Por Maximiliano Montenegro
Pidiendo
máxima reserva, el Banco Mundial encargó a una encuestadora de primer nivel una
investigación para determinar cómo viven y qué opinan los pobres en la Argentina.
Alrededor del 80 por ciento siente que su situación empeoró en los últimos cinco años.
La gran mayoría identifica su condición de desempleado o de vulnerabilidad social con
las políticas económicas de los años recientes. El 68 por ciento cree que las cosas
seguirán igual o empeorarán los próximos dos años. El principal reclamo es por empleo,
y la situación es tan crítica que demandas como acceder a una atención digna de
salud o poder educarse y capacitarse quedan totalmente relegadas. La
Iglesia, antes que el gobierno nacional, es considerada la institución más capacitada
para luchar contra la pobreza. Lapidaria percepción de los sectores menos favorecidos
acerca del clientelismo político que tiñe los programas sociales oficiales (ver aparte).
El informe, al que accedió en exclusivo Página/12, forma parte de la auditoría social
de la gestión de Carlos Menem que lleva a cabo el organismo internacional.
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razones que explican la existencia de barreras
discriminatorias o dificultades de acceso a
programas sociales (*)
en
%
A la política
41,2
Cuestiones sociales
24,5
Cuestiones culturales
8,1
Falta de trabajo
0,0
Problemas de salud y físicos
3,6
Cuestiones religiosas
0,0
No sabe
17,0
No contesta
9,5
(*) los porcentajes suman más del 100% porque se aceptó más de una respuesta.
Fuente: Banco Mundial. |
Este diario había publicado, el 30 de abril pasado, otro capítulo de
la exhaustiva evaluación de la pobreza (Argentina Poverty Assessment) que
concluyó el Banco Mundial en los últimos meses, aunque sólo piensa difundir recién
después de las elecciones de octubre, para no molestar al Gobierno. Aquel documento
reveló que, en todo el país, 13,4 millones de personas se encuentran bajo la línea de
pobreza (36,1 por ciento de la población), mientras que 3,2 millones (el 8,6 por ciento)
viven en la indigencia.
El informe que hoy difunde Página/12 se titula Evaluación social de la
autopercepción de los pobres en Argentina. Fue encargado a una encuestadora local
de primera línea, bajo la coordinación general de un funcionario del Banco Mundial en
Washington, Norman Hicks, y la supervisión de una funcionaria del organismo en Buenos
Aires, Sandra Cesilini. La encuesta tiene un módulo nacional, para el que se realizaron,
en 29 ciudades, 1200 entrevistas domiciliarias. El otro módulo, sobre 600 casos, fue
relevado en el área metropolitana.
Estos son los principales resultados:
* Los pobres definen su condición, primero que nada, por no tener trabajo o
tener problemas laborales (38 por ciento de las respuestas) y tener un
salario bajo (el 18 por ciento). En tanto, un 14 por ciento lo hace por no
tener lo mínimo para cubrir las necesidades básicas, un 13 por ciento por no
tener dinero y un 7 por ciento por una jubilación indigna.
* Debido a que la crisis laboral los dejó en una situación extrema, las llamadas
carencias estructurales, como las dificultades de acceso a la educación o la
salud, han pasado a un segundo plano entre las prioridades. Apenas el 1 por ciento se
autodefine pobre por no poder educarse y capacitarse y sólo el 1,3 por
no tener acceso a una atención digna de la salud.
u En la definición del Banco Mundial, pobres son aquellas familias que viven con menos de
unos 460 pesos mensuales. Para tener una idea de lo acotado de sus expectativas social
frente a la crisis, el 62 por ciento de los encuestados de bajos recursos dice que podría
vivir dignamente, cubriendo sus necesidades básicas, con menos de 1000 pesos. Y un 25 por
ciento podría arreglárselas con 600 pesos.
* No todos son pobres tradicionales, ya que un 17 por ciento
de los encuestados (casi uno de cada cinco) de clase media hoy se autodefinen en una
situación de pobreza.
