OPINION
Quién gana, quién pierde
Por Claudio Uriarte |
Rusia
sale como el gran ganador del preacuerdo logrado ayer en Belgrado, Slobodan Milosevic
está liquidado pero ya lo ha estado antes, y ha rebotado, Estados Unidos y la
OTAN salen con las papas del fuego pero su credibilidad político-militar y su
estatura moral quedan muy debilitadas y la cuestión de una fuerza de seguridad
específicamente europea para tratar con problemas de seguridad del área queda en el
centro de la escena, pero no es claro si Europa está dispuesta a pagar el costo en
materia de dinero, armas nucleares y fuerzas convencionales para hacerlo, ni en qué grado
esa fuerza implicará un peligroso debilitamiento de la relación de defensa con EE.UU.
También parece claro que la OTAN puede romperse con la salida de Francia o de su
flanco sur o convertirse en un mero negocio armamentístico anglonorteamericano.
Decir que la OTAN ganó la primera guerra aérea de la historia como algunos en
Washington y Bruselas indudablemente están dispuestos a arriesgar no es del todo
exacto. Lo que hubo es una abrumadora e hiperdestructiva efusión de fuego aéreo que
nunca dejó de estar respaldada por el fantasma cada vez más apremiante de una acción
terrestre, la perspectiva de una guerra de infantería costosísima para ambos lados, y un
virtual viraje político de Rusia parcialmente inspirado por su actual debilidad
militar que pasó a aceptar un núcleo duro de la OTAN junto a las fuerzas rusas que
impondrán la paz en la provincia secesionista de Kosovo. Las razones de este giro son
variadas, pero entre las principales se cuentan la aspiración rusa a mantener la mayor
parte de Estados neutrales entre sus fronteras y la OTAN, acuerdos de cooperación del
tipo de la Asociación para la Paz y, para llegar a lo más brutal, a la necesidad de que
Occidente siga rescatando una economía que no hace nada serio por reformarse.
En este sentido, podría no ser casual que el hombre del día en el desenlace sea
Chernomyrdin, un viejo oligarca de la industria del gas, GAZPROM, que llegó a desafiar
exitosamente al Estado ruso durante el breve interinato del joven neoliberal Sergei
Kiriyenko como primer ministro. El tema en esa lidia era el impago colosal de impuestos de
GAZPROM al Estado ruso, y la victoria de GAZPROM respaldada por su red de viejos
aliados en el Ejército, las fuerzas de seguridad, la KGB y el ex PC ruso mostró
que en Rusia el Estado no tiene el monopolio de la violencia. