El País de Madrid
Por Ferrán Sales Desde Jerusalén La atomización del
Parlamento de Israel es un reflejo de su misma sociedad que, después de 51 años y a
pesar de tener una religión común, ha sido incapaz de cohesionarse, resumía ayer
un comentarista de política local. La sangría de escaños que los dos partidos
mayoritarios en Israel, Likud y Laborista, han sufrido en las elecciones legislativas
celebradas el lunes, ha servido para regenerar al mismo tiempo a los partidos integristas
judíos y las organizaciones rivales laicas.
Las dos formaciones más importantes del país han perdido conjuntamente 20 diputados
7 los laboristas y 13 el Likud en una cámara compuesta por 120 escaños,
mientras que el frente ultraortodoxo y los seculares lograron un avance total de 17
puestos. Los laboristas pasan de 34 a 27 escaños y el Likud retrocede de 32 a sólo 19.
Laboristas y Likud han cedido estos escaños a sus extremos, por uno y otro lado.
Las campañas electorales ambiguas y descafeinadas del Likud y del laborismo no fueron del
agrado de sus bases radicalizadas, que prefirieron entregar sus votos a formaciones
adyacentes, pero más definidos ideológicamente. Mientras el partido Likud perdía
votantes por la derecha, pasándose un sector del electorado a los partidos religiosos
ultraortodoxos, especialmente el sefardí Shas, el Laborista se hundía por la izquierda,
traspasando los votos y los escaños a las organizaciones laicas, como por ejemplo el
renovado partido Sinui, que llevó a término una agresiva campaña contra los religiosos
haredim, temerosos de Dios.
Los tres partidos ultrarreligiosos Shas, Partido Nacional Religioso y Judaísmo
Unificado de la Torah se han convertido en su conjunto en el bloque más potente de
la Cámara al sumar en total 27 escaños, cuatro más de los que las tres formaciones
políticas poseían en la anterior legislatura. La fuerza de los religiosos sólo es
comparable a la de los laboristas, que poseen en el Parlamento también 27 diputados.
El peso del sector opuesto al religioso, los laicos de izquierda y centro Meretz,
Sinui, Centro y Un Solo Pueblo, con un total de 23 diputados han conseguido un
avance espectacular desde sus 10 escaños anteriores. Otro avance importante, el de los
dos partidos de los inmigrantes rusos Israel Be Aliya, dirigido por el ex ministro
de Comercio e Industria, Natan Sharansky, y el de Israel Beteinou, creado por Avig
Liberman, asesor de Netanyahu suman un total de 11 escaños, cuatro más que en el
parlamento de 1996. Los beneficios de la derrota Likud y laborista alcanzaron a los
partidos árabes Hadash, Lista Arabe Unificada y Alianza Democrática
Nacional, que lograron 10 escaños, uno más que antes. La potenciación de estos 13
partidos minoritarios sólo Shas tiene más de 10 escaños y la pérdida de
escaños de Likud y Laborista amenaza con convertir el Parlamento de Jerusalén en poco
menos que un bazar, sobre todo si se tienen en cuenta las discrepancias existentes entre
muchos de los partidos afines idelógicamente y que por naturaleza deberían trabajar en
bloque.
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