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Por Laura Vales y Adriana Meyer La viuda de Ricardo Gangeme, Norma De Benedetti, declaró ayer ante el juez que investiga el asesinato del editor periodístico. No tengo idea de quién pudo haberlo matado, le dijo al juez de Trelew Florencio Minatta. Pero en las cuatro horas que duró su interrogatorio, la mujer dejó al descubierto que el entramado de viejos odios entre Gangeme, el empresario menemista Carlos Spadone y su socio Héctor Fernandes era más profundo y complejo de lo que se creía. Los investigadores apuntaron a dos aspectos de la vida de la víctima: además de sus relaciones económicas y privadas con Spadone y Fernandes, hicieron preguntas específicas sobre los vínculos del periodista con personajes de la noche de Trelew. De Benedetti declaró en un juzgado de rogatorias de esta ciudad por cuestiones de seguridad, según confió el propio magistrado. Después, una comisión se trasladó a su departamento para secuestrar un revólver calibre 38 que perteneció a Gangeme y que será periciado. La idea es chequear si fue utilizado en los últimos días, ya que una de las hipótesis en danza es que fue asesinado con su propia arma. La mujer reveló que el empresario Héctor Fernandes, quien había amenazado de muerte a Gangeme, fue también quien la echó prácticamente a las patadas de su último trabajo. De Benedetti explicó que en 1994 fue convocada por Carlos Spadone para hacerse cargo de la dirección de la FM Tiempo, en Trelew. Pero en marzo del año pasado el empresario le pidió que renunciara. Spadone, según relató la viuda, le aclaró que podría seguir usando su oficina en la radio todo el tiempo que la necesitara, pero unos días más tarde Fernandes se presentó en la FM y con modales patoteriles ordenó vaciar el despacho de De Benedetti. La mujer asegura que nunca pudo recuperar sus carpetas personales ni una serie de elementos utilizados en la emisora que había pagado de su propio bolsillo. El conflicto terminó en un juicio laboral contra Spadone, quien niega que la mujer de Gangeme haya trabajado alguna vez para él. Ayer, la viuda ratificó que también su marido fue despedido de Jornada en la misma época, luego de que Fernandes tomara prácticamente en sus manos la dirección del diario de Spadone. Uno de los investigadores subrayó que el testimonio ayuda a echar luz sobre un tema que hasta ahora no manejaban de primera mano. De todas maneras, a quince días del asesinato de Gangeme, que fue ejecutado de un disparo en la cabeza dentro de su automóvil, la investigación parece empantanada por falta de evidencias: u Los testigos que dicen haber visto al agresor no coinciden en su descripción. Por ejemplo, la campera que en los primeros días todos mencionaron, se comenzó a decolorar. Ahora hay quienes dudan de que haya sido en realidad roja. Ayer la viuda y una amiga de la familia insistieron en que la persona que les avisó del atentado les mencionó que el atacante llevaba un sobretodo gris oscuro y un portafolios. Pero la autora del llamado, que también declaró ante el juez, ahora dice no recordar ese dato. u El proyectil que causó la muerte de Gangeme no se puede periciar. Los investigadores explicaron que, al chocar contra el hueso del cráneo, la bala quedó convertida en un pedazo de plomo deformado, es decir que no hay en él ningún rastro de estrías. u Las pericias sobre el auto del periodista, donde se encontraron rastros de la palma de una mano y tres huellas digitales, dieron resultados negativos. Es decir que las huellas no son lo suficientemente nítidas para identificar a la persona que se apoyó en el vehículo. u Todas las hipótesis que se manejaron desde un primer momento, desde la de un asesinato por encargo a la del crimen pasional, pasando por el intento de robo, siguen en pie. La delegación judicial, integrada también por el fiscal Ricardo Vázquez Pellegrini, realizó además una serie de trámites para recabar elementos de prueba pendientes. Solicitaron a la Policía Federal colaboración para realizar pericias más complejas, y pidieron a dos compañías telefónicas los listados de llamadas entrantes y salientes del celular de Gangeme.
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