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MENEM ECHO A ERMAN GONZALEZ POR EL ESCANDALO DE SU SUPERJUBILACION
Hubo kryptonita para Sup-Erman

El ministro de Trabajo presentó su renuncia tras una reunión a solas con Menem, quien lo había hecho regresar de Colombia a los gritos. Corach teme que vaya preso por la causa de las armas.

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Por Fernando Almirón

t.gif (862 bytes)  “El ‘presi’ está furioso, venite ya mismo para acá con la renuncia en el bolsillo”, escuchó Antonio Erman González el jueves por la noche apenas levanto el teléfono en el hotel colombiano en el que estaba alojado. Al otro lado de la línea estaba el ministro del Interior, Carlos Corach. Cuando colgó supo que su camino de regreso iniciaba el de salida del Gobierno. Apenas unos minutos antes, en Buenos Aires, había sonado otro teléfono, el que une a Interior con la quinta de Olivos. “¿Dónde está Erman que no lo podemos encontrar?”, le preguntó Ramón Hernández al secretario privado de Carlos Corach. En esos momentos el ministro de Interior se encontraba reunido con el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez. Ambos funcionarios cruzaron miradas nerviosas e intentaron evitar una respuesta mediante una excusa vaga que no conformó a Olivos. El propio Presidente se puso del otro lado y pidió hablar con alguno de ellos. Ninguno se atrevía a atenderlo.
Finalmente fue Corach quien tomó la comunicación (“siempre el mismo cagón este Rodríguez”, reprocharon los hombres de Interior) y le reveló a Menem que Erman estaba en Cartagena de Indias. De inmediato tuvo que alejar el tubo de su oreja. Los gritos del Presidente a través del auricular fueron escuchados por todos en el amplio despacho. “¡¡Lo quiero ya en Buenos Aires!!”, fue la orden de Menem antes de cortar abruptamente el diálogo.
Erman aterrizó en el Aeropuerto de Ezeiza a las 8.35 de ayer y de inmediato se trasladó hasta la quinta de Olivos, donde lo esperaba un Menem realmente enojado. El encuentro entre los dos amigos de juventud –Erman González también es riojano y cursó estudios en la Universidad de Córdoba, al igual que el Presidente– fue a puertas cerradas y sin testigos. Afuera, los hombres de prensa de la Presidencia fueron hasta la sala donde esperaba novedades medio centenar de periodistas y los acomodó en el salón de conferencias, anticipando el resultado del encuentro.
Cuando enfrentó los micrófonos, Erman ya no era funcionario. Y dijo: “Vine (a Olivos) por decisión propia a presentarle mi renuncia al Presidente porque no quiero causarle de ninguna manera algún problema de imagen al Gobierno”. Después agregó: “Es el mejor paso para evitar que continúe este acoso y esa imagen negativa que yo mismo me voy a encargar de aclarar”. Y que: “No había mentido cuando aseguró que no había cobrado el cheque de 200 mil pesos”, ya que ese dinero, si bien ingresó en su cuenta, será “destinado a donaciones para mantener (mi) coherencia”.
Sin embargo, cuando fue consultado sobre quiénes serían los beneficiarios de dichos fondos, aclaró que no estaba obligado al gesto de beneficencia ya que “ese dinero legalmente me corresponde”, pero que no haría público el destino de su donación “porque no quiero hacer un show con ello”.
Los problemas para el ahora ex ministro comenzaron a principios de esta semana, cuando se supo que desde marzo recibía, además de su salario como ministro, una jubilación de 8 mil pesos, tras lo cual cobró un retroactivo superior a los 222 mil por su paso como funcionario de la administración riojana cuando Menem era gobernador de esa provincia.
El lunes pasado, tras un día de silencio sobre el tema, Erman llamó a una conferencia de prensa para defender su derecho a cobrar ese dinero. Justo cuando el ministro de Economía, Roque Fernández, había propuesto un recorte en los salarios de los pasivos, el que no afectaba a las jubilaciones de privilegio como la que goza el ahora depuesto riojano. Esto originó el primer gran enojo de Menem contra quien fue a lo largo de toda su gestión uno de sus hombres de mayor confianza (ver aparte).
En el Gobierno también señalan como detonante la filtración a la prensa de un contrato a nombre de la ex jefa de Audiencias y ex cuñada presidencial, Amira Yoma, como asesora de su cartera con un salario de 4 mil pesos mensuales. “Yo hablo muy bien el árabe”, argumentó cuando un conductor radial la consultó sobre sus conocimientos en temas laborales (ver aparte).
“Corach ahora está muy preocupado por la causa de las armas, y teme que Erman termine preso”, aseguró un legislador después de analizar la situación judicial de Erman, quien con su renuncia pierde los fueros que lo mantenían alejado del juez federal Jorge Urso y del fiscal Carlos Stornelli (ver aparte). “No tengo temor de quedar preso, porque nunca cometí ningún delito”, respondió confiado el ex ministro, quien a principios de este año logró evitar que el Congreso le iniciara juicio político por su presunta vinculación en el contrabando de armas, gracias al apoyo de los legisladores del oficialismo. Y agregó que renunciará a ser candidato a diputado “para que no se diga que busco nuevos fueros”.
“¿Vos crees que Urso lo puede meter en cana?, ¿pero ése no era de los tuyos?”, le preguntó ayer por la noche un hombre del Congreso a Carlos Corach. “Son varios los que ahora se quieren borrar de la servilleta”, fue la respuesta que dio el ministro.
En Olivos tampoco reinaba la tranquilidad. El propio Menem se vio obligado a salir en defensa de la gobernabilidad después de perder a dos de sus ministros en menos de dos semanas. “Contrariamente a lo que manifiestan los fracasados de siempre, el poder está intacto, y la posible renuncia de un ministro no hace perder poder sino que consolida poder”, dijo antes de que se conociera la salida de Erman.
Por la noche debió repetir las palabras ante la cúpula de la CGT, que perdió a un ministro con el que mantenía aceitadas relaciones. Rodolfo Daer y Armando Cavalieri estuvieron a punto de indigestar al Presidente cuando en medio de la cena compartida en Olivos le plantearon la necesidad de que culmine “este mandato que le dio el pueblo”, y que “no se repita la historia de los ‘80”, al recordar el retiro anticipado de Raúl Alfonsín. “El poder sigue intacto”, insistió Menem.

