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Por Cristian Alarcón El policía Justo López, condenado a cadena perpetua por las torturas seguidas de muerte a Miguel Bru, amenazó el miércoles a la fiscal adjunta de Cámara, María Scarpino, la insultó y cruzó frente al auto en el que la mujer iba a buscar a sus hijos al colegio, el Ford Falcon que él conducía. A pesar de estar condenado por el asesinato y la desaparición de Bru, el ex sargento del grupo de calle de la comisaría 9ª sigue en libertad, hasta tanto no quede firme la sentencia, debido a que la etapa de instrucción se le concedió la excarcelación por haber estado detenido más de tres años sin sentencia. La fiscal denunció a López por amenazas y puso en evidencia que no se cumple lo establecido por el tribunal que lo condenó: López no es vigilado por un efectivo de la Bonaerense, tal como se estipuló en la sentencia. Y más: hasta el momento los únicos que tenían custodia eran sus familiares. Scarpino es la esposa del intendente de La Plata, Julio Alak, y como fiscal de primera instancia, en 1997 solicitó la condena a perpetua para López y su cómplice Walter Abrigo. Eran las 16.30 cuando Scarpino, a poco de salir de la casa que comparte con su marido y dos hijos pequeños, en el residencial barrio de Gonnet, se cruzó con el condenado libre. El manejaba su Ford Falcon viejo de color crema. López esperó a la mujer en la esquina por donde cada día pasa al ir a buscar a sus hijos a la escuela. Cuando el semáforo que da a la calle 501 se puso en verde y ella quiso acelerar, para cruzar el camino General Belgrano, él atravesó su auto, pasando en rojo, a paso de hombre, gritándole todo tipo insulto desde el asiento del conductor. Según el testimonio de Scarpino, el policía, a quien identificó con total certeza, no estaba solo: los acompañaban dos o tres hombres de civil más. La fiscal no vio cerca de López custodia alguna. El hecho reveló que no se había cumplimentado hasta ayer con lo dispuesto por el tribunal que condenó por el crimen a seis años de cárcel al suboficial Ramón Ceresetto, a dos años al comisario Luis Ojeda, y a cadena perpetua a López y Abrigo, quien era el jefe del servicio de calle de la comisaría novena. Pero para López los jueces solicitaron una custodia hasta que se resuelva si la sentencia queda firme. Ayer las versiones sobre el punto eran disímiles. El fiscal general de Cámara, Héctor Vogliolo, le dijo a Página/12 que López no estaba controlado. Sobre el motivo, opinó que primero hay que ver si la cámara puso en conocimiento de la autoridad esa disposición de la sentencia. Fuentes de la Policía Bonaerense aseguraron a este diario, que antes del miércoles no hay registros de solicitud de custodia para los implicados en el caso Bru. Por su lado, el fiscal adjunto, Marcelo Romero, informó que finalmente ayer la Policía Departamental dispondría una vigilancia para López, a través de la que se establecerán los pasos que sigue, pero sin restringir su libertad, porque sería ilegal hacerlo. Lo cierto es que ayer en Tribunales varias fuentes aseguraban que desde que finalizó el juicio oral los únicos que gozan de custodia son los familiares de Justo López. Vogliolo reconoció que pudo haber una mala interpretación y reconoció que el policía dijo sentirse inseguro por presencias extrañas alrededor de la casa de su familia en el transcurso del juicio y le fue asignada una custodia. Ayer en una conferencia de prensa, Romero sostuvo que este hecho nos demuestra que no hubo arrepentimiento por parte de los procesados y que todos los testigos dijeron la verdad. El juicio oral por el caso Bru estuvo plagado de testigos que demostraron su pánico a los acusados. Varios declararon haber sido intimidados para no hablar. Repetidas veces quienes declaraban miraban a los acusados en lugar de mirar a los jueces, y se les llamó la atención por ello. El propio Vogliolo advirtió que algunos gestos del ex jefe del servicio de calle de la novena, Walter Abrigo, propios del código carcelario-policial eran amenazas de muerte. El fiscal ayer le dijo a este diario: A mí no me sorprende, quizás es un poco lo que les pasa a los cirujanos, que no se asustan cuando ven sangre. No es extraño. Estamos habituados. En este caso la amenaza tuvo el inconfundible estilo del Negro López, sin alharacas, con cierta saña psíquica. Ayer el fiscal Romero recordó lo declarado en el juicio sobre la persecución del policía a Miguel Bru, después de que el estudiante lo denunció por abuso de autoridad. Simplemente se paraba en su Chevy azul y cuando pasábamos nos miraba y se nos reía.
Por C.R.
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