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En los pasacalles de Tucumán hay
ofertas políticas de 1879 sublemas

La increíble suma de 30 mil candidatos  podrá ser votada el  domingo en las elecciones   tucumanas, que  incluyen la sucesión del gobernador.

Richard Bussi no es otro que el hijo del ex represor.
La broma alude a que el candidato nació en EE.UU.

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Por Felipe Yapur

t.gif (862 bytes) Las calles tucumanas se volvieron oscuras y el sol no logra tocar el suelo, por la saturación de pasacalles. Cada uno ofrece el mejor candidato para la ciudad, para la provincia, para el municipio. Esta sobreoferta de candidatos tiene una sola explicación, la Ley de Lemas. Es por ello que los ciudadanos de Tucumán tienen para elegir el próximo 6 de junio 1879 sublemas, o lo que es lo mismo, unos 30.000 candidatos. Entre ellos Ricardo Bussi, el hijo del ex dictador, que intenta perpetuar el apellido de su padre, el actual gobernador Domingo Antonio Bussi.
Pero no sólo el pasacalle está sembrado por las calles tucumanas, las paredes están abarrotadas de afiches con el rostro de aquellos que juran ser los indicados para representar a los ciudadanos. “Usted hace tiempo que los eligió”, reza uno de los carteles y el candidato muestra su mejor sonrisa. “Unidos a la Fuerza”, dice otro afiche, esta vez del sector díscolo de los republicanos, el NOS.
“La Ley de Lemas es una garantía de participación ciudadana”, es el razonamiento de los políticos ante la proliferación de miles de sublemas. Puede ser cierto, pero cuando el domingo un ciudadano ingrese al cuarto oscuro se encontrará con cientos de boletas. No hay que preocuparse. Los candidatos, que piensan en todo, ya encontraron la solución. Cada voto está dividido en cuatro partes, las dos de arriba pertenecen al lema y las restantes al sublema. Pero si aún así tiene inconvenientes para ubicar a su candidato preferido por el número que les adjudicó la Justicia electoral, que en algunos casos son de cinco cifras, puede recurrir a la imagen que encabeza el sublema. Entonces, si el que sonríe es su elegido, no lo dude y vótelo.
Pero este beneficioso recurso arrancado de las reglas del marketing tiene también su lado oscuro. En el caso de los votos del justicialismo, por ejemplo, desaparecieron las históricas imágenes de Perón y Evita, aunque sobrevive el escudo del partido. Otro ejemplo es la boleta deRicardo Bussi, que no lleva la foto de su padre. Tal vez será porque el anciano general, en busca del fuero protector, es candidato a legislador por la sección electoral Este.
Ahora bien, si la fotografía o el número del sublema no es suficiente, puede memorizar el nombre que cada uno tiene. En el caso de que el elector se incline por el bussismo, pero fruto de las confusiones de fin de siglo siga creyendo en la lucha de clases, puede optar por el sublema Republicanos revolucionarios. Pero si el elector tiene una fuerte influencia religiosa, puede entonces votar el sublema de la Alianza: Lázaro camina y ganarás. Los excluidos también votan y tal vez por ello un sector del peronismo llamó a su sublema Desempleados y descamisados al frente. Sí, nada se pierde en Tucumán. La policía también tiene su espacio y lo hace a través de su sindicato, que lleva a su secretario general, el comisario Enrique Díaz, en el sublema denominado, como no podía ser de otra manera, Azul. Los burreros tampoco quedaron afuera, una fija para ellos es el denominado Peronismo, turf y verdad. Es posible que más de un elector se sorprenda cuando vea a un tal Carlos Geomar como candidato. Lo que pasa es que este buen hombre es un conocido payaso local conocido como Tapalín. Y así se multiplican los ejemplos. Gladys, la bailantera, pide que la prefieran porque con ella ponen “una bomba en la Legislatura”. A otros los traicionó el subconsciente, al elegir la denominación del sublema. Este es el caso de Alberto Germanó, quien denominó su boleta Militancia y libertad. No es menor el dato, sobre todo si se tiene en cuenta que éste fue ministro y abogado defensor de Bussi cuando enfrentó las causas por violaciones a los derechos humanos en 1984.

 

Haced lo que yo hago

El ex dictador Antonio Bussi siempre cuestionó a todos aquellos políticos que una vez que terminaron su mandato buscaron, en la próxima elección, obtener un cargo salvador. Nunca creyó que a él podría sucederle lo mismo. El domingo que viene Bussi competirá por una banca en la Legislatura. Pretende la protección que le ofrece el fuero parlamentario ya que todavía enfrenta una causa por enriquecimiento ilícito.
Algo similar pasa con los ministros bussistas de la actual gestión. Todos encabezan un sublema que llevan un nombre acorde con sus condiciones. Jorge Malmierca, ministro de Educación, es el titular de la boleta Cambio y Compromiso. En tanto Alfredo Guido Linares, el ministro de Gobierno, conduce el sublema Patria y Familia. El hasta hace poco ministro de la Producción, Franco Fogliata, tampoco se quedó atrás y busca ser legislador a través del sublema Tucumanos en Acción. Pero Bussi no olvida a sus ultraseguidores como Atilio Peluffo. Este verdadero paladar negro, y actual secretario del Interior, fue bendecido por ex el dictador al presentarlo con el sublema Democracia y Lealtad. El nombre lo dice todo.


Uno cada 25

El próximo 6 de junio los 819.000 tucumanos en condiciones de votar pueden optar por algunos de los 30.000 candidatos de los seis partidos que se presentan para las elecciones provinciales. Esta gran cantidad de postulantes se encuentran repartidos en los 1879 sublemas. De éstos saldrán el gobernador y su vice, los 40 legisladores, los 19 intendentes municipales, sus respectivos concejales y 101 delegados comunales. Uno de cada 25 tucumanos forma parte de alguna de las boletas electorales. Muchos, muchísimos aspiran a una banca de legislador. Y no es para menos, cada legislador recibe mensualmente 17.000 pesos, una cifra nada despreciable en una provincia donde la crisis económica golpea con dureza.

 

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