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Por Esteban Pintos Moris volverá a tocar en España, su segundo hogar durante más de una década, paradójicamente después de 10 años. Será el martes 8 y el miércoles 9 de junio en Madrid y Zaragoza respectivamente, en dos conciertos que celebrarán un número especial de la revista hispanoargentina Zona de Obras, cuyo eje conceptual gira en torno a la música rock hecha en idioma castellano. Motivo suficiente para que a el hombre a quien buena parte de la escena musical de la madre patria bautizó como “el inventor del rock en español” a finales de los años setenta, le surjan inmediatas sensaciones. “Me voy a reencontrar con un público que me vio en los ochenta y que hoy debe tener 40 años, y también con chicos que sólo me conocen por haber escuchado mis discos. Y será con un show especial: mi guitarra y yo, nada más. Es que siempre hice mucho rock, mucho ruido en España, pero en este momento me causa placer tocar y cantar canciones en un ambiente más bien íntimo”, le dijo ayer Página/12. Junto a Moris, estarán Miguel Ríos (una suerte de compañero de ruta y también continuador de su obra, en varios sentidos) y los argentinos residentes en España Andrés Calamaro, Ariel Roth, Ciro Fogliatta y su hijo Antonio Birabent. “De alguna manera, he vuelto a lo que fueron mis comienzos”, razona Moris, en plena actividad: prepara un disco de tangos que tendrá, según él, “orquestación pop. Una visión que une la emoción de cantar ‘La casita de mis viejos’ con una armonía moderna”. –Aun en las notas publicadas a propósito del lanzamiento del disco de su hijo Antonio, en España se insiste con la idea de su “paternidad” del rock cantado en español. –Es que llegué en un momento, 1976, en que el mundo musical español miraba exclusivamente a Inglaterra, ése era su modelo. No creían mucho en su música urbana, ni que valía la pena hablar de Madrid y su gente. Les parecía una cosa pueblerina. Eso no se hacía al ritmo de rock. Además, era un argentino que no llegaba para cantar folklore, que tenía la pretensión y el autopermiso de explicarle a los madrileños como era la soledad de la ciudad, como sentía la gente que todos los días viajaba a su trabajo, el chaval que quería hacer el amor con su novia. –Eso sucedió una década después que en Argentina, ¿por qué cree que se dio así? –Es que aquí el rock siempre estuvo unido al movimiento musical que venía de Estados Unidos. El rock era americano, y a partir de Bob Dylan fundamentalmente, acá entró la idea del cantautor que hacía todo. En España, al estar más cerrado por el franquismo y su aislamiento del resto de Europa, estuvieron como más alejados de todo eso y se dieron cuenta tarde. Sucedía una cosa extraña: mucha gente me decía “esto no va a funcionar”. Yo hablaba del rock de Europa y me decían “Hombre, pero si esto no es Europa... Somos unos atrasados totales”. –¿Siente que hoy, en Argentina, su música no tiene el lugar que merece en cuanto a difusión y repercusión masiva? –No tengo 100 shows por año, pero sigo activo, componiendo, tocando. Claro que lo que suena en las radios es publicidad y no música. Ahora, si a alguien se le ocurriera meter una canción mía o de Cantilo, Baglietto o cualquier otro colega en una telenovela, hacer un video y todo eso, la gente diría qué bueno, Fulano... Y Fulano siempre estuvo ahí. Para mí, no tiene mucho sentido quejarse, de alguna manera hay que aceptar algunas reglas que forman parte de todo esto. Al fin y al cabo, el público también lo sabe: lo que suena es el ruido del billete verde.
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