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A PARTIR DEL SABADO, PAGINA/12 PUBLICA LA ESCUELA
PARA PADRES DE EVA GIBERTI, EN VEINTE FASCICULOS
La colección para los padres del 2000

Ayer terminó la colección El Pajarito Remendado. Y a partir del sábado próximo, Página/12 publica “Escuela para Padres, Los chicos del Tercer Milenio”, de Eva Giberti. En esta entrevista, la autora explica las nuevas herramientas para comprender el crecimiento de sus chicos.

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t.gif (862 bytes)  “Los chicos se nos escaparon de los libros y hoy, como hace décadas, los padres siguen usando una misma frase para manifestar su desconcierto: ‘¡A veces no sabemos qué hacer con nuestros hijos!’” Este reclamo que la psicóloga e investigadora Eva Giberti escucha a diario en su consultorio fue una señal de alerta, un aviso que la alentó a revisar y actualizar aquella Escuela para Padres que desde 1957 y hasta 1973 acercó a las familias otras estrategias –basadas en la teoría psicoanalítica– para la educación de sus hijos e hijas. Así surgió la colección Escuela para Padres, Los chicos del Tercer Milenio, como un intento de otorgar a papás y mamás nuevas herramientas para comprender y acompañar el crecimiento de sus chicos en una época en la que la incertidumbre y el individualismo se imponen como marcas dominantes.
Cada semana, desde el próximo sábado, los fascículos que escribe Giberti irán desarrollando esos temas que preocupan a los padres y echará luz sobre hechos políticos que la tradición y la ideología imperante propone como naturales. “Lo que podremos intentar desde estos fascículos es revisar si lo que se admite como válido en la educación de los hijos fue pensado por los padres o si repiten rutinariamente conductas que se afirman son las mejores, pero sin haberlas evaluado desde sus propias perspectivas”, reflexiona Giberti.
–¿Es posible enseñar a los padres cómo educar a los hijos?
–No se trata de una enseñanza en términos tradicionales según los cuales los pupilos o alumnos, no importaba su edad, eran los que no sabían y debían acatar el saber de los profesores. De hecho la primera revisión que propongo es ¿por qué llamarla escuela? Utilicé ese título porque es el original y el que mantiene la Federación de Escuelas para Padres –con sede en Francia– de la que soy representante. Actualmente se ha resignificado el aprendizaje y la escuela y se la entiende como el ámbito en el que se orientan saberes nuevos combinados con las experiencias que traen los alumnos. Esto en los adultos tiene una absoluta vigencia. Es decir, cuando se le explica a un padre cuál es una forma posible de dar una información sexual, el padre o la madre no lo van a poder repetir tal cual, lo van a instrumentar de acuerdo con sus saberes que parten de la experiencia propia. Pero esto implica una teoría del reconocimiento que a su vez exige desactivar las jerarquías académicas tradicionales de arriba para abajo. Por otra parte hay que tener en cuenta que las conductas que se podrían considerar erróneas tal vez sean la forma en que las mujeres y los hombres encuentran para ejercer su paternidad o maternidad. Hay que llamar la atención sobre esto porque en la sociedad se instaló un mensaje culpabilizador, sobre todo hacia las mujeres a las que se intenta subordinar al pensamiento masculino merced a las críticas de los especialistas. No todas las madres ponen en riesgo la salud mental de sus hijos.
–A esta altura del siglo hablar de tercer milenio aparece como un lugar común ¿Son realmente distintos los niños de esta época?
–Por supuesto. Es necesario que tengamos en cuenta que estamos caminando detrás de estos chicos. Lo aprendido en los libros ya no alcanza para contenerlos o entenderlos. Porque estos chicos tienen incorporada otra información, sonidos distintos –el rumor de la computadora que se enciende, el sonido de los videojuegos–, están acostumbrados a ver videos, lo que significa una movilización de la percepción distinta por la velocidad y la fragmentación de las imágenes. Además, éstos son chicos que nacen en una era en que la incertidumbre acerca de lo perdurable es muy marcada. Históricamente se podía suponer que los chicos tenían una mamá y un papá y que iban a crecer así. Ahora la incertidumbre acompaña la persistencia permanente de la vida en pareja y se mezcla en las cuestiones de familia. Los que tienen ahora 4 años, hace por lo menos dos que han incorporado la palabra corrupción, no en su lenguaje pero sí en su escucha. Y los que van al jardín de infantes te tiran la palabra “trolo” o “porro” con total tranquilidad.
–¿No es posible controlar la información que manejan los chicos?
–De ninguna manera, aunque se pongan trabas o cerrojos en la televisión los chicos van al jardín, a la escuela, a la plaza, reciben información de sus iguales. Lo necesario es tratar de entender sus códigos, ver los dibujitos que ellos miran, conocer los personajes de los que toman su lenguaje.
–¿Esto colabora a que los padres vean a sus hijos como sujetos distintos de ellos?
–Claro que sí, pero los están mirando como a sujetos inquietantes. Cuando el chico aprende a hablar es inquietante porque pregunta, cuestiona, se opone. Esto también sucedía antes, pero son preguntas de difícil respuesta, esto se ve en tema sexualidad de manera crucial. ¿Quién les explica qué son los travestis? Papá y mamá. ¿Ellos la tienen clara? No siempre. El cambio más obvio en los chicos se da en la velocidad de la percepción. Además se ha descubierto, por ejemplo, que los bebés son capaces de mirar en profundidad a los pocos meses de vida, lo que hace pensar en qué se les ofrece como estímulo e introduce el tema de la educación temprana. Un tipo de educación que no es del jardín ni de la escuela sino que surge de cómo los padres juegan con sus hijos y hablan con ellos estimulándolos y serenándolos. Esto no hay que descuidarlo.
–La incertidumbre a que usted hace referencia provoca una gran ansiedad en los padres.
