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Tras dos meses de bombardeos aéreos contra Yugoslavia, el gobierno norteamericano evoca cada vez más abiertamente la posibilidad de enviar tropas terrestres de la OTAN para concluir la guerra. En una columna de opinión publicada ayer en The New York Times, el presidente norteamericano Bill Clinton confirmó su cambio de postura respecto de las tropas terrestres: indicó que la Casa Blanca impulsaba el despliegue en Macedonia, limítrofe con Kosovo, de una fuerza de paz de unos 50.000 militares de la OTAN. El Pentágono aclaró que esos efectivos sólo entrarán en la provincia yugoslava para garantizar la aplicación de un acuerdo de paz previo. Por primera vez desde el inicio del conflicto, Clinton no descartó el envío de tropas terrestres, aclarando que ninguna opción estaba descartada de antemano y que la OTAN debía cumplir su misión de una u otra manera. Pero el gobierno de Estados Unidos, ante las presiones crecientes para una invasión terrestre a Yugoslavia encabezada por Gran Bretaña, aseguró en todo momento que dicha fuerza terrestre sólo entraría en acción como fuerza de paz para permitir el retorno de los refugiados, una vez alcanzado un acuerdo con el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Estas tropas terrestres tendrían que ser más que una fuerza de paz. No estamos hablando de gente con cascos azules y armamento liviano. Su objetivo será entrar y proteger a Kosovo cuando los serbios se estén retirando. Estas declaraciones de ayer del canciller británico Robin Cook a la BBC de Londres resumen la postura británica. Para Cook, Estados Unidos debe apoyar un plan terrestre tanto para contextos no hostiles como para contextos hostiles, parafraseando la descripción que alguna vez hizo la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright. El diario griego Kathimerini publicó ayer un plan de administración de Kosovo filtrado de la OTAN. Junto al envío de estas tropas de 50.000 hombres, la llamada Operación Guardián Conjunto prevé la supervisión del espacio aéreo kosovar por parte de una autoridad extra-OTAN y la partición de la provincia yugoslava en cuatro zonas: una de exclusión aérea, otra controlada por la OTAN al sur del paralelo 44, una línea verde en las fronteras de Kosovo con Montenegro y Serbia y una zona de seguridad de 25 kilómetros entre Kosovo y Macedonia. Sin embargo, para todo esto habrá que esperar una decisión norteamericana sobre una hipotética invasión terrestre. Dos son los factores que la dificultan: la impopularidad que implicaría esta medida para Clinton (tan complicada como una ofensiva aérea cada vez más prolongada y donde los errores se multiplican), y la reticencia que los republicanos mantuvieron desde el inicio del conflicto respecto de una intervención norteamericana en los Balcanes, a pesar de la aprobación reciente de .un fondo especial para la guerra. 100.000 RUSOS LUCHARIAN JUNTO A LOS SERBIOS El País Por Rodrigo Fernández,
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