* Cuando se pregunta cuáles son las instituciones más capaces para aportar soluciones
efectivas contra la pobreza, la Iglesia se ubica en primer lugar con más del 30 por
ciento de las respuestas: ya sea considerada tanto a sí misma como a través de Caritas.
En segundo lugar, se pide atención al gobierno nacional (23 por ciento). Mientras que un
15por ciento considera que ninguna institución hoy podría dar respuesta a
sus necesidades. Sólo el 4 por ciento considera que municipios o gobiernos provinciales
tienen la capacidad para buscar soluciones a la pobreza.
* La percepción de los sectores bajos sobre la evolución de su situación en los
últimos años es inequívoca. A nivel nacional, el 85 por ciento considera que está
igual o peor que hace cinco años. Y sólo el 13,5 por ciento dice que está mejor.
* En el área metropolitana el pesimismo es todavía mayor. El 79 por ciento está peor o
mucho peor, el 17 por ciento igual y apenas el 3 por ciento mejor. (El resto no sabe o no
contesta.)
* Casi la totalidad de los hoy pobres identifica su situación de desempleo o
vulnerabilidad social con los años del gobierno menemista. Por ejemplo: el 31 por
ciento se define en esa condición hace menos de un año (1998), el 26,3 por
ciento hace uno o dos años (96/97), el 23 por ciento hace tres o cuatro
años (94/95), el 9 por ciento entre cinco y siete años atrás
(91/93) y el 4,5 por ciento entre ocho y nueve años atrás.
Apenas el 1,9 por ciento dice que las causas de su situación de vulnerabilidad actual se
remontan a hechos previos a 1989.
* En cuanto a las razones atribuidas a la situación de vulnerabilidad económica y
social familiar, el 60 por ciento las identifica con pérdida del empleo sin
causa y pérdidas del empleo por reajustes donde trabajaba, mientras que
el 13 por ciento habla de dificultades para adaptarse al mercado de trabajo.
* Mirando hacia el futuro también domina el pesimismo. El 36 por ciento dice que las
cosas empeorarán. El 33 por ciento que seguirán igual y sólo el 19,5 por ciento que
mejorarán.
EL FANTASMA DE LOS POBRES
Miedo a perder el empleo
La
encuesta del Banco Mundial revela que, de lejos, la mayor pesadilla de los pobres es el
desempleo o el temor a perder las precarias ocupaciones que desempeñan.
* Así, el 70 por ciento de los pobres con empleo piensa siempre en la
posibilidad de perderlo y el 26 por ciento piensa en lo mismo de vez en
cuando.
* Cuando se les pregunta por salidas prácticas para resolver los problemas de
alimentación: el 29 por ciento responde trabajo y mejores salarios; el 9 por
ciento menciona más comedores públicos; y el 7 por ciento, eliminar la
corrupción.
* Cuando se les consulta por las salidas prácticas para resolver los
problemas de manutención de familiares pobres, de nuevo la necesidad de fuentes de
trabajo encabeza el ranking. Pero también se halla en primer lugar el pedido de
subsidios al sector público, en tanto se mencionan como otras alternativas
eliminar la corrupción en el Estado y una mayor solidaridad.
* Curiosamente, pese a la propaganda oficial en este sentido, los pobres argentinos no
creen que un mayor control de inmigrantes vaya a resolver el problema de la falta de
trabajo: sólo un 0,9 por ciento de los encuestados menciona esta medida como una
solución a los problemas de empleo. La mayoría cree que hay que crear fuentes de trabajo
abriendo nuevas fábricas. |
La ayuda es deficiente
cómo evalúan el funcionamiento de programas sociales en el
país |
en
%
Muy positivo
3,5
Positivo
5,8
Regular
36,0
Negativo
19,4
Muy negativo
12,7
No sabe/No contesta
22,6
Fuente: Banco Mundial. |
Planes sociales con mala
imagen y bajo sospecha
La encuesta reservada del Banco
Mundial revela la negativa imagen de los programas sociales del Gobierno. Su
utilización política es señalada como principal causa de su fracaso. |
|
Por M. M.
