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Las potencias atlantistas mostraron ayer un raro optimismo sobre el curso que sigue la diplomacia. Muchos analistas lo interpretaron como un cansancio por la guerra. Las esperanzas aumentaron con la llegada a Belgrado del as en la manga de los aliados, el enviado especial ruso a los Balcanes, Viktor Chernomyrdin, quien tiene a su cargo la tarea de acercar el diálogo entre la OTAN y Slobodan Milosevic. En Bonn, el Grupo de los Ocho (G-8, las siete potencias industriales más Rusia) volvió a reunirse para intentar acordar una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU, que cuenta ahora con la receptividad del gobierno yugoslavo. La Alianza no logra ponerse de acuerdo con Rusia sobre el cese de los bombardeos a Yugoslavia. Y todavía sigue discutiendo si es conveniente el envío de tropas de tierra. En Italia país miembro de la Alianza, el Parlamento reclamó una suspensión de los bombardeos previa a la resolución del Consejo. Estamos viendo continuos indicios de preocupación en Belgrado que muestran una disposición a aceptar los principios del G-8, anunció ayer el portavoz adjunto del Departamento de Estado norteamericano, James Foley. Están buscando una vía de salida porque la campaña aérea ya va mostrando sus efectos, interpretó el portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart. Estados Unidos espera además que las negociaciones en Helsinki entre el enviado especial ruso para los Balcanes, Viktor Chenomyrdin, el subsecretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott, y el presidente de Finlandia, Martti Ahtisaari, logren ablandar la posición de Milosevic. Hay canales de comunicación con Belgrado, la auténtica cuestión es si los serbios están escuchando. Pero hay indicios de ello, señaló Lockhart. Talbott viajó a Bonn para conversar con los representantes del G-8. Aseguró que ya no existían diferencias importantes entre Estados Unidos y Rusia, y que ahora la decisión estaba en manos de Yugoslavia. Hoy parte hacia Moscú. En un nuevo intento por reforzar el frente diplomático, el mediador Viktor Chernomyrdin llegó ayer a Belgrado para analizar con Milosevic el plan de paz del G-8, e intentar acercar las posiciones para el diálogo. Yugoslavia se había declarado anteayer abierto al diálogo y consideró que el G-8 tomó el camino apropiado. Mientras se desarrollaban las conversaciones en Belgrado, los directores políticos del G-8 se encontraron en Bonn para trabajar sobre una resolución del Consejo de Seguridad. La intención es legitimar bajo la égida de la ONU una presencia internacional en Kosovo que garantice el regreso de los refugiados albaneses. La OTAN y Moscú disienten sobre la composición de esa fuerza, de la cual la alianza insiste en ser su núcleo. Boris Mayorsky, el jefe de la delegación rusa, evitó comentar si Occidente y Moscú lograrían un acuerdo sobre el fin de los ataques atlantistas y la composición de la presencia internacional. La posición rusa es que para lograr una resolución en el Consejo de Seguridad se debe poner fin a los bombardeos. Consciente del desgaste de la ofensiva aérea de la OTAN, Gran Bretaña volvió a presionar por la utilización de tropas de tierra. El secretario de Relaciones Exteriores británico, Robin Cook, llegó ayer a Washington con la consigna de que la OTAN debería prepararse para entrar en Kosovo y aprovechar el momento en que las fuerzas serbias ya no tengan capacidad de resistencia. El líder albanokosovar moderado Ibrahim Rugova pidió el desarme del Ejército de Liberación de Kosovo para esa eventualidad. Luego de una reunión en Bruselas con el secretario general de la Alianza, Javier Solana, el canciller alemán Gerhard Schroeder reiteró la oposición de Bonn al envío de tropas terrestres. Esa es también la posición actual de la OTAN, y solamente podrá cambiarse si todos los aliados están de acuerdo. Schroeder reiteró el deseo alemán de continuar por el camino actual, que combina igual dosis de misiles y palabras. Me opongo al uso de tropas en tierra porque la estrategia de la OTAN está surtiendo efecto, disparó.
EL PARLAMENTO ITALIANO VOTO UN ALTO EL FUEGO La
Cámara de Diputados del Parlamento italiano aprobó anoche una moción que llamaba a un
alto en la campaña de bombardeos de la OTAN, pero solamente si existía una verdadera
chance de acuerdo entre la comunidad internacional sobre cómo terminar el conflicto en
los Balcanes. Somos aliados declaró en el Parlamento el líder de la
derechista Alianza Nacional, pero no siervos. La resolución, una obra maestra
de la redacción ambigua, permitía que halcones y palomas por
igual, en la mayoría gobernante, declararan que no habían perdido el día. Pero en la
práctica le permitirá a la administración de Massimo DAlema continuar con su
apoyo a la acción de la OTAN. La inquietud entre las filas del gobierno, que llevó al
debate de ayer, dejó a los ministros absolutamente seguros de que deben continuar
explorando cada camino hacia una solución pacífica.
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