Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


“Tengo 23 años, ya estoy algo vieja para el folklore”

Más allá de ironías, María José Albaya deja claro en su compact debut que hay otras nuevas tendencias en el mundo del folklore argentino.

na26fo01.jpg (8806 bytes)

Por Fernando D’Addario

t.gif (862 bytes)  ”Todavía me cuesta decir `soy cantante’”, dice ella, con cierta timidez de porteña que hace folklore. Aunque la realidad le indica que efectivamente es cantante, y que acaba de editar un disco –Vidala de la Copla– interesante y controvertido, es probable que María José Albaya se permita dudar en virtud de una idea muy afín al arquetipo folklórico: para ser folklorista de verdad hay que rendir exámenes cotidianos de criollismo. Y Albaya, más allá de las guitarreadas familiares que golpean sus recuerdos de infancia, no tiene blasones criollos para presentar en la mesa de los puristas.
Albaya nació en el barrio de Belgrano, estudió letras, y en lugar de peregrinar rumbo a Santiago del Estero en busca de savia folklórica, se mandó a divagar por Europa, hasta que se cansó, volvió y se puso a cantar. Esa es su corta historia artística y, en virtud de los resultados que se vieron en su CD debut (un tratamiento refinado y moderno de temas como “Zamba de Lozano”, “Subo” y “Zamba del Chaguanco”, con la dirección artística de Guillo Espel), se refuerza la idea de que hay un folklore para escuchar en el living, otro para vivirlo en una peña estudiantil y otro para revolear el poncho. Albaya pertenece al primer grupo, aunque hoy a las 20.30 en Notorius (Callao 966) intentará demostrar que (sin poncho, claro) también puede dejar una buena impresión arriba de un escenario.
–Rescatar composiciones de Cuchi Leguizamón, Manolo Juárez, Hilda Herrera, Rolando Valladares, ¿implica una toma de posición o es sólo una cuestión de gusto musical?
–En este momento, es una toma de posición. Hay una línea folklórica que, quizá sin proponérselo, es una especie de frente de resistencia artística. Después, hay una serie de cosas que una no puede manejar. Mi timbre de voz, por ejemplo. Es lo antifestivalero. No es mi elección, salí así, qué voy a hacer ...
–Es decir que, de cualquier modo, va a contramano de lo que se supone es el folklore oficial ...
–Bueno, depende de cuál sea el ámbito en el que uno se sitúe. No creo que la música que escucho sea hoy una cosa aislada. Lilian Saba, Guadalupe Farías Gómez, Manolo, Eduardo Lagos ... puedo nombrar un montón de gente que está haciendo cosas por la música, y eso también es una tendencia, que con el correr de los años se va a seguir sintiendo.
–¿Se imagina en Cosquín?
–Me cuesta. Este año fui, y aunque me aturdió bastante, me gustó mucho eso de que estaba toda la gente reunida alrededor del folklore. Viviendo en la Capital es muy distinto. Acá no se respira folklore.
–Entonces está expuesta a que se diga que a su música le faltan “empanada y vino tinto ...”
–Y... se nos nota que no nos criamos en Jujuy tocando la caja. Quedaría muy mal que me hiciese la tradicionalista y, al mismo tiempo, tampoco voy a dejar de hacer folklore porque no nací comiendo locro. Eso de la tierra y el pañuelo es definitivo. No sé dónde buscarlo, y tampoco tengo la culpa de haber nacido en Buenos Aires. A mí me encanta el folklore, pero también escuché a los Beatles, Schönberg y Jobim, y me gustaría que se note en la música, aunque sí reconozco que siento más cercano a mí al folklore argentino que a la bossa nova, por ejemplo.
–¿Cree que su propuesta puede llegar al gran público?
–Tengo totalmente asumido que nunca voy a ser masiva. Ya tengo 23 años. Estoy un poco vieja para el folklore...

 

PRINCIPAL