landrú para cometer
sus crímenes?
A Carroll no le interesaban ni los niños varones ni las jovencitas púberes. Brassaï nos
informa, con relación a las pequeñas, que en cuanto sus sentidos se despertaban y
sus senos crecían, era el fin y el honorable clérigo se veía condenado a reemprender la
caza. De sus decepciones y malos tratos hacia las niñas dan testimonio una gran
cantidad de cartas publicadas en Los libros de Alicia, con introducción de Eduardo
Stilman y prólogo, a nuestro pesar, de Jorge Luis Borges. Las niñas, entre otras cosas,
son para Carroll sus preciosas, sus tesoros, sus queridas amigas. Como si un adulto
pudiera entablar con un niño esa relación asimétrica llamada amistad. Como si un
adulto, sépalo o no, quiéralo o no, no ocupara siempre para el niño el simbólico lugar
de padre.
Sabemos que Lewis Carroll dedicó sus textos a Alice Liddell, a quien conoció en 1862.
Ella tenía diez años y Carroll treinta. También es conocido por todos que en 1865 los
padres de Alice le prohibieron a Carroll que volviera a acercarse a ella y a sus
hermanitas y a frecuentar su casa. Además, rompieron todas las cartas que el reverendo
Dodgson le había escrito a Alice.
Tanto Stilman como Brasaï, así como Cohen un biógrafo del autor de Alicia en el
país de las maravillas niegan que el famoso escritor haya sido un abusador de
niñas. Como ellos se dedican a la literatura, sus reflexiones tendrían que ceñirse su
especialidad. Por otra parte, no hace falta ser psicoanalista para comprender, a través
de esas cartas y de esas fotos, que Carroll abusaba sexualmente de sus pequeñas
víctimas. Comprobamos, una vez más, que para ser un abusador de menores no hace falta
vivir hacinado en una villa miseria. Se puede ser fotógrafo, clérigo, médico, ingeniero
y hasta psicoanalista. Solamente hace falta fabricar a un ofensor. Todos ellos
son fabricados socialmente. Pero esto ya es tema para otra nota.
* Psicóloga y psicoanalista. Socia fundadora del Ateneo Psicoanalítico.
POSDATA |
Premio. $ 1000 al mejor
trabajo libre que se presente al Segundo Congreso de Salud Mental de la Ciudad de Buenos
Aires Configuraciones de la clínica. Bases en Córdoba 3120 de 10 a 15.
Investigación. La cátedra de Psicología del Trabajo de la Facu de
Psico, para una investigación sobre efectos del desempleo, requiere hombres y mujeres de
20 a 25 años desempleados hace por lo menos seis meses. 4952-7241.
Presentación. Del libro Registros de lo negativo, de Enrique Carpintero,
con Ulloa, Brück, Grande y Hazaki, mañana a las 21 en Billinghurst 1926.
Debate. Sobre políticas y ley de salud mental para la ciudad de Buenos
Aires, el 19 a las 20 en Sarmiento 1551. Convocan: asociaciones de Profesionales del
Ameghino y del Centro Nº 1; Foro de Instituciones de Profesionales en Salud Mental y
asesores de la Comisión de Salud de la Legislatura.
Juego. El juego, modo de abordar lo grupal. Instituto de
Investigaciones Grupales, 4833-7808.
Violencia. Jornada La violencia, síntoma del fin de milenio
en Fundaih, el 15 de 9 a 18. 4827-0980.
Arte. Arte y psicoanálisis: las mujeres y la creación, lunes de 19 a 21.
Discurso Freudiano. 4772-8997.
Retorna. Freud retorna a la clínica por Ana M. Gómez el 19
a las 21. Grupos Clínicos de Buenos Aires. 4636-0302.
Inauguración. Del Centro Cultural Universitario de la Facultad de
Psicología, el 17 a las 19 en Independencia 3065. Virginia Lago representará Violeta.
Revistas. Psyche Navegante con El analista sin reloj y
otras notas. Actualidad Psicológica con B. Rosenberg, D. Szyniak, L. Chiozza y otros.
Ensayos y Experiencias, con intervenciones en instituciones educativas. Extensión, del
Grupo Cero, con poesía y psicoanálisis. Topía, con Hazaki, Efron, Grande y otros. El
Murciélago, con G. García, Musachi, Acuña y otros.
Hambre. Conferencia La anorexia en Freud y Lacan, hoy a las
21 en Malabia 2014, gratuito; y Workshop sobre trastornos del hambre, el 22. Ambrosía,
4831-5359.
Gestalt. II Congreso Nacional de Gestalt: 12 al 14 de junio. Asociación
Gestáltica de Buenos Aires, 4772-9865.
Geronto. Posgrado en psicogerontología de la Universidad Maimónides.
4982-8181.
Anamnesis. Utilidad de la anamnesis clínico diagnóstica en la
iniciación de un grupo psicodramático, por Angel Fiasche, el 20 a las 21. Centro
de Psicodrama Psicoanalítico Grupal, Soler 4191, 1º. Gratuito.
Es o no. La producción psicoanalítica
actual, ¿es o no es en la enseñanza de Lacan?, en Centro
Psicoanalítico Argentino desde el 17 a las 20. Gratuito. Teléfono: 4822-4690. |
|