–Que se descarga después en los chicos. Después hablás con los pediatras y te dicen que los chicos están hiperestimulados, hiperexcitados, porque son pararrayos de la ansiedad de los padres para que los chicos respondan. Es una ansiedad destinada a sacar de ellos potencia, rendimiento, eficacia, hacerlos prometedores para lo que les espera. Y hay una vivencia de incapacidad de los padres de este milenio respecto de sus hijos que son del próximo milenio. Por eso pongo este marco, por mucho que los padres usen las nuevas tecnologías tienen una pertenencia al 1900 y los chicos les generan dudas que intentan anticipar sin tener herramientas porque no tenemos idea de qué va a pasar, si van a ir a otro planeta por el fin de semana, si la clonación tomará el lugar de la fecundación, si habrá una feminización del trabajo, que el poder de las mujeres sea tan capital y tan terrible que los hombres tengan que retroceder...
–O sean prescindibles en el momento de concebir.
–Exactamente. Estos temas son muy inquietantes porque además el patriarcado que sigue ejerciendo su poder en sus peores aspectos –los despóticos, no los protectores– está seriamente jaqueado y produce un desorden en la organización convencional del psiquismo masculino que aprendió de su mamá que ella le va a tender la cama, lavar la ropa y servirle la leche. Esto que todavía aprenden algunos varones será un conflicto central en el próximo milenio en el que tendrán que aprender a compartir lo doméstico a la par con las mujeres.
–Esto no lleva a uno de los grandes temas sociales: la discriminación.
–Claro, las familias tienen que hacerse cargo de que no es posible discriminar impunemente, ya no se puede hablar de los homosexuales llamándolos putos o trolos, porque además de violar la ley implica una total ignorancia acerca de lo que se conoce como reconocimiento de los derechos de las minorías con las que conviven y disponen de sus propias identidades. La teoría del reconocimiento nos permite también escuchar a los adolescentes sin descalificarlos con una jerarquía diferente de la de los adultos que no depende de ser grande sino de tener derecho a expresar sus ideas.
–¿Las familias del próximo milenio serían las encargadas de promover distintos acercamientos?
–Convendrá que lo hagan para postergar de alguna manera el individualismo narcisista que conduce a crecer tomando como horizonte sólo los propios intereses. Modificar la dinámica de las familias para acercarse a otras personas diferentes constituye una responsabilidad del grupo familiar. Los espacios públicos se crean a partir de estos acercamientos, así nacieron los movimientos sociales y los grupos de autoayuda social. Todos ellos reclamantes de justicia por ausencia de justicia. El acercamiento es una forma de mediar con los otros para entenderlos en lugar de encerrarse en la soberbia del endogrupo que se supone el mejor. A veces la familia no es lo mejor que tenemos, a veces es lo peor y a veces no tenemos familia aunque tengamos cosanguíneos, si pensamos en familias como reparo, consuelo, estímulo, disidencia y crecimiento.
–Sin embargo hay un mandato social de conseguir éxitos individuales, de no caerse del sistema cueste lo que cueste.
–Este es uno de los riesgos de mayor envergadura promovido por las familias. La política individualista conduce a que los hijos se piensen a sí mismos prioritariamente y cada vez menos como ciudadanos, o sea, personas interesadas y preocupadas por problemas comunes. La familia es la institución que puede colaborar para que los chicos entiendan qué es un proyecto común, ella misma lo es y de allí es que sirve como territorio para este ensayo temprano de la ciudadanía.
–Las profundas diferencias sociales, ¿colaboran con la dificultad para integrarse como ciudadanos?
–Son un signo de la época. No podemos negar que los chicos que no aprendan inglés o computación corren el riesgo cierto de quedar en los márgenes, de convertirse en excluidos. Uno de los trabajos de los padres es intentar rastrear qué proyecto nacional vale la pena ayudar a sostener. El tema de la educación es uno de los que se planteó con mayor fuerza y convocó a muchas familias justamente porque es fundante de una nación y fundamental para que la familia intercambie con las escuelas diferencias y coincidencias. Los chicos actuales podrán no tener ganas de hacer los deberes como sucedió siempre. Pero no me caben dudas acerca de la conciencia que adquirieron respecto de la necesidad de contar con un magisterio que, además de defender el derecho a la educación, también enseñe, mediante una lucha sostenida, cómo se defienden sus derechos.
–Una de las pocas seguridades con que contaban las familias era el hecho de heredar a sus hijos “una buena educación”.
–El problema es que hoy no se sabe en qué consiste una buena educación. Primero por qué no sabemos cuál será una buena educación dentro de quince años. Segundo, porque no sé si el chico va a estar apto para asumir la necesidad de aprender 3 o 4 cosas más además de la escuela. Hoy cuando se repite esa frase se quiere decir otra cosa, no la posibilidad de desarrollarse, de estar en el mundo, algo más abarcativo sino estudiar inglés, computación, francés etc. como una forma de capitalizarlos, es decir dejarles un capital que cotice en dólares.
–¿Esta nueva Escuela para Padres brinda certezas, ayuda a calmar las ansiedades de todas las familias?
–Si trajera alguna certidumbre sería peligroso porque lo que vamos a intentar desde Escuela para Padres, Los chicos del Tercer Milenio, es cómo convivir con los hijos y cómo convivir con las contradicciones sin dañar el yo, sin dañar la vida psíquica. Uno de los riesgos de las certidumbres es caer en dogmatismos o suponer que tenemos la verdad. Y no es así, el trabajo ahora, a diferencia de lo que pasaba en la década del 60 reside en aceptar la incertidumbre como un principio fundamental en toda vida humana. Por lo demás los padres encontrarán herramientas para ayudar a sus hijos a desarrollarse, a vivir en comunidad, a entender qué es lo bueno y qué lo justo según el criterio de cada uno.

