Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Sigue la calesita rusa  entre Moscú y Belgrado

na20fo01.jpg (8408 bytes)


El País
de Madrid

Por Luis Matías López
Desde Moscú


t.gif (862 bytes)  Cada vez es más visible la frustración de Rusia porque la OTAN continúa, e incluso incrementa, sus bombardeos contra Yugoslavia a pesar de los constantes esfuerzos mediadores entre Moscú y Belgrado. “Resulta extremadamente difícil desarrollar las conversaciones de paz”, aseguró ayer Viktor Chernomyrdin, enviado especial del presidente Boris Yeltsin, “a la luz de la escalada de ataques con bombas y misiles”. El ministro de Exteriores, Igor Ivanov, fue incluso más lejos el fin de semana pasado al asegurar que da la impresión de que la Alianza hace coincidir sus bombardeos más masivos con las visitas de Chernomyrdin a Belgrado.
Aunque Yeltsin ha amenazado ya con retirar a Rusia de la mediación si la OTAN sigue haciendo caso omiso a sus peticiones de que callen las armas, ese momento parece aún lejano. Chernomyrdin, que ayer lunes se entrevistó en Moscú con el ministro indio de Exteriores, Jaswant Singh, manifestó que el fin de las negociaciones “significaría una catástrofe”.
Según el ex primer ministro ruso, su diplomacia viajera de las últimas tres semanas no ha sido estéril, sino que ha permitido que la OTAN se convenza de que la retirada de tropas serbias de Kosovo no debe ser total. La visita de Singh se inserta en los esfuerzos rusos por buscar aliados de peso con los que formar un frente “pacifista”. El ministro indio señaló que la posición de Nueva Delhi respecto a Kosovo es idéntica a la de Pekín y Moscú.
La reunión que la semana pasada mantuvo Chernomyrdin en Moscú con el secretario de Estado adjunto norteamericano, Strobe Talbott, y con el presidente finlandés, Martti Ahtisaari, fue considerada entonces vital para el desbloqueo de la situación. Pero esos “días decisivos” de los que también habló el presidente español José María Aznar durante su visita pasaron sin que se anunciase ningún resultado concreto.
Los mismos interlocutores se han vuelto a dar cita para mañana, también en la capital rusa, y una vez más parece probable que se avance lo suficiente como para que Chernomyrdin viaje el jueves a Belgrado con una propuesta concreta que presentar a Slobodan Milosevic. Un buen indicio sería que Ahtisaari lo acompañase, pero no parece muy probable.
Igor Ivanov, el recién confirmado ministro de Exteriores ruso, jugó ayer la carta del pesimismo al declarar que está “profundamente convencido” de que una solución política es posible, pero añadió que “la pelota está ahora en el campo de Occidente” y pidió el cese de los bombardeos para mejorar el clima negociador y dar una oportunidad a la paz. También anunció la llegada a Moscú de un grupo de expertos políticos y militares franceses que trabajarán con los rusos en aspectos especialmente delicados del arreglo que se está forjando.
Da la sensación de que la fruta aún no está madura porque dos meses de bombardeos no han quebrado la voluntad del presidente yugoslavo, y porque éste sigue confiando en que se profundicen las diferencias entre los aliados, en que no se lance la operación terrestre y en que, en definitiva, pese a los miles de misiones de más de 1000 aviones de combate, tenga aún la oportunidad de forzar una solución diplomática y no militar.


OPINION

Por Jonathan M. Miller*

El derecho de las bombas

t.gif (862 bytes) El plan del gobierno del presidente norteamericano Bill Clinton de incrementar la presión de los bombardeos hasta que Serbia se rinda fracasará, no porque el poder aéreo sea incapaz de poner a un país de rodillas, sino porque mucho antes de llegar a ese punto, el derecho internacional obligará a detener los bombardeos. En 1993 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en respuesta a iniciativas de los Estados Unidos y de sus aliados en la OTAN para poner fin a la impunidad de los autores de atrocidades en la ex Yugoslavia, creó el Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra cometidos allí. Si la OTAN no es cuidadosa, sus líderes podrían ser acusados ante él.
La premisa inicial de la campaña aérea fue que si se infligía suficiente daño a las maquinaria militar serbia, sus tropas se retirarían de Kosovo para evitar un castigo mayor. Y que una campaña indiscriminada de bombardeos no sólo de objetivos militares, sino que gradualmente incluyera toda la infraestructura serbia, fábricas y edificios gubernamentales probablemente produciría resultados. Después de suficiente sufrimiento, cualquier nación se rendiría. El problema es que infligir sufrimiento sin una necesidad militar que lo justifique viola las leyes de la guerra. Es razonable bombardear un puente para impedir abastecimientos militares y una refinería para bloquear el abastecimiento de combustible a los vehículos militares, con independencia de las incomodidades que estas pérdidas impongan a la población civil.
Sin embargo, no es lo mismo causar efectos colaterales a blancos civiles que dirigir el bombardeo a la población civil. Es difícil presentar como necesidad militar la decisión de privar a la mayor parte de Serbia de energía eléctrica y bombardear una fábrica de cigarrillos, un canal de televisión y la sede de un partido político. Entre los crímenes de guerra que el tribunal internacional tiene jurisdicción para perseguir está la “destrucción innecesaria de ciudades, pueblos o aldeas o la devastación no justificada por necesidades militares”.
Los Estados Unidos y sus aliados en la OTAN reconocen que de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas tienen la obligación legal de cooperar con el tribunal. Por primera vez en su historia, los Estados Unidos se ven envueltos en un conflicto armado en el cual un tribunal internacional podría juzgar a sus funcionarios y militares. No es probable que el Tribunal llegue siquiera a plantear formalmente estas acusaciones. Mucho antes emitiría un pronunciamiento público que por sí mismo dividiría a la Alianza Atlántica. El resultado es bueno para el derecho internacional pero malo en términos de las opciones que tiene Clinton. El derecho internacional no permite hacer la guerra a un pueblo. La OTAN está obligada por el orden jurídico internacional que pugnó por establecer, especialmente en una guerra librada por principios humanitarios.

* Jonathan M. Miller enseña Protección internacional de los derechos humanos en la Facultad de Derecho de la Southwestern University. Una versión más extensa de este artículo fue publicada en el diario Los Angeles Times.

 

PRINCIPAL