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Por Claudio Zlotnik Para la Argentina, la convertibilidad es como un matrimonio. Es difícil salirse del compromiso. Está casada para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza. Michel Mussa, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, salió ayer a darle todo su respaldo al plan económico argentino. De esta manera, el funcionario del FMI dio una clara señal a los inversores internacionales sobre la solidez de la convertibilidad, veinticuatro horas después de que una ola de rumores pusiera en duda la continuidad del actual esquema económico. En tanto, desde Economía calificaron las versiones como infundadas, aunque aceptaron hacer un mea culpa. Miguel Kiguel, subsecretario de Financiamiento, reconoció que la marcha atrás en el recorte que se iba a aplicar a la educación fue uno de los factores que desencadenó los rumores sobre la devaluación del peso que anteayer circularon entre los financistas. Fue una mala señal porque dio sensación de debilidad del equipo económico, admitió Kiguel. El funcionario celebró el acuerdo sellado entre Economía y los gobernadores sobre el ajuste en las provincias porque permitirá cumplir muy cómodos las metas fiscales y desechó cualquier variante en el modelo. La convertibilidad y el régimen cambiario no se tocan y han demostrado una gran solidez frente a las crisis mexicana, asiática, rusa y brasileña, sentenció. Durante toda la jornada de ayer, tanto el Gobierno como economistas cerraron filas en torno de la convertibilidad, procurando aplacar la agitación del día anterior, cuando en la city los financistas interpretaron que Roque había cedido ante los gobernadores por el ajuste. De hecho, la Bolsa terminó con un alza del 1,2 por ciento en el marco de un clima distendido, a pesar de que los precios de los títulos públicos volvieron a cerrar con signo negativo, dejando a la luz que los financistas podrían estar vendiendo bonos argentinos. Si bien se acallaron las versiones sobre el alejamiento de Roque y de una inminente devaluación, los operadores están atentos a los próximos pasos que dé el Gobierno. Y medirán con lupa los flancos débiles que podrían quedar expuestos durante la transición política hasta las elecciones de octubre. A su vez, los inversores no quieren perder de vista los gestos que pueda ofrecer Eduardo Duhalde. El gobernador dio una inequívoca señal de su poderío anteayer, cuando encomendó a los gobernadores evitar asfixiar a Roque y cerrar el acuerdo con Economía. En estas circunstancias, a los inversores no les pasó inadvertida la versión de un posible acuerdo electoral entre Duhalde y Cavallo, que incluiría una iniciativa para dejar de lado la convertibilidad. Obligado por las circunstancias, Fernando Henrique Cardoso expresó su tranquilidad por la situación económica en la Argentina. Brasil tiene plena confianza en su vecino y en sus dirigentes. El presidente no tiene ninguna preocupación al respecto, aseveró el vocero de Cardoso, Georges Lamazière. Por su parte, Arminio Fraga, el titular del Banco Central, consideró que la Argentina enfrentará con éxito los problemas. En cuestión de horas, los rumores del miércoles sobre la posible devaluación del peso pusieron en la superficie el tema tabú de la Argentina: la viabilidad de la paridad uno a uno entre el peso y el dólar. En general, entre los especialistas hubo consenso en que la convertibilidad es intocable. Desde Domingo Cavallo generador de la polémica por sus declaraciones a un diario londinense sobre la alternativa de una flotación de la moneda hasta Martín Redrado, pasando por Carlos Melconián y Steve Hanke, los economistas se declararon defensores del plan económico. En todo caso, las voces de alerta llegaron desde Estados Unidos. Alan Greenspan, el hombre más atendido por los inversores internacionales, encendió una luz amarilla sobre la Argentina aunque no formuló especificaciones. En su discurso ante el Congreso estadounidense, el banquero pidió a los países emergentes una menor dependencia de los capitales extranjeros de corto alcance. Si las deudas de un país son mayoritariamente a corto plazo, todo el peso de la crisis recaerá sobre esta economía emergente, que verá derretirse sus reservas, advirtió el influyente banquero. A su vez, Robert Rubin, el saliente secretario del Tesoro estadounidense, potenció la advertencia de Greenspan. Creemos que la comunidad internacional no debería suministrar una ayuda financiera importante y excepcional a países que intervienen masivamente para sostener una tasa de cambio fijo, salvo cuando esta paridad sea juzgada como sostenible, apreció el funcionario. En otras palabras, en la opinión de uno de los responsables de la economía estadounidense, los organismos internacionales, como el FMI, deberían dejar de respaldar a quienes fuerzan un tipo de cambio inamovible. Todo dicho.
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