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ENTREVISTA CON EL ECONOMISTA VICTOR BULMER-THOMAS
"Ustedes necesitan a Europa como contrapeso de EE.UU."

Especialista en América latina, viejo conocedor del Mercosur y de las economías que lo forman, administrador de inversiones, consultor escuchado y respetado, vino a Buenos Aires para los encuentros previos a la reunión de la Unión Europea con el mercado común sudamericano, que se realizará el mes que viene en Río y en la que se puede discutir un pacto de libre comercio.

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Por Andrew Graham-Yooll

t.gif (862 bytes)  --Usted vino a Buenos Aires a hablar sobre integración en el Mercosur, y las relaciones con la comunidad europea. Puntualmente ¿cuáles son sus observaciones?

--Creo que una de las lecciones de la integración es que se avanza o se retrocede, pero es imposible permanecer quieto. La reacción frente a la devaluación brasileña en cierta forma reafirma esto. Las divergencias macroeconómicas en el Mercosur no son sostenibles a largo plazo. Un camino podría ser la dolarización para toda la región. Pero eso claramente es sólo una solución. Hay muchas otras formas de integración monetaria. Creo que le compete a Brasil, y a los otros que opinan como ella, ofrecer propuestas alternativas si no les gusta la idea de la unión en torno del dólar, cosa que claramente no desean. Pero no se puede avanzar con las reglas existentes, que deben ser superadas. Falta desarrollar la unión aduanera, hay tres regímenes de cambios diferentes, hay inflación en ciertos centros, y hay enormes diferencias en los balances fiscales.

 

--¿Cómo ve los intentos de la Cancillería argentina de proyectar al país hacia un escenario mundial más allá del Mercosur?

--En Guido Di Tella he visto, desde que lo conozco y desde que es ministro de Relaciones Exteriores, una persona al tanto de la complejidad histórica en estos temas. Toma la visión a largo plazo. Si se mira más lejos, se puede ver que la devaluación del veinte por ciento en Brasil no es el fin del mundo en términos reales. Los países europeos tuvieron que sortear situaciones similares muchas veces. El Reino Unido devaluó el veinte por ciento en 1992 y la Unión Europea no se vino abajo por eso. Creo que Di Tella trae a la visión de crisis en el corto plazo su conocimiento y experiencia basados en el estudio de la historia económica. Creo que eso resulta en beneficios. Fernando Henrique Cardoso, quizás por ser sociólogo, también sabe mirar a largo y más amplio plazo. Eso hace que ambos, cada uno en su país, puedan tomar distancia de la alarma en torno de una suba de precios circunstancial que algunos quieren generar.

 

--Pero esa gente muchas veces parece estar hablando con una docena de personas y nada más, sin ver los efectos de las decisiones políticas. Recuerdo que Peter Jay, ex embajador británico en Washington, cuando fue director del diario The Times de Londres, decía que él escribía para veinte personas solamente, los veinte que decidían. ¿No siente usted que muchas veces se dirige nada más que a veinte personas?

--Creo en lo que se llama los métodos indirectos de difusión. Aun si el auditorio total es de veinte personas, si uno tiene éxito en llegar a esos veinte ellos se encargarán de transmitir el mensaje a otros. Por lo tanto uno nunca se dirige solamente a veinte personas. Creo que eso es cierto de Di Tella. Puede ser que le hable a un grupo pequeño, pero debe tener la esperanza de que ese grupo pueda tener influencia en otro mucho mayor.

--¿Cuáles son las oportunidades reales para el Mercosur en su contacto con Europa?