 

El dos que  ahora es uno
El flamante ministro de Trabajo, José Alberto Andrés Uriburu, ocupó su primer cargo público como secretario privado del gobernador de Córdoba José Camilo Uriburu, su padre, que estuvo en esa función sólo por dos semanas. “Córdoba es la víbora roja de la subversión a la que hay que cortarle la cabeza”, dijo José Camilo Uriburu y luego fue sorprendido por la revuelta popular que, en su honor, fue bautizada El Viborazo.
José Alberto Andrés Uriburu, amigo personal de Erman González, fue segundo en el Ministerio de Trabajo desde 1997. Allí fue uno de los impulsores de la reforma laboral. El escándalo por la jugosa jubilación del otrora Sup-Erman hizo que ascendiera a titular. Abogado recibido en la Universidad del Salvador, casado y con cinco hijos, José Alberto Andrés, de 49 años, proviene de una familia de alcurnia a la que perteneció el primer general golpista del país.
Un año antes de obtener su diploma, en 1971, el ministro fue secretario privado de su padre, gobernador de la autoproclamada Revolución Argentina. Después hizo carrera en la Justicia. En 1976 era secretario de un juzgado comercial e intercedió para que los militares confirmaran al entonces juez, Antonio Boggiano, a quien luego denunció por irregularidades.
Entre 1978 y 1990 ocupó cargos en el Instituto de Servicios Sociales para el Personal de la Industria de la Carne, en la Dirección Nacional de Recaudación Previsional, fue director titular del Banco de la Provincia de Buenos Aires, asesor y síndico del Banco Central e interventor de Petroquímica Bahía Blanca. Actualmente está de licencia en altos cargos directivos de varias empresas privadas –Pelikan, Lockwood, Editorial Estrada, Hoteles Argentinos, SNIAFA y GEMA y la uruguaya MOSCA–. Uriburu volverá de Colombia hoy y después de una reunión con Erman González se entrevistará con el presidente Carlos Menem.

