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Por Mariana Carbajal Una mujer que acababa de ser golpeada por su marido y necesitaba ayuda. Una señora de 94 años que no tenía quién la cuide. Una familia a punto de ser desalojada de una vivienda. Una madre desocupada, que pidió trabajo. Y muchos vecinos sin problemas sociales urgentes, pero con el deseo de que saquen de su vista a personas sin techo o chicos de la calle instalados en la puerta de su casa o en la plaza del barrio. Estos fueron algunos de los llamados que inauguraron el programa Buenos Aires Presente, lanzado ayer por el gobierno porteño, con el auspicio de Naciones Unidas. Se trata de una línea telefónica gratuita (0800-777-6242) en la que se ofrece atención las 24 horas a personas en riesgo social o con derechos vulnerados, y su derivación a servicios especializados. La idea es dar una respuesta inmediata a las personas y familias que lo soliciten a través de unidades móviles equipadas con profesionales y operadores sociales, provistos de elementos de primera necesidad, explicó a Página/12 Cecilia Felgueras, secretaria de Promoción Social. El primer llamado llegó a las 9.15, dos horas antes de que el jefe de gobierno, Fernando de la Rúa, presentara la experiencia a la prensa: una mujer del barrio de Almagro avisaba que una familia vecina suya, en la que había tres niños que no iban al colegio, no tenía qué comer, ni dinero para pagar los servicios. La operadora tomó nota de la dirección y se derivó el caso a uno de los programas de la Secretaría para que se acerquen a la casa. Hasta las 20.30 de ayer, se habían recibido 116 llamados. Más del 50 por ciento correspondieron a vecinos que indicaban la presencia de homeless y chicos de la calle en su barrio. El resto de las llamadas fueron pedidos de medicamentos, de trabajo, de alimentos, de vivienda, y de ayuda ante situaciones de violencia familiar. También hubo quejas vecinales, ofrecimiento de voluntarios y solicitud de informes por éste y otros programas de la Ciudad de Buenos Aires. No faltaron los llamados insólitos: un hombre ofreció un curso de defensa personal a mujeres víctimas de malos tratos y una madre telefoneó preocupada porque su hija estaba afiebrada y no sabía a quién recurrir. El centro de atención telefónica fue instalado en unas oficinas desocupadas del Parque de la Ciudad, en Villa Lugano. La elección dicen en el Gobierno de la Ciudad no fue azarosa. Queremos estar en el sur, cerca de las villas miseria, donde más nos necesitan, señaló Felgueras. Minutos antes de las 18.30, dos de los móviles partieron con destinos distintos: uno, intentaría brindar ayuda a una mujer que acababa de ser golpeada por su marido y se había refugiado en la casa de un vecino; y luego iría al Hospital Rivadavia, adonde lo esperaba un hombre, cuya esposa había dado a luz, y que pedía un lugar para pasar la noche con su hijo de dos años, hasta que a ella le dieran el alta. El otro móvil se dedicaría a buscar a los sin techo, para sumarlos al programa del gobierno, que les ofrece una cena caliente, una ducha y un lugar para dormir. La primera parada fue en la plaza Monseñor DAndrea, en Córdoba y Jean Jaurès. El equipo encabezado por el psicólogo Alejandro Del Corno, coordinador del programa, intentó sin éxito convencer a un par de homeless. La solución paliativa que me ofrecen no me interesa les contestó, sin ganas de dejar su casa al aire libre, Andrés, de 46 años, quien dijo que hacía 16 que estaba viviendo en la calle. Queremos que a través de las llamadas llegue también al programa no sólo la gente que ya está en crisis sino la de clase media baja que se fue empobreciendo paulatinamente y no está acostumbrada a pedir, para poder realizar una tarea preventiva, señaló María Orsenigo, directora general de la Familia y el Menor. Las camionetas de Buenos Aires Presente estarán comunicadas permanentemente con Defensa Civil, el SAME, Bomberos y Policía Federal. Una tendrá como objetivo exclusivo recorrer la ciudad para brindar ayuda a los chicos de la calle. A partir de la semana próxima, sesumará al servicio un grupo de 30 ancianos voluntarios del hogar San Martín, para atender a los abuelos solitarios que sólo busquen conversar.
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