--El Mercosur representa un mercado muy dinámico para la Unión Europea. Su dinamismo fue menor el año pasado y tal vez este año vamos a ver un crecimiento negativo en el comercio entre las dos regiones. Pero tomando en cuenta la década, hubo oportunidades importantes para ambos. El cincuenta por ciento de las exportaciones de la Unión Europea a América latina van al Mercosur. Era un tercio en el año noventa. Es decir, de un tercio pasó a una mitad en siete u ocho años, lo que es impresionante. Esto afecta también a la inversión directa. El 66 por ciento de la inversión directa de la Unión Europea en América latina va al Mercosur. Era el cincuenta por ciento en el año '90. Hay otra oportunidad. En Argentina y Brasil el grado de apertura, lo que se llama la relación entre la suma de las importaciones y exportaciones como proporción del producto bruto interno, tiene que aumentarse en los próximos años. Esto significa que las importaciones del Mercosur van a tener un crecimiento más rápido que el producto bruto interno. Para el Mercosur también hay oportunidades, desafíos y políticas geoestratégicas. La Unión Europea es el mercado más importante cuando se analizan las cifras del año pasado. El 25 por ciento de las exportaciones del Mercosur se vende a la Unión Europea, mucho más que a Estados Unidos. El Mercosur también va a tener que incrementar sus exportaciones. El Mercosur necesita a la Unión Europea como contrapeso frente a los Estados Unidos. Esa es una política inteligente, por supuesto, pero le está dando un elemento no comercial a la relación entre el Mercosur y la Unión Europea.

--¿Cuáles son los pasos próximos para llegar a un acuerdo de libre comercio?

--Hay tres elementos: el mandato, las negociaciones y el acuerdo final. Esto es una cuestión de mucho tiempo. El presidente Chirac, de Francia, fue tal vez el hombre que, hace varios años, dio origen a la idea de una cumbre entre las dos regiones. Y es cierto que un presidente francés no quiere ir a una cumbre en Río de Janeiro sin la posibilidad de avanzar hacia un acuerdo de libre comercio. Vale la pena recordar que la agenda europea está muy llena, es muy difícil concretar estas reuniones, no solamente en términos de su relación con Mercosur.

--¿Para cuándo?

--Tal vez el acuerdo pueda empezar a correr a partir del año 2005. Pero en cualquier tipo de acuerdo hay siempre un tiempo de ajuste para la aplicación de la reducción de las cuestiones arancelarias y no arancelarias. Típicamente, este proceso puede tardar de cinco a diez años para lograr el ajuste. Entonces, es difícil imaginar, dentro de la visión más optimista del proceso, que haya un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur definitivo antes del 2010 o el 2015. Son muchos años para nosotros individualmente, pero hay que pensar en todos los pasos previos que hay que dar y todas las posibilidades por explorar entre las dos partes.

--¿La clase académica argentina le escapa a los desafíos? ¿Ha muerto su capacidad de cuestionar a la autoridad y a los dictados de la actualidad o de la necesidad?

--No creo que haya muerto el cuestionamiento. Creo, sí, que muchos de los argentinos y latinoamericanos que cuestionaron en su momento se exiliaron. Y para los que se quedaron hubo limitaciones considerables en su posibilidad de enfrentar situaciones abiertamente. Dudo que haya desaparecido la capacidad de cuestionamiento. La disposición a enfrentar los desafíos se ha reforzado, es mucho más fuerte en los últimos 15 años, y creo que ésa es una muy buena noticia.

--Pregunto porque un colega suyo en Londres describió a la clase académica argentina como díscola y superficial. ¿Cómo percibe a esta clase académica?

--Desde un punto de vista más positivo creo que la comunidad académica argentina, e incluyo a los estudiantes de niveles más altos, han sido desafiados a cuestionar mucho más. Eso algunas veces puede parecer díscolo y hasta superficial. Pero a mi modo de ver esto es saludable. He visto este aspecto en los argentinos que hemos invitado a Londres, que participan en seminarios y conferencias, en sus ensayos y otros escritos. Se está poniendo un énfasis enorme en la independencia de criterio, en la libertad de pensamiento. Esto es sumamente positivo para una sociedad.

--En el campo de los estudios académicos (históricos, económicos, políticos, sociales, etc.) los extranjeros que estudian a la Argentina toman posiciones bastante diferentes, según sus orígenes. ¿Cómo compara a los estilos académicos anglosajón y francés? Por ejemplo, una de las comparaciones más fáciles, por conocida, está entre la historia de los militares en la Argentina del estadounidense Robert Potash y la del francés Alain Rouquié.