AMIRA SALIO A “EXPLICAR” COMO ES SU NUEVO TRABAJO
“No hago nada en especial”

t.gif (862 bytes) Poco se sabe de lo que Amira Yoma hace como asesora en el Ministerio de Trabajo. Tan es así que ni siquiera ella misma parece tenerlo claro. “A mí no me contrataron para nada en especial, me contrataron para hacer trabajos en el Ministerio”, declaró ayer la ex cuñada presidencial. Amira no precisó si en retribución por esos “trabajos” percibirá cuatro mil pesos mensuales, pero sí se quejó, en cambio, de que se la cuestione por su apellido. En defensa propia, argumentó: “¿Cuánta gente hay en el país que no hace su trabajo como corresponde y sin embargo le pagan?”.
Amira fue contratada en Trabajo por el hasta ayer titular de esa cartera, Antonio Erman González. Su continuidad en esa función está atada a lo que resuelva su designado nuevo jefe, José Uriburu. “Yo estoy contratada por el Ministerio, no por el ministro”, aclaró, por las dudas, la propia interesada.
Aun cuando Uriburu decida rescindir el contrato que une a Amira con Trabajo, la ex directora de Ceremonial de la Presidencia de la Nación no se quedará sin empleo: después de un largo paréntesis en la función pública a causa de su vinculación con el Narcogate, la ex cuñada presidencial consiguió retornar a los despachos oficiales el año pasado. Entonces, la Secretaría de Cascos Blancos –a cargo de Octavio Frigerio– la reclutó también como asesora, con un sueldo de 1730 pesos al mes, por “sus conocimientos del idioma árabe”.
Amira no pudo precisar ayer cuál será su función en Trabajo. En un diálogo por momentos áspero que mantuvo con Nelson Castro, por Radio Del Plata, comentó que “no me contrataron para nada en especial” y se negó a revelar detalles de las tareas que desempeñará. “No lo puedo decir antes de que hable el ministro”, fue su excusa.
“No estoy pidiendo que me regalen nada, ni estoy robando, ni le estoy faltando el respeto a nadie”, se defendió Amira, antes de repetir el mismo argumento que poco le sirvió a quien le abrió las puertas de Trabajo, Erman González, para evitar que el escándalo de su jubilación de privilegio terminara con su carrera dentro del gabinete nacional: “No estoy haciendo absolutamente nada ilegal”. Después, pidió: “Antes de ser criticada, denme tiempo para demostrar si puedo trabajar o no”.
“¿Cuánta gente hay en el país que no hace su trabajo como corresponde y sin embargo le pagan?”, no fue el único argumento que Amira ensayó en su defensa. Visiblemente molesta porque Castro insistía en averiguar qué conocimientos en temas laborales tenía que justificaran su nombramiento como asesora en Trabajo, se preguntó en otro momento si “toda la gente que está en el ministerio son profesionales”.
Amira también dio vía libre a su enojo en el tramo de la charla en que salió el tema de su conocimiento del idioma árabe. “¿Y cuál es el problema? ¿Tengo que hablar inglés, francés o alemán para que me contraten?”, retrucó entonces al periodista, al que llegó a reprochar: ¿Ustedes qué son: jueces o periodistas?”. Eso sí: entre tanta queja y evasiva, ni siquiera confirmó si por la asesoría cobrará cuatro mil pesos mensuales.


Un viaje sin escalas del poder a los Tribunales

Speroni y Urso citarán a Erman a indagatoria.Si siguen adelante será acusado de delitos que pueden llevarlo a la cárcel.

