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En Cannes, el favorito de todos es Almodóvar

La exitosa recepción de “Todo sobre mi madre” lo convierte en gran candidato. Ayer, fue el turno de “Cradle will rock”, de Tim Robbins.

Penélope Cruz, Almodóvar y Cecilia Roth, estrellas del Festival.
El film del español tuvo un fuerte respaldo de la crítica y el público.

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t.gif (862 bytes)  Mientras los asistentes al 52º Festival de Cannes corren de aquí para allá entre las proyecciones de día y las maratones de fiestas en la noche –tanto que más de uno se olvida hasta de quitarse los anteojos oscuros en las salas– la Palma de Oro, que se entregará el próximo domingo, tiene un gran favorito: Pedro Almodóvar. El español lleva, en los vaticinios, una notable ventaja sobre sus competidores, aunque varios otros directores poco convencionales como Jim Jarmusch, David Lynch o Peter Greenaway todavía esperan su turno en la programación. También la repercusión obtenida por las películas en competencia del estadounidense Tim Robbins y el canadiense Atom Egoyan les auguran posibilidades. Con su melodramático Todo sobre mi madre, Almodóvar presentó una historia actual conmovedora, elaborada con creatividad y relatada en forma atractiva no sólo para la crítica sino también para el público, que celebró la proyección con una sonora ovación. Las actuaciones de Cecilia Roth y Marisa Paredes fueron, también unánimemente elogiadas. Luego de los films de Almodóvar y Robbins, el tercero en la lista de favoritos de la crítica, hasta ahora, es El coronel no tiene quien le escriba, del mexicano Arturo Ripstein, sobre el texto homónimo de Gabriel García Márquez.
El de Robbins, presentado ayer con gran éxito, es un fresco cultural, social y político de la Nueva York de la década del 30, con un elenco que reúne a nombres de la talla de Susan Sarandon, esposa del director, Vanessa Redgrave, Bill Murray, John Cusack y Rubén Blades, entre otros. Ganador en 1992 del premio a la interpretación masculina en Cannes, por su trabajo en el film de Robert Altman Las reglas del juego, Robbins ubica su tercera obra como director en la ciudad estadounidense en 1936, un período agitado en el que los artistas luchan por su libertad de expresión. Es en este contexto en el que un director de apenas 22 años, llamado Orson Welles, monta su pieza más controvertida, Cradle will rock, una comedia musical sobre la represión en una pequeña ciudad metalúrgica, sobre la que la censura oficial no tardará en aparecer.
En sus films, Robbins no vaciló nunca en tratar aspectos desagradables o conflictivos de la sociedad estadounidense. En el primero de su carrera, El ciudadano Bob Roberts, analizaba las curiosas costumbres políticas de su país a través de la campaña electoral de un candidato neofascista al Senado y sus relaciones con los negocios de los medios de comunicación. En Mientras esté contigo, que estrenó en 1995, hizo una estremecedora denuncia sobre la pena de muerte, que le valió una nominación al Oscar al mejor director. Ayer también se presentó L’Humanit, en la que el director Bruno Dumont hace un análisis despiadado pero al mismo tiempo tierno de las personas simples y rutinarias. Según su hábito, el francés Dumont pasó un año en los alrededores de la región adyacente al Paso de Calais buscando intérpretes no profesionales. Por su parte, en la sección paralela “Una cierta mirada” se proyectaron Beautiful people, de la británica de origen bosnio Jasmin Dizdar, y Les passagers, del francés Jean Paul Giguet.
Mientras tanto, el superastro Mel Gibson le dio con su presencia buena promoción a Felicia’s Journey de Atom Egoyan, que el actor coproduce. Egoyan, un maestro de las historias emocionales, no logró sin embargo colmar las expectativas que había despertado gracias a su drama premiado en Cannes en 1997 El dulce porvenir, que también le valió una nominación al Oscar como director. La película relata la historia de la joven irlandesa Felicia, de 17 años, y embarazada, que viaja a Inglaterra para buscar al padre de su bebé. Sin dinero ni albergue se encuentra con un extraño amigable que le ofrece toda su ayuda. Pero este hombre, encarnado en forma admirable por Bob Hoskins, resulta tener serias perturbaciones por su infancia con una madre negligente –una famosa cocinera de televisión–, y se revela como un asesino serial. En esta historia, Egoyan renuncia por completo al thriller superficial y a los elementos de horror, aunque conserva algunos clichés psicológicos.

 

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