--Es parte de la diferencia entre las tradiciones anglosajonas y francesa, una tradición y una diferencia que se mantienen muy vivas. Cuando leo un texto sobre América latina de un académico francés, soy consciente de que ellos escriben influidos por una fuerte tradición teórica, y quieren lograr que la teoría sea la correcta antes de iniciar el análisis. Así que primero establecen la teoría, luego analizan los hechos. En el caso de la tradición anglosajona muchas veces se comienza por los hechos y se espera que en el desarrollo de la investigación se logre un panorama suficientemente coherente que, con suerte, se podrá llamar una teoría. Algunas veces no se llega a una teoría y uno se queda con el análisis empírico. Pero ésta es la ventaja comparativa de la tradición anglosajona. Pierde en algunos aspectos, naturalmente, pero el resultado al final es, espero, el logro de un conocimiento adicional de los hechos. Se puede llegar así a tener un mayor número y conocimiento de datos que se busca analizar. Reconozco que en mi propio trabajo he otorgado gran valor a este aspecto. Pienso que aunque no se logre nada más, por la razón que sea, por lo menos dejaré mejor informada a la gente acerca del tema que he encarado.

 

--¿Cómo encara a una historia como la nuestra, donde muchas veces no hay registros suficientes, donde en numerosas ocasiones se han destruido los archivos? ¿Cómo nos percibe?

--Creo que esto tiene un contexto generacional. Mi generación fue atraída a América latina precisamente porque no tenía nada que ver con el imperio británico, por lo menos, no lo tenía con el imperio formal. Su atractivo, si se quiere, era el hecho de no ser parte del Commonwealth, no tenía antecedentes de colonización formal, y había relativamente poca información en Gran Bretaña sobre los temas de la región. Para mi generación hubo una sensación de ser pioneros en este campo de estudios. Una situación típica no era la frustración ante la falta de información para una investigación, sino que la falta se tomaba como un desafío aceptable en nuestra condición de pioneros. La falta de información primaria en los archivos de América latina no era un obstáculo, sí lo era la paupérrima calidad de nuestras bibliotecas en el Reino Unido. Pero esto ya es cosa del pasado. Tenemos ahora fuentes de estudios muy buenas en el Reino Unido. Cuando viajamos por América latina, creo que en la mayoría de los casos el material con que trabajamos es de buen nivel. Además me sorprende cuánto se nos facilita el acceso a las fuentes actualmente. Por ejemplo, en los años setenta escribí mi tesis doctoral sobre Costa Rica y siempre me llamó la atención que se me diera información con sólo solicitarla. En muchos casos esa misma información me hubiera sido negada en el Reino Unido. Está bien, quizás se pueda discutir que la calidad de la información no era la misma, pero el hecho es que era más accesible para nosotros aquí que en Europa.

--¿Eligió Costa Rica por algún contacto especial?

--No. Fue accidental. Fui a América Central como parte de un servicio voluntario cuando tenía dieciocho años, y luego fui destinado a lo que era Honduras Británica (hoy Belize). De ahí surgió mi interés en América Central.

 

--La dictadura nos ha dejado con un conflicto: no está claro si la Argentina bajo los militares era más corrupta que ahora, porque nos faltaba información en el pasado y por eso nuestra investigación sobre la corrupción de esa época es deficiente, o si pensamos que el Gobierno y sociedad actual son más corruptos porque tenemos mucha más información. El conflicto radica también en la valoración u olvido del pasado, y en los niveles de acceso a la información en la actualidad.

--Es un punto importante y tiene que ser debatido. Nunca se va a lograr una respuesta acerca de una medida aceptable de corrupción. Cualquiera que piense que puede producir una comparación de los niveles en el tiempo se está engañando. Por lo tanto se termina elaborando una estimación subjetiva. A mi modo de ver la corrupción ahora es un problema mucho menor de lo que fue y eso por dos razones. Una, y la idea no es original pero pienso que es la correcta, es que si hay menos recursos en manos del sector público, hay menos oportunidad para la corrupción. Obviamente en una economía en la que se han privatizado las empresas del Estado, teniendo en cuenta las situaciones relativas, debería haber menos corrupción que en una economía centralizada o estatal. La otra razón es que se supone que la prensa es ahora mucho más libre que antes y por lo tanto la atención concentrada de los medios en los hechos de corrupción genera una transparencia que antes no existía. El hecho de que exista el debate sobre el antes y el ahora es saludable. Es alentador escuchar cómo la gente habla sin miedo de la corrupción. Es cierto que hay quienes están tentados a pensar que el problema está fuera de control o que es mucho peor que antes. Pero no lo veo así. Creo que la situación ha mejorado.