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Por Eduardo Tagliaferro

t.gif (862 bytes) Las desgracias nunca vienen solas. El ahora ex ministro de Trabajo, Antonio Erman González, regresa al llano tras haber acompañado durante 10 años y desde distintos ámbitos la gestión del presidente Carlos Menem. Y además queda al alcance del brazo de la Justicia. El juez en lo Penal Económico Julio Speroni y su colega del fuero federal, Jorge Urso, quienes investigan la venta ilegal de armas a Ecuador y a Croacia, se preparan para citarlo a prestar declaración indagatoria. Urso sospecha que Erman es partícipe de la falsedad ideológica de los decretos presidenciales que ampararon la venta ilegal del armamento que fue enviado a los Balcanes, delito castigado con penas de uno a seis años de prisión y excarcelable. Por su parte, Julio Speroni imputó a Erman ser partícipe del contrabando agravado de armamento, incluyendo 230 toneladas de pólvora. Este delito está reprimido con pena de hasta doce años de prisión y no incluye el beneficio de la excarcelación.
Ayer, funcionarios vinculados al Ministerio del Interior estaban seriamente preocupados por el futuro de Erman González. Más que la posible citación del ex ministro, los hombres de Corach temen que Erman termine detenido. Especulan que Urso –un juez sindicado como afín al Ministerio del Interior (ver nota central)– comenzó a “despegarse” del Gobierno. La falta de inmunidad de González es el escenario propicio para que el magistrado muestre y hasta sobreactúe su “independencia” del oficialismo. La citación ya había sido decidida antes. Urso pidió –infructuosamente– en dos ocasiones el desafuero del ex ministro a la Cámara de Diputados. Tras la renuncia de ayer sólo falta ponerle fecha y hora a la indagatoria de Erman.
Speroni también espera la declaración del ex ministro. Esta semana, el magistrado lo había citado como imputado en el contrabando de 230 toneladas de pólvora que se exportaron sin ser autorizadas por ningún decreto presidencial. Conocedor de la inmunidad que Erman González tenía hasta el día de ayer, Speroni le había otorgado la posibilidad de declarar por escrito.
En ambos casos, la indagatoria es una oportunidad para que Erman ejerza su defensa. Tras ella, los jueces que lo investigan tienen 10 días para decidir su situación procesal, y si bien Urso puede concederle el derecho a la excarcelación, es poco probable que la acusación de contrabando agravado le permita seguir en libertad, en caso de que Speroni encuentre elementos para dictar su procesamiento.
Urso está de licencia y regresa recién el miércoles próximo. Es casi imposible que la citación se haga antes de esa fecha. El juez Juan José Galeano cubre interinamente el juzgado de Urso, y nada indica que asuma la responsabilidad de decidir algo con relación a Erman González.
Sup-Erman es consciente de su delicada situación procesal, por ese motivo, en la improvisada conferencia de prensa realizada al salir de la quinta presidencial de Olivos, donde presentó su renuncia al presidente Carlos Menem, señaló que nunca tuvo miedo de ir preso.
“Nunca cometí ningún delito, y para que nadie sospeche que busco ampararme en algún tipo de inmunidad, me retiraré de la lista de diputados justicialistas que se presentará en los comicios de octubre, de manera que no me escondo detrás de ningún fuero”, fueron los dichos con los que el ex ministro insistió en su inocencia y su disposición a ser investigado por la Justicia.
Durante la gestión de Erman al frente del Ministerio de Defensa, se impulsaron los decretos 1697/91 y 2283/91, que con la firma del presidente Carlos Menem autorizaron la venta del armamento argentino, con supuesto destino a Panamá, y finalmente embarcados hacia Croacia. Erman también es acusado por la firma del decreto 1633/92, que autorizaba una venta finalmente frustrada de material bélico con destino a Bolivia.
En su acusación presentada en octubre pasado, el fiscal Carlos Stornelli sostuvo que “es evidente que las ventas de armamento se concertaban de antemano. La urgencia evidenciada en todas y cada una de las negociaciones analizadas, con pedidos de importantes cantidades de materiales para ser embarcados en pocos días, hablan de una necesidad de no perder demasiado tiempo en las tramitaciones”.
El abandono del Gobierno y del poder que éste otorga es el escenario más temido por el menemismo. Si bien este escenario tiene fecha y hora luego de que Carlos Menem entregue la banda presidencial el próximo 10 de diciembre, para Erman González se adelantó inesperadamente.