Nada disgustará más al
presidente Carlos Menem, cuando se entere por Página/12 de la encuesta reservada del
Banco Mundial, que la difusión de la pésima opinión que tienen los sectores de bajos
recursos de los programas sociales oficiales. Casi el 70 por ciento de los consultados
califica de regular, negativo o muy negativo el
funcionamiento actual de los programas sociales nacionales. Entre las principales causas
que impiden el éxito de los programas sociales, la más mencionada es su
utilización política.
Uno de los funcionarios más indignados a fines de abril, cuando este diario publicó la
primera evaluación de pobreza del Banco Mundial a nivel nacional, fue el secretario de
Desarrollo Social, el santiagueño José Figueroa. El enojo de Figueroa con las
autoridades locales del organismo fue indisimulado y, junto con el jefe de Gabinete, Jorge
Rodríguez, fue quien más presionó para que Myrna Alexander, directora del Banco en el
país, difundiera una nota lamentando profundamente que la información haya
llegado a la prensa.
Justamente, la Secretaría de Desarrollo Social es uno de los organismos del Estado con
mayor injerencia en los planes sociales nacionales, que son duramente criticados por los
pobres por su clientelismo político, falta de transparencia y problemas
de administración de fondos.
Los resultados del sondeo son los siguientes:
u El 36 por ciento califica el funcionamiento de los programas sociales oficiales de
regular, y el 32 por ciento de negativo y muy
negativo. Sólo el 9 por ciento lo considera positivo o muy
positivo.
u Los sectores humildes tampoco se sienten escuchados por los administradores de los
planes sociales. El 74 por ciento de los encuestados dice que quienes conducen estos
proyectos toman en cuenta poco y nada sus opiniones.
u Entre los factores que obstaculizan o impiden el éxito de los programas
sociales se destacan: su utilización política (el 58,7 por ciento lo
menciona), la falta de transparencia en los procedimientos (58,3 por ciento),
los problemas de administración de fondos (55,8 por ciento) y la
burocracia excesiva. Curiosamente, tal vez relacionado con el clientelismo
político la respuesta más mencionada también se adjudica responsabilidad en
el fracaso de los programas a las discusiones y enfrentamiento internos dentro
del Gobierno.
u El 45 por ciento dice que existen problemas de discriminación en el manejo de dicha
ayuda social. Así, el 41 por ciento explica tal discriminación debido a la
política, el 24 por ciento a cuestiones sociales y el 8 por ciento a
cuestiones culturales. El 17 por ciento no sabe por qué lo discriminan.
u El programa social más conocido es ninguno, con el 71 por ciento de las
respuestas. Visto por tipo de programas, es impresionante la proporción de encuestados
que no sólo nunca accedió sino tampoco los conoce. Por ejemplo: el 89 por ciento no
conoce el Promin (Programa Materno Infantil) o lo conoce sólo de nombre, el 87 por ciento
no está enterado del Pro-Huerta, el 90 por ciento desconoce la existencia del ASOMA, un
plan para la ancianidad, y el 93 por ciento nunca oyó hablar del Siempro, lo cual es
lógico porque es un Sistema de Información, Evaluación y Monitoreo de Programas
Sociales que, a pesar de implicar un gasto de varios millones de dólares anuales, sólo
difunde datos si se trata de una campaña publicitaria oficial. Todos estos programas
pertenecen a la Secretaría que comanda Figueroa.
HISTORIA DE VIDA |
Walter
Trabaja en una escuela pública, como ayudante de portería, desde 1992. Gano 400
pesos menos los descuentos. Antes, yo trabajé durante diez años de mozo en un hotel. Era
un trabajo estable. Me acuerdo que me tocó la hiperinflación, pero por más mal que
estuviéramos siempre tenía un peso en el bolsillo. ¿Cuál es la diferencia? Que hoy no
se puede reclamar y uno tiene que bajar la cabeza. Es el miedo a perder el trabajo.
Walter vive detrás de la Terminal de Micros de Buenos Aires. Yo quería sacar un
crédito. Pero cuando me pidieron los documentos, en el DNI nosotros tenemos anotado, casa
tal, manzana tal, calle 5, Villa 31.
