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Página/12 en Brasil Por Darío Pignotti Desde San Pablo Bomba atómica, es como llaman sus amigos en la intimidad al presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso. La revelación está contenida en cintas grabadas de forma clandestina en 1998 cuando se daban las últimas puntadas para la desestatización (así la llaman aquí) de Telebrás, la mayor de todas las privatizaciones realizadas en Latinoamérica. Aunque lo verdaderamente explosivo no es el apodo presidencial, sino el tráfico de influencias alentado desde el Planalto en favor del grupo Banco Oportunity-Stet (pertenece a Telecom italiana). La foto de Cardoso sorprendido mientras digita un celular junto a una columna de acero y vidrio se volvió el icono de esta historia, pero lo que hace más verosímil al relato es la voz presidencial publicada en la edición multimedia del diario Folha de S. Paulo. Allí puede escucharse nítidamente a Cardoso conversando con el entonces presidente del Banco Nacional de Desarrollo Social (Bndes). En ese tramo de grabación, André Lara Resende acuerda con el presidente presionar a un fondo de pensiones (Previ) para que juegue con el consorcio Oportunity: Presidente Bndes: Lo que nosotros necesitamos es dar fuerza al grupo Oportunity y lo ideal es que el Previ entre con ellos. Fernando Henrique: ¿Con Oportunity? Pte. Bndes: Con Oportunity y los italianos (Telecom). F.H.C.: Está bien ... Pte. BNDES: Necesitamos de una cierta presión ... (presidencial), ¿podemos usarla? F.H.C.: No tenga dudas. Desde el presidente hasta sus laderos políticos admiten, implícitamente, la veracidad de las grabaciones cuyo contenido encuadraría en la figura de violación a la probidad del funcionario público, suficiente cargo para sustentar un juicio político. Pero la amenaza de impeachment no tiene fuerza en el Parlamento, donde la base de sustentación gubernamental controla la mayoría absoluta. En la Justicia las cintas no constituyen material probatorio de delito aunque ayer el Ministerio Público las solicitó en el marco de su investigación. Este es el segundo escándalo en la saga de Telebrás. El anterior se cobró las cabezas del presidente del Bndes y del ex ministro de Comunicaciones Luiz Carlos Mendonça de Barros, entre otros, en noviembre pasado cuando se conocieron las primeras grabaciones. ¿Por qué, entonces, las nuevas cintas reanimaron el escándalo? Porque dan por tierra con el argumento oficial planteado el año pasado cuando toda la responsabilidad de los hechos se consumió en funcionarios de primero y segundo nivel. De las grabaciones conocidas el lunes surge que la red de complicidades enredaba al propio Cardoso, algo que todos suponían pero nadie había testimoniado hasta ahora. De momento el escándalo está en una meseta: la Bolsa paulista dio un respiro subiendo más de 6 puntos al cierre de esta nota. Sin embargo, se supo que las casi 70 horas de grampos (pinchaduras) no agotan toda la mercadería obtenida delictivamente. Según la fuente anónima que abasteció a la Folha todavía mantiene en su poder otro cassette de 90 minutos con la voz de Fernando Henrique. Desde la oposición, Lula, líder del PT (Partido de los Trabajadores), apuntó directamente al presidente y alentó la creación de una Comisión Investigadora Parlamentaria, o CPI. Pimenta da Vega, actual ministro de Comunicaciones, contraatacó diciendo que las CPIs viraron epidemia, son puro show que usan los partidos como vidriera política. Mientras tanto, el líder parlamentario del PDT (Partido Democrático Trabalhista,centroizquierda), Miro Teixeira, dijo que las grabaciones son obra de la Agencia Brasileña de Información. Es decir, los servicios. Las hipótesis conspirativas no suenan descabelladas si se repara en la temprana carrera hacia la sucesión en el 2002, en la debilidad política del gobierno y en la alevosía típica de las elites conservadoras brasileñas, curtidas en las malas artes políticas. La expresión más explícita de esa tradición, Antonio Carlos Magalhaes, es al mismo tiempo socio del gobierno, presidente del Senado y precandidato presidencial por el PFL (Partido del Frente Liberal). La evolución del caso es una incógnita. Pero de momento quedan algunas certezas. A dos meses de su reelección presidencial, el 28 de julio de 1998, Cardoso jugó fuerte y al filo de la ley en una negociación que implicó 22.000 millones de dólares. El artífice de la operación fue otro ministro de Comunicaciones, Sergio Motta (fallecido), el mismo que todo Brasil identifica como el cajero que persuadió a los diputados renuentes a votar la cláusula reeleccionista. Por el momento, como en el poker, los jugadores miden las cartas. Y todos esperan, sin descartar que en un tiempo se conozca el tercer cassette. Cardoso debiera conocer su contenido.
DENUNCIA DE LA FUNDACION MYRNA MACK EN MADRID El País de Madrid
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