--¿Cómo se logra obtener en Gran Bretaña fondos para entidades que vendrían a ser algo como nuestras universidades nacionales?

--Antes de responderle a esa pregunta debo decir que estuve en la estación Retiro (el 10 de mayo) y me impresionó la seriedad de los estudiantes al establecer clases de física y matemáticas en el hall de la estación. Escuché con atención sus argumentos y no me cabe duda de que admiro su forma pacífica y digna de llamar la atención pública a los problemas que enfrenta la educación pública aquí. Claro que el presupuesto de educación británico también tiene sus problemas propios. Es generalmente aceptado el criterio de que la mayor parte de los fondos debe surgir del sector público, y luego las universidades pueden agregar a estos fondos mediante ciertos aranceles. Los aranceles son un debate público y también tuvieron su contenido electoral cuando se eligió el parlamento escocés (el 6 de mayo). Las universidades pueden reunir fondos adicionales mediante contactos con empresas y otras entidades. No creo que tengamos la respuesta al problema, pero pienso que se ha llegado a un consenso. Nadie duda de que el Estado debe estar en el centro del sistema de educación británico. Todos tienen que pagar el precio que requiere un buen nivel académico.

 

--Si un profesor trabaja como consultor, ¿lo hace en forma privada o para la universidad de Londres?

--No, las consultorías que hago yo son mi actividad privada. Algunas universidades operan un sistema de arancel a los profesores que obtienen trabajos externos o consultorías. Depende en realidad de cuánto tiempo tienen que dedicarle a la labor fuera de la universidad. Hay un centro de estudios sobre el desarrollo en la Universidad de Sussex que les requiere a sus profesores que desarrollen trabajos de consultoría y luego les cobra una participación del 40 por ciento de sus honorarios.

--¿Dónde se posiciona usted políticamente?

--Si tengo que mirar al espectro, creo que estaría en la centro-izquierda.

 

 

Por qué Victor Bulmer-Thomas

Por Andrew Graham-Yooll

t.gif (862 bytes) Para el mes que viene está prevista en Río de Janeiro una cumbre de jefes de Estado delna12fo02.jpg (10998 bytes) Mercosur y de la Unión Europea. En Buenos Aires se realizó (en el Palacio San Martín, el 11 de mayo) un seminario informativo organizado por la entidad británica Canning House (apoyada por el Foreign Office) a modo de preparación para la reunión de Río que pondrá en marcha los contactos formales entre ambos grupos regionales.

Victor Bulmer-Thomas, nacido en Londres en 1948, profesor emérito de economía de la Universidad de Londres desde el año pasado, ex director del Instituto de Estudios de América latina de esa misma universidad entre 1993 y 1998, participó de la ronda informativa en Buenos Aires.

Además de docente veterano, Bulmer-Thomas es directivo del fondo financiero Gartmore Latin America New Growth Fund y de la banca Shroders Emerging Countries Fund. Es también miembro de los consejos editoriales de varias publicaciones especializadas en estudios políticos y económicos en América latina. Su carrera docente comenzó en la Universidad de Strathclyde, en el norte de Inglaterra, y fue profesor en la Universidad de Oxford y en Queen Mary's College, Londres, además de la Universidad de Londres.

Está entre los analistas más respetados en los círculos académicos y empresarios del mundo anglosajón y europeo, y también en Latinoamérica. Su visión tajante de la realidad económica, muchas veces presentada sin optimismo y sin rastro alguno de humor, es buscada por estudiantes y empresarios en todos los niveles. Su pragmatismo a veces resulta impactante frente a otros que buscan moderar los efectos y las tendencias de la política y la economía internacional.

Bulmer-Thomas es hoy investigador asociado en el instituto londinense que antes dirigió. Fue condecorado por los gobiernos de Gran Bretaña, Colombia y Brasil por sus servicios a los estudios económicos. Frente a lo que ofrece la reunión en Río de Janeiro, que puede ser el comienzo de una nueva etapa en el intercambio regional, era necesaria esta apreciación realista, expresada sin reservas.

Bulmer-Thomas es casado y padre de tres hijos.

 

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