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LA IMAGEN DE UNA VIRGEN ALTERA LA VIDA DE UN BARRIO Y GENERA CONFLICTOS
Un nudo de gente que ni la Virgen desata

Los fines de semana 15 mil personas se acercan: la cifra sube hasta 60 mil cada día 8. La devoción que despierta la Virgen Desatanudos revolucionó el barrio de Agronomía. Los vecinos fueron a la Justicia para recuperar la paz.

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La gente hace cola durante horas para poder llegar hasta la imagen.
Creen que la Virgen hace milagros y van a pedirle sobre todo que cure enfermos.

t.gif (862 bytes)  Desde su llegada, en el barrio de Agronomía nada es como era antes. A ella la visitan miles de personas cada día, un número que sube a 15.000 entre sábado y domingo y llega a su pico los días 8 de cada mes, con unos 60.000 fieles. El motivo de la devoción es que a la Virgen Desatanudos, que ocupa un rincón en la iglesia de San José del Talar desde hace dos años, se le atribuyen poderes milagrosos. Su poder de convocatoria alteró la vida de la iglesia, que tiene desde vocero de prensa a personal de seguridad contratado para contener a los fieles. E hizo florecer el negocio de la fe: además de la santería instalada por la parroquia, un convento vecino puso la propia y un centenar de puesteros ocupan las veredas para ofrecer todo tipo de objetos con la figura de la virgen. Tampoco se perdieron el negocio los comerciantes, que en los últimos meses multiplicaron puestos de venta de choripanes y panchos. Ahora todos los fines de semana centenares de colectivos, combis, taxis y remises, que traen fieles de todo el país, pueblan la zona. Algunos vecinos han puesto el grito en el cielo: dicen que el desorden, los ruidos y la basura que provoca semejante movimiento les robó la paz e hicieron una denuncia ante la Justicia.
–¿Esto está bendecido? –pregunta la primeriza Alicia de Ferreyra, mientras levanta una estampita del puesto improvisado.
–Pase por delante de la Virgen y queda como bendecido –dice Mariano, sin inmutarse. Alicia sigue camino en la abultada cola que lleva hasta la imagen de la Virgen.
Mariano sigue su trabajo. Ya tiene casi dos años de experiencia en el negocio: desde que notó que la Desatanudos atraía gente se instaló en la calle Navarro. Como él, una cola de puestos precarios acapara la vereda de la iglesia y se extiende sobre la calle Zamudio. Mariano exhibe con orgullo uno de sus productos únicos. Una especie de bola de cristal, con la imagen de la Virgen en la base, y varias monedas flotando en su interior. “Es para conseguir plata”, asegura a quien lo pregunte. En todos los puestos, “La novena” es uno de los más vendidos: un paquete con nueve velas para prender durante nueve días y pedir deseos. Además, está lleno de llaveros, pirámides, anillos, imanes para heladera y todo tipo de chucherías donde una distorsionada imagen de la Virgen se repite.
También se ofrece la vela de los siete nudos, para encender durante siete días seguidos, consumiendo un nudo por vez. Se supone que los nudos son los pecados o los problemas que la Virgen ayuda a resolver. Y aunque la gente hace todo tipo de pedidos, la mayoría reclama que haga uso de sus poderes sanadores. “Tenemos un registro interno donde la gente escribe los pedidos que hace. Muchos piden por enfermedades importantes, como cáncer. Y lo impresionante es que traen comprobantes médicos de que se curan”, dice sin asomo de duda Leonardo Martínez, vocero de la iglesia. “Para el padre –agrega– es un milagro de fe”. Rodolfo Arroyo, de 39 años, el párroco de la iglesia, se mueve apurado entre la multitud que rodea la iglesia y se escabulle. “Diez estampitas por dos pesos”, aúlla una mujer, tras su paso. La cola de los creyentes que quieren tocar a la sanadora se engruesa.
Jorge Pérez Medina viaja desde Florencio Varela para ubicarse en la populosa cuadra, pero no por fe: es vendedor de La solidaria. “Los jueves, viernes y sábado, en un par de horas, vendo unas 100 –relata–. Pero los 7 y 8 de cada mes llego a 400 o 500”. Por 7 pesos, Carlos Balcarce trajo un tour desde Merlo, “los llevé al Colón y después vinimos para acá”, comenta. Pero la gente fluye desde distintos lugares del interior del país. Algunos, incluso, hacen “tours de fe” y van recorriendo las diferentes iglesias de Buenos Aires. Pero la pasión por la Desatanudos no tiene límites. La iglesia recibe continuamente pedidos de estampitas de países de todo el mundo. “De Brasil, España, Miami, Puerto Rico, Paraguay”, confirma Martínez.
Oscar Matoza estaciona su combi. Desde Isidro Casanova trajo a toda la familia al bautismo de su hijita. “A mí me cambió la vida, tuve variosintentos de suicidio... por cosas materiales. Ahora vengo todos los domingos”. Dos vecinas miran desde enfrente, orgullosas de tener la imagen a su disposición en la semana: “Yo vengo de hacer los mandados, entro con la bolsa y la miro a los ojos, ella entiende lo que me pasa, no hace falta que yo le diga nada”, dice una.
La gran cola desemboca en la puerta de la parroquia, donde una “servidora” entrega el primer número de una serie de 12 catecismos para coleccionar. Graciela asegura que la multitud avance. “Vayan pasando, sean breves, pasen por el costadito así aceleramos”, indica. Un vallado de metal asegura que nadie se desbande. Y algunos custodios, contratados por la iglesia, se encargan, entre otras cosas, de sacar a la calle a quien se atreva a estampar un flash contra el cuadro de los milagros. Vidrio y reja de por medio, todavía hay quienes logran tocar el cuadro. Otros se contentan con escribir sus pedidos y dejarlos en un buzón.
Cuando la iglesia se llena es el momento de la bendición. “Aunque no llegue el agua al fondo quedan bendecidos”, dice el cura, mientras lanza agua bendita hacia sus fieles. En una escena medieval, con música sacra de fondo, los alborotados fieles se amontonan a su alrededor y con los brazos en alto ofrecen al atrio llaveros, estampitas, velas, rosarios, lo que hayan comprado en la calle. “Les recordamos que tienen que salir por la puerta del costado derecho. Que Dios los bendiga”. Es un sábado como cualquier otro y una nueva tanda de fieles se acerca al altar.

