The Guardian
de Gran Bretaña
Por Richard Norton-Taylor
y Martin Walker
Desde Londres y Bruselas
La OTAN ha
cambiado el acento de su campaña de bombardeos. En las últimas 24 horas tomó como
blancos posiciones del ejército yugoslavo ubicadas a lo largo de la ruta principal que va
desde la capital de Kosovo, Pristina, hacia la frontera con Macedonia, que es la potencial
ruta de entrada para las fuerzas terrestres de la Alianza. La campaña se concentró
también en blancos civiles en Belgrado, presuntamente para presionar a la población en
contra del régimen de Slobodan Milosevic.
Los ataques de la OTAN contra el ejército yugoslavo se concentraban hasta ayer en las
brigadas 125 y 211, ocupadas en combatir con la guerrilla del Ejército de Liberación de
Kosovo a lo largo de la frontera de Albania. Mientras esas fuerzas serbias fueron
nuevamente bombardeadas en las últimas 24 horas, los últimos ataques se focalizaron en
la ruta entre Kosovo y Macedonia. Si bien no hay signos de que esos ataques sean el
preludio de una inminente invasión por tierra, las fuerzas serbias minaron el campo a lo
largo de la autopista a Macedonia, y realizaron excavaciones para camuflar tanques y
armas. Mientras tanto, se informó que tropas yugoslavas entraron ilegalmente en
territorio de Bosnia-Herzegovina hace dos días y detuvieron a seis miembros de las
Fuerzas de Estabilización (SFOR) comandadas por la ONU. La violación de la
soberanía quiebra el acuerdo de paz de Dayton, denunció el comando de la SFOR en
un comunicado que difundió el Pentágono.
La evidencia que surge con este cambio en la estrategia de bombardeos aliados sugiere que
en medio de una guerra de nervios de carácter militar, la OTAN busca establecer la
amenaza creíble de que un ataque terrestre podría producirse en cualquier momento. Sin
embargo, el promedio de ataques exitosos de la OTAN ayer siguió siendo bajo. En Kosovo,
la OTAN bombardeó 20 piezas de artillería, dos tanques, un vehículo artillado de
transporte de personal, dos posiciones de morteros, siete piezas de artillería
antiaéreas, y dos rampas de lanzamiento de misiles múltiples. La OTAN también extendió
su lista de blancos para incluir al servicio telefónico y la red informática de Serbia,
aunque los aviones aliados aún tenían dificultades para destruir tanques y artillería
serbia en Kosovo durante el día 66º de la campaña de bombardeos.
Es evidente que los comandantes de la OTAN recibieron consentimiento político esta semana
para atacar la infraestructura civil serbia y las residencias particulares de la
jerarquía política del país. El subjefe del Estado Mayor, el contraalmirante Simon
Moore, dijo ayer que los bombarderos de la OTAN atacaron lo que él llamó
infraestructura de soporte, que incluye emisoras de televisión y radio,
torres de transmisión eléctrica y transformadores en los alrededores de Belgrado. Según
los medios locales, la mayor parte de Belgrado quedó sin electricidad después de los
ataques de más de 12 misiles.
Consultado sobre la decisión de atacar la red telefónica civil del país, el
contraalmirante Moore declaró que si eso es verdad, los yugoslavos están
utilizando los sistemas civiles de teléfono para funciones de comando y control
militar. El viceministro de Defensa John Spellar agregó que las
telecomunicaciones son una parte clave de la capacidad militar yugoslava. La OTAN
pretende cortar las conexiones telefónicas entre Belgrado y Kosovo, con la intención de
que las tropas serbias en Kosovo deban recurrir a teléfonos móviles, vulnerables a las
escuchas secretas de la vigilancia satelital aliada.
Los ataques dirigidos a objetivos de la población civil de Serbia -aparentemente para
fomentar la oposición a Slobodan Milosevic
fueron criticados la semana pasada por la comisionada para los Derechos Humanos de la ONU,
Mary Robinson, que dijo que la campaña había perdido su propósito moral. La
estrategia de bombardeos de la OTAN también fue cuestionada ayer por Paul Rogers, un
profesor de la Escuela de Estudios para la paz de la Universidad de Bradford, en un
análisis sobre la geografía económica de la guerra de Kosovo. Si se piensa que
una guerra aérea contra la economía serbia va a dañar la economía hasta el límite de
que la gente sufra terribles penurias y que eso tenga su consecuente efecto sobre el
régimen, están equivocados. Según Rogers, la estrategia fue imperfecta porque se
basó en una comprensión errónea del grado de flexibilidad de la economía de Serbia.
Los medios serbios anunciaron ayer que la OTAN había bombardeado una autopista, un
aeropuerto militar y una zona industrial en Nis y Pristina. Un puente en Vladicin Han, al
sur de Serbia, y una fábrica en Aleksinac, en el centro de la república, también
sufrieron ataques aliados, que produjeron un número no especificado de heridos. Por
primera vez desde el comienzo de las acciones militares contra Yugoslavia, los aviones de
la OTAN lanzaron ataques desde la base de Taszar en Hungría. Este tema es delicado porque
en la provincia de Voivodina, en el norte serbio, vive una importante minoría húngara
que podría ser objeto de represalias por parte de Milosevic.
La disparidad entre el número de incursiones aéreas y las que impactaron sobre Kosovo
fue claramente ilustrada ayer. Oficiales de la OTAN dijeron que la aviación aliada voló
800 misiones la mayor cantidad en un día, de las cuales 310 fueron
bombardeos. Al comienzo de la guerra, la OTAN estimaba que había 300 tanques en Kosovo.
El Ministerio de Defensa no pudo decir ayer cuántas piezas de artillería hay ahora.
Traducción: F.G.
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