Luisa Mamani
Dirige el comedor infantil Pulgarcito, en la Villa 31.
Acá vienen unos cien chicos a comer porque los padres no tienen para darles. Y
también vienen mayores que están desocupados. No se consigue trabajo porque somos de
acá, de la villa, y hay mucha discriminación. Yo estoy en la 31 desde 1969, y nunca vi
que pasara lo que nos está pasando ahora. Si no tenés secundario, nadie te toma y acá
se hace muy difícil el estudio para los chicos, cuando el problema es comer.
Antonia Vera
Está instalada de pie, en una esquina de la calle 5, de la Villa 31, frente a la puerta
de su casa. Delante suyo hay una parrilla con brasas,
donde va arrojando tortillas de harina para vender. Compre tortillas. Por 1 peso
cada una, se lee en un cartón rústicamente manuscrito, apoyado contra los pies de
la parrilla. Empecé a vender tortillas hace tres días. Se me ocurrió porque ya me
estaba desesperando. No tengo ningún ingreso y de algún lado tengo que sacar
plata.
Norma Gutiérrez
Estuve trabajando de empleada en Sacoa. Hacía de encargada, me ocupaba
de los trabajos de limpieza y también de los de mantenimiento. Por todo eso me pagaban
280 pesos por mes. Pero no me reconocían nada, ni accidentes de trabajo, ni me podía
enfermar porque me descontaban los días. Así y todo, ahora te pagan menos y es más
difícil conseguir trabajo. Para mí que el Gobierno les dio todo el aval a los
empresarios para que hagan lo que quieran. Junto a ella, su marido, Osvaldo, que
trabaja en una empresa transportista, asegura que la que tiene la culpa es la gente,
porque hace todo lo que el Gobierno quiere.Humberto
Tejada
Me duele en el alma hacer esto. No tengo por qué estar acá, cirujeando, pero me
quedé sin trabajo, nos despidieron a todos y no nos pagaron un peso. Hasta hace
un año trabajaba en una empresa de limpieza, en el microcentro, pero de golpe y
porrazo nos echaron como a cien. Desde las 18.30 hasta las 2 o 3 de la mañana,
Tejada recorre las calles de la city porteña revolviendo bolsas de basura y juntando
papeles y cartones. Saco unos 10 pesos por día.
Zulma Moretti
Vivo en la Villa 31 hace 10 años. Mi esposo es operario en una
fábrica de matafuegos, y yo hace 7 años que trabajo en una casa de familia en Santa Fe y
Riobamba. Acá, donde vivimos, tenemos problemas de vivienda, los chicos se mojan los pies
al caminar, se llenan de hongos, y hay muchos problemas de asma. Yo tuve suerte y entré a
trabajar porque mi tía trabajaba en la misma casa y me recomendó cuando ella dejó. Pero
lo más común es que la gente de acá no consiga trabajo porque vivimos en la villa. Y
ahora se hace mucho más difícil todo. Hay menos trabajo, apenas se suman 280, 300 pesos,
y no alcanza para nada.
Adrián y María
Adrián y María
El tiene 20 años, ella 21 y tres hijos. Hace tres años que nos dedicamos a
esto, dice Adrián, mientras revuelve las bolsas de residuos,
sobre Diagonal Roca. No buscan papeles. Se ocupan de una de las ramas del cirujeo:
materiales de aluminio. Los vendemos y sacamos 5, 10 pesos por noche, que usamos
para el guiso y los pañales de los bebés. Empezamos a las ocho de la noche y seguimos
hasta pasada la medianoche, asegura María.
Héctor
Lleva siete años como lustrabotas, en la misma parada: Florida, a pasos de
Rivadavia. Considera su trabajo como una profesión artesanal y, pese a que se
ve obligado a trabajar doce horas diarias después de viajar dos horas de ida y dos horas
de vuelta, desde la provincia, asegura que acá hay trabajo, pero nadie lo quiere
hacer bien, por eso falta. Antes se lustraba todo el mundo. Ahora, me parece que los que
se lustran tienen que tener un buen sueldo.
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