Producción: Sonia Santoro.

 

 

La historia de la Virgen

La Virgen Desatanudos nació en la ciudad de Ausburgo en el siglo XVII, de la mano de un artista anónimo que pintó la imagen de una virgen rodeada de ángeles. Mientras un ángel le da una cinta llena de nudos, ella la devuelve con los nudos desechos. Los nudos representarían los problemas o pecados con los que deben luchar los fieles y la virgen tendría el poder de resolverlos. En 1984, el actual arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, viajó a Alemania y trajo estampitas con la imagen de la virgen para repartir entre sus conocidos. En 1996, tres devotos de la virgen y de la parroquia del barrio de Agronomía propusieron instalar la imagen en la iglesia. La artista Ana Betta de Berti, también devota, hizo la reproducción. Y el 8 de diciembre, el cuadro fue entronizado en una nave de la Iglesia San José del Talar. Desde entonces, la cantidad de personas que buscan la solución “milagrosa” a sus problemas fue creciendo. Al año, 8000 creyentes pasaron por el lugar y el último 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción, la suma ascendió a más de 70.000. Ahora, según el vocero de la iglesia, el boom de la Desatanudos llegó a varios países del exterior, desde donde recibieron cartas pidiendo estampitas. E incluso, agrega, “el fervor se ha contagiado a Alemania. A raíz de las noticias que llegan desde acá, allá está renaciendo la fe en Nuestra Señora que desata los nudos”.


 

LOS VECINOS QUIEREN QUE SE TRASLADE LA IMAGEN
“Esto es nuestro via crucis

t.gif (862 bytes) “Es nuestro via crucis. Imaginate la Iglesia de Luján en esta cuadra, no hay infraestructura, no hay nada.” Dante Cisilino vive enfrente de la parroquia de San José del Talar y desde hace varios meses lucha, junto con 200 vecinos, para conseguir “que la Virgen Desatanudos sea trasladada a un lugar más adecuado”. Hasta el momento enviaron cartas al gobierno de la ciudad, al Arzobispado, a la Fiscalía y a la Defensoría del Pueblo de la ciudad y consiguieron algunas cosas: que el cura dejara de dar misa en la calle y que la zona no sea vallada los días 8 de cada mes. Por otro lado, a raíz de una denuncia presentada ante la Justicia, la fiscalía ordenó levantar los puestos callejeros e inició un juicio contra una vendedora ambulante por “obstrucción de la vía pública”. Sin embargo, los puesteros vuelven cada día porque dicen que están habilitados por la comuna.
“No nos dejan trabajar”, se queja Nélida Pérez, que desde hace un año se ubica con su puesto en la esquina de Navarro y Zamudio. “La ordenanza 39.910 nos habilita para vender a menos de 70 metros de la iglesia cuando se realizan actos celebratorios. Una misa es un acto celebratorio”, se enoja. La fiscal Sandra Guanigno, que tiene a su cargo la causa madre, considera que “esa misma norma no los autoriza porque establece que los permisos se dan para el día de la respectiva fiesta patronal. Y en el caso de la Iglesia de San José, es el 19 marzo”. Por eso, dice, todo el resto del año están violando el artículo 41 del Código de Convivencia, que prohíbe la obstrucción de la vía pública.
Y por eso también el 8 de abril hubo corridas y forcejeos cuando la policía y agentes de Inspecciones y Verificaciones de la comuna porteña intentaban sacarlos de la calle. Los vecinos apoyaron el operativo y celebraron que se cumpliera otro de sus pedidos: no hubo más misa en la calle. “El párroco había invadido la vía pública, vallaban las veredas, daba misa en la calle y nos daba un permiso para entrar a nuestras casas”, relata Cisilino.
Pero ahora dicen que están amenazados por los vendedores ambulantes. “Ves cómo nos vigilan”, señalan dos vecinas del barrio, que no quieren dar sus nombres. Y desde la vereda de enfrente una mujer dice en voz alta, para que todos oigan: “A éstas les vamos a dar una biaba”. Además, los trastornos no cesaron. “No es sólo la multitud –dice Sicilino–, a los micros te los ponen en la puerta y los dejan media hora encendidos. Además, almuerzan, toman mate y tiran la basura en mi jardín. Y les hacen hacer pis en la calle a los chicos.”
Para otros la afluencia de gente le dio vida al barrio. “El almacén y la panadería trabajan como nunca”, comentan las dos señoras. El último 8, Osvaldo Cíccola abrió un negocio de comidas justo enfrente de la iglesia. A menos de una cuadra, 20 días atrás, empezaron a vender choripán y panchos en el garaje de una casa. También, meses atrás, en Zamudio 3595, una santería se sumó al ya abarrotado mercado de las velas y las estampitas.
Sin embargo, los vecinos que se agrupan detrás de Cisilino, insisten con el traslado de la imagen. Hace dos semanas, pidieron a la Defensoría de la ciudad que impulse esa medida. “Estamos esperanzados en llegar a una instancia de mediación con la iglesia”, dice Cisilino. Pero para la parroquia “la posibilidad del traslado de la virgen no se está evaluando”.

 

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