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Por Alejandra Dandan Totalmente hecho pedazos. No más descripciones. Sólo así se hablaba ayer de esas veinte siluetas quebradas en un accidente. El micro tenía cuatro horas por delante hasta Mendoza. Eran las 4.30, dijo el parte policial. Fue el final. Hasta ahí llegó el viaje: en la ruta 7, kilómetro 698, de Villa Mercedes. El micro golpeó contra un camión Scania. Murieron veinte personas. Entre ellas 16 delegados del Club de Leones de Paraná que deberían sumarse a la convención anual de la institución que se inicia hoy. Sin ellos. El jueves, poco después de las seis de la tarde, partía el micro de Villa Urquiza en Paraná. Ricardo Pretty lo pensó algunos días y resolvió viajar con la delegación de Leones de su ciudad. Iban a la convención de Mendoza. Pretty era mecánico dental. Legendario y veterano. Martín Bustamante también pertenece a los Leones. No viajó: Incluso antes de viajar cuenta me dijo: Martín, ¿por qué no venís así te desenchufás un poco?. Pretty integra ahora la lista de muertos en Villa Mercedes. Martín Bustamante anota en un papel cada dato que va repitiendo la radio. Los leoninos no eran todos de Paraná. Después de la salida del ómnibus pararon en Gualeguaychú. Allí recogieron a cuatro pasajeros, dos matrimonios. El micro era de la agencia de turismo 21 Tours. Lo conducían Diego Martinelli y Oscar Peralta. También estaba Rubén Lobo. Después de haber trabajado en Brasil, ahora coordinaba esa tropa de viajantes. Diego era el más chico, tenía 27. A medianoche, en una de las paradas, marcó el teléfono de su casa y llamó a su mujer. Todo estaba bien, dijo. Terminaba su turno al volante y se disponía a dormir. No hay más datos de la tripulación hasta poco antes del impacto. El dato que siguió fue clave. Hubo café al paso compartido por los choferes en el kilómetro 695. Tres antes del choque. Pasaron por un minimercado y estuvieron desayunando, dice el comisario Vicente Blasco de la Unidad Regional II. Ese café borra como hipótesis que los conductores se hayan dormido. Los del micro. Pudo haberse dormido Omar Alfredo Racini, conductor del Scania y por eso no haber visto al micro que lo enfrentaba, vuelve a decir Blasco y agrega: En cualquier caso, el choque fue frontal y creemos que existió una falla humana. La búsqueda de motivos para explicar ese instante se chocó con una respuesta demasiado densa: No hay testigos. A partir de allí todo es especulativo. La policía da dos opciones: o el chofer del Scania se durmió o el micro quiso pasar un vehículo y no vio al camión. En la ruta no había neblina. El camino es una línea recta, sin curvas, con banquinas anchas. Tampoco hay puentes. Racini tenía 39 años. Viajaba solo y trasladaba calefactores en el Scania desde San Juan a Santa Fe. Ahí vivía, en Hughes. Su cuerpo quedó replegado entre hierros. Fue necesaria una máquina expansora para rescatarlo. El Scania quedó abierto en dos después del choque. El micro, descabezado. Ambos vehículos deberían superar los 110 kilómetros por hora en el momento del choque, de ahí su magnitud, repite una fuente policial. En el ómnibus todos dormían. La tenaza en que quedó convertido el camión dejó intactos seis asientos del micro. Cinco personas se salvaron, aunque una de ellas está en coma. Entre los sobrevivientes hay un chico de 17 años. Fue internado junto a dos personas en el Hospital Zonal de Villa Mercedes. Las otras dos fueron derivadas a San Luis capital, necesitaban neurocirugía. Dos de quienes fueron internados regresaron anoche a Paraná. Entre ellos el chico de 17. Su papá, Fernando Ramírez, está muerto. Ayer a la tarde, poco después de las cinco, la morgue del hospital fue antesala del duelo. De a dos, los familiares fueron reconociendo a sus muertos. Esa ronda la hicieron con psicólogo, médico y un cura. Tres horas después los cuerpos y su gente despegaban en un charter del gobierno entrerriano. Volvían a casa. El club de Leones suspendió los festejos de la convención.
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