DIPUTADO, CUATRO VECES MINISTRO, DIEZ AÑOS EN LA CIMA
Apto para todo servicio

t.gif (862 bytes) Fue el ministro comodín de Carlos Menem, el elegido por el Presidente para ocupar las carteras de Salud y Acción Social, de Economía, de Defensa y de Trabajo. Antonio Erman González fue también quien, durante los diez años de gobierno menemista, había logrado mantenerse dentro del círculo íntimo del poder más allá de cualquier embate. Pero esta vez, ni sus uñas de guitarrero ni la vieja amistad que lo une a Menem le alcanzaron para salvarlo del incendio.
En los diez años de gobierno menemista, Erman González había enfrentado gravísimas acusaciones. Como ministro de Economía, estuvo en el centro del escándalo del Swifgate, la denuncia de la embajada de Estados Unidos por un pedido de coima a una empresa de ese país. Cuando estuvo al frente del Ministerio de Defensa firmó el decreto que permitió la triangulación de armas a Ecuador y Croacia. Fue acusado también por su archienemigo Domingo Cavallo como el nexo del suicidado Alfredo Yabrán con la Casa Rosada. Y en los últimos meses fue señalado como dueño de un patrimonio estimado en más de un millón y medio de dólares, una fortuna difícil de explicar a partir de sus ingresos como funcionario público, que rondaban los 5 mil pesos.
El riojano que más cargos ocupó en el gobierno menemista conoció al Presidente en sus años de estudiante. Erman era un gran cantor de boleros y, como Menem, amante del folklore. A las noches de serenatas riojanas se sumó un destino común en la Universidad de Córdoba, donde uno estudiaba abogacía y el otro, Ciencias Económicas. En 1983 se convirtió en el contador del clan Menem-Yoma y funcionario del gobierno de La Rioja; aunque provenía de la Democracia Cristiana, Menem lo convocó para ponerlo al frente del Banco Central y luego lo nombró su ministro de Hacienda.
Cuando en 1989 su viejo amigo llegó a la Casa Rosada, el contador ocupó un despacho en la Cámara de Diputados. Fue por poco tiempo: la muerte del ministro de Salud y Acción Social Julio Corzo en un accidente de aviación lo catapultó como su reemplazante. Y desde allí, apenas tres meses más tarde, saltó al Ministerio de Economía.
En las elecciones del ‘93, cuando nadie apostaba un peso por la suerte del PJ en la Capital Federal, dejó su cargo de ministro de Defensa para encabezar la lista de diputados nacionales. Ganó la elección frente a Marta Mercader, en lo que fue la última victoria del menemismo en territorio porteño. Años después perdería frente a otra mujer, Graciela Fernández Meijide, que cortó su aspiración a convertirse en senador.
Después, por un corto tiempo ocupó la embajada de Italia; en diciembre del ‘97 el Presidente volvió a llamarlo para que ocupara la jefatura del Ministerio de Trabajo. Su suerte comenzó a desbarrancarse la semana pasada, cuando salió a la luz que desde marzo recibía una jubilación de 8 mil pesos. Se supo luego que había cobrado más de 200 mil pesos en concepto de pagos retroactivos. Ayer, al confirmar su renuncia, Erman no resistió la tentación de oficiar de vocero de su viejo amigo: “El Presidente me expresó su gran reconocimiento por la labor realizada y acepta legalmente que está todo correcto” afirmó; “me voy porque es el mejor paso para evitar el acoso y la imagen negativa.”

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