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Por Pablo Rodríguez La historia política de Chile no será igual después del día de hoy. El domingo por la noche, Ricardo Lagos esperó a que los demócratas cristianos reconocieran su derrota para lanzar su anuncio triunfal. Con más del 70 por ciento de los votos en unas internas cuyo nivel de participación confirmó los pronósticos más optimistas (1,3 millones de electores), el socialista Lagos se convirtió en el candidato de la oficialista Concertación por la Democracia para las elecciones presidenciales de diciembre. Pero la Democracia Cristiana (DC), que debe acompañar a Lagos en la campaña electoral, ya sufrió los primeros embates de una derrota inesperada en su magnitud: la dirigencia del partido presentó ayer su renuncia indeclinable. La DC está ahora forzada a renovarse al mismo tiempo que apoya a Lagos. Sólo así podrá darle respaldo y a la vez recrearse como partido, dijo a Página/12 el politólogo chileno Norbert Lechner, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Lagos se reunió ayer con el presidente Eduardo Frei, quien lo felicitó por el triunfo y fundamentalmente reafirmó para la foto la unidad de la coalición gobernante ante la perspectiva de un escenario imprevisto hasta hace poco tiempo: un tercer gobierno de la Concertación (el candidato derechista Joaquín Lavín figura muy por debajo de Lagos en los sondeos de intención de voto), donde la Democracia Cristiana, el partido supuestamente mayoritario y el que tiene mayor aparato a nivel nacional en Chile, ocuparía el segundo lugar. Por su parte, el candidato socialista reafirmó esa unidad de la Concertación en los acuerdos programáticos de la coalición gobernante. He dicho que habrá continuidad y cambio. La continuidad está determinada por una baja inflación, por una política macroeconómica seria y estable y por los equilibrios esenciales del país. El cambio tiene que ver con cómo somos capaces de enfatizar elementos en el ámbito social, dijo Lagos en el Palacio presidencial de La Moneda. Cuando fundamos la Concertación, nuestro programa se definía como Crecimiento con equidad. Ese programa, evidentemente, está incompleto. Nosotros pretendemos seguir el camino trazado, explicó a Página/12 la vicepresidenta del Partido Socialista Fanny Pollarolo. Los analistas y los políticos coinciden en que existen dos factores a considerar para la campaña electoral que se desarrollará de aquí al 12 de diciembre: la reestructuración de la DC y de su papel en la Concertación, y el nivel de polarización entre un candidato que representa la herencia política del ex dictador Augusto Pinochet, como Joaquín Lavín, y otro que pertenece al partido del presidente Salvador Allende, muerto en el golpe militar de 1973. Sobre el primer punto, la magnitud de la derrota va a forzar una renovación doctrinaria y orgánica de la DC, opinó Lechner. Hasta ahora, preocupados más por gobernar que por definir su norte como partido, los democristianos no habían hecho esta renovación, algo que sí había ocurrido con los socialistas. Se puede decir, en este sentido, que el triunfo de Lagos se viene gestando desde hace mucho tiempo, completó. En cuanto a la polarización entre Lagos y Lavín, el analista Carlos Huneeus, del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), consideró que no es posible porque, aunque Lavín es el candidato de la derecha, Lagos no es un candidato de izquierda, es de la Concertación. Para Pollarolo, Lavín no hará ninguna campaña del terror contra Lagos, pero parte de la derecha sí lo hará. El debe blanquear su imagen, aparecer lejos de Pinochet aunque represente su continuidad. En todo caso, el nivel de participación electoral en las internas de la Concertación y el masivo apoyo hacia Lagos parecen asegurar la victoria de Lagos dentro de siete meses. Este resultado dio una fuerza tremenda a la Concertación para movilizar al país, estimó Huneeus. Según Marta Lagos, de la encuestadora MORI, los votos de la Concertación anticipan una paliza para la derecha en las elecciones de diciembre.
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