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Por José Natanson Desde Rosario En un discurso enfervorizado, en el que por momentos parecía que su voz no iba a dar abasto, Raúl Alfonsín se preocupó de dejar en claro el carácter progresista de la Alianza y de las políticas que pondrá marcha en caso de llegar al poder. Pero también se mostró prudente al afirmar que la Alianza no producirá devaluaciones y no pondrá palos en la rueda del Gobierno. Fue durante la apertura de la Convención Nacional de la UCR que se reunió ayer en Rosario para analizar la propuesta programática de la coalición. La Alianza va a ser progresista en el gobierno porque nosotros estamos para cambiar las cosas definitivamente, enfatizó el ex presidente. Para el cierre previsto para la madrugada, se esperaba a Fernando de la Rúa y Carlos Chacho Alvarez, invitado de honor a una convención que contiene una novedad inédita en la historia de la UCR: la de ponerle moño a una alianza electoral con otro partido, un signo del aggiornamento y la voluntad de un partido que tradicionalmente fue remiso a los frentes y coaliciones. La convención servirá para discutir la plataforma de la coalición opositora para las próximas elecciones. Los 347 convencionales comenzaron a llegar desde la mañana al Club Luz y Fuerza. Uno de los primeros en aparecer fue Ricardo López Murphy. El hecho de haber sugerido un recorte en los salarios no le impidió conversar amablemente con José Luis Machinea, a quien muchos ven como el más progresista de los economistas de la Alianza. A las seis de la tarde ya estaban casi todos. Charlaban en grupos en los pasillos del club. Leopoldo Moreau, que llegó en auto a causa de su fobia a los aviones, conversaba con un convencional sobre el discurso que pronunciaría más tarde, en el que informará sobre las actividades del último año del Comité Nacional. El jefe del bloque de senadores de la UCR, José Genoud, le comentaba a un dirigente que su intervención se concentraría en las maniobras por las que el PJ le arrebató dos bancas que le correspondían a la oposición. Sentado en una silla de la primera fila, Alfonsín tomaba café tranquilamente mientras esperaba el comienzo de la reunión. Cada tanto se paraba para sacarse una foto con algún dirigente. Raúl Baglini, el titular de la Convención, controlaba el proceso de impresión, en una fotocopiadora instalada en el fondo del club, de la propuesta programática (ver aparte). El orden del día preveía analizar el plan de gobierno después de los discursos y antes del cierre de la fórmula presidencial. A las siete y media Alfonsín se subió al estrado. Los conservadores dicen que la gobernabilidad se fortalece cuando la sociedad no le demanda al Estado. No es así. Tenemos que convocar a todos, porque es allí donde está la verdadera gobernabilidad. El ex presidente ya advirtió en varias oportunidades sobre los riesgos de que un gobierno de la Alianza no concrete políticas transformadoras. Y siempre está atento a cualquier gesto en este sentido. Cuando algunos dirigentes frepasistas se reunieron con allegados a Domingo Cavallo, Alfonsín aseguró que si el diputado ingresaba a la Alianza él estaba dispuesto a abandonar la coalición. Sin duda atento a quienes lo acusan de ser petardista en su discurso económico, el ex presidente advirtió que la Argentina necesita de inversiones y de ahorro de afuera, pero añadió que la Alianza no hará un ápice para que ellas vengan sobre el hambre del pueblo. El jefe radical se preocupó de dejar en claro cuáles deben ser los objetivos de la coalición. No vamos a solucionar los problemas de un día para el otro. Pero de la noche a la mañana nosotros tenemos que cambiar el rumbo y la filosofía de esta Argentina que nos han dejado, enfatizó Alfonsín. Tenemos que solucionar un tema de siempre: que los trabajadores de cuello blanco se unan con los de cuello azul, que la clase media se dé la mano con los sectores populares. Sólo así vamos a solucionar los problemas de la Argentina. El último párrafo casi no se oyó porque la voz del orador se iba enronqueciendo y porque la ovación se anticipó a su cierre. También lo aplaudió a rabiar el intendente socialista de Rosario, Hermes Binner, un invitado inusual, quien al cierre de esta edición hablaba antes 500 radicales que saludaron con una ovación menor que la de Alfonsín pero, a su modo memorable, la presencia de un aliado.
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