 

Historia de una experiencia

“Fundé la primera Escuela para Padres del país sin imaginar que la concurrencia de padres y maestros transformaría las reuniones grupales en un movimiento que se instaló en casi todas las provincias, que encontró espacios propios en radio y televisión y que se mantuvo como un área permanente de divulgación en el diario La Razón durante once años.” Todavía Eva Giberti se encuentra con esos padres que escucharon sus recomendaciones entre 1957 y 1973 y que siguen agradeciendo la ruptura que produjo entonces ese espacio de reflexión destinado a que papás y mamás revisaran sus conductas y las adecuaran a los tiempos que corrían, muchas veces quebrando estereotipos que enfrentaban a padres y abuelos. Escuela para Padres no sólo acercó herramientas útiles para la crianza sino que además introdujo en el lenguaje cotidiano los conocimientos y contenidos teóricos del psicoanálisis. Las familias se apropiaron así de conceptos como “complejo de Edipo” o “trauma”, al punto de que hoy cualquier psicoanalista puede mencionarlo en un medio de comunicación y saber que habla el mismo idioma de sus lectores. “Además, los padres advertían que mis ideas no respondían solamente a una formación profesional sino a mi propia experiencia como madre.” Este hecho, sumado a la necesidad de encontrar otras formas de comunicación con los hijos y también de reconocer los nuevos roles de la mujer en la vida social, hicieron de Escuela para Padres una experiencia significativa que hoy se presenta, actualizada, para contestar a similares demandas en esta época, al borde del tercer milenio.


Los fascículos

Los fascículos de Escuela para Padres, Los chicos del Tercer Milenio, que escribe Eva Giberti, se entregarán con Página/12 cada sábado a partir del próximo 5 de junio, en reemplazo de la colección de cuentos del Pajarito Remendado que ofreció ayer su último capítulo. Se tratará de 20 entregas que irán desarrollando la vida familiar desde el embarazo y parto hasta la adolescencia de los hijos. Teniendo en cuenta que este material intenta anticiparse a lo que espera a padres e hijos a partir del próximo milenio, nada es previsible y se intenta abarcar todo tipo de familias, sabiendo que dentro de éstas también se están produciendo importantes quiebres. El primer fascículo coleccionable que se entregará el próximo sábado comienza reflexionando sobre el deseo de tener un hijo y los matices sociales de la maternidad y la paternidad actuales.

 

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