OPINION
La palabrita compleja
Por Eduardo Aliverti |
Hay
un término complejo que volvió a ponerse de moda y que no se escuchaba desde el derrumbe
de la gestión de Alfonsín: gobernabilidad.
¿Por qué, si nada aparenta ser siquiera parecido a lo que ocurría hace diez años? Los
dueños de la economía lo son más que nunca. La bronca social crece, pero no tiene
articulación. La Alianza se cansa de prometer que no tocará ninguna línea fundamental
del manejo económico menemista. Y la interna del PJ ya se saldó a favor de Duhalde.
¿Entonces? Entonces podría ser que lo que aparenta sea en parte cierto y en parte
hipotético.
El gran empresariado local acompañó con entusiasmo la apertura económica, vendió sus
firmas al mejor postor y hasta trabajó como lobbista de las compañías transnacionales.
Ahora descubre que está de más porque ya no se lo necesita. Y en medio de un mercado
interno hundido por desempleo y recesión junto con un dólar atrasado que les impide
exportar, tras haberse refugiado en los productos primarios. Todo mal para lo que allá
lejos y hace tiempo se llamó burguesía nacional.
Cae la recaudación impositiva, crece la deuda y el Gobierno echa mano al enésimo recorte
del gasto público porque ya no quedan joyas de la abuela. Pero el año es electoral y los
gobernadores ponen el grito en el cielo tanto como la comunidad educativa. Marcha atrás,
en consecuencia, y al mercado no le gusta porque es señal de
debilitamiento. Rumores de devaluación, caída en la Bolsa y el empleado de
los mercados, un tal Roque Fernández, amenaza renunciar. Duhalde corre el discurso a la
izquierda sin mayor problema, visto el quietismo de la Alianza. Y Menem ingresó a una
suerte de diletancia por la que nada parece importarle demasiado, sepultada la
recontraelección.
Cuando todos esos ingredientes son puestos en la misma coctelera el trago a servir se
llama problemas de gobernabilidad, porque el dichoso mercado observa que hay
algún relajo en la conducción política de sus intereses. Pero hay un largo trecho entre
esas grietas del bloque dominante y la probabilidad de que sean aprovechadas,
estratégicamente, por el campo popular.
Una carta de lectores, publicada hace pocos días por este diario, recordaba la necesidad
de que los sectores afectados por el modelo dejen de esperar que la situación los
perjudique para reclamar lo que les corresponde. Pasar a la ofensiva, con articulación
política. Sólo en ese caso podría ser posible que la gobernabilidad sea una
palabra relativa al ejercicio de los derechos populares, y no a la inquietud de los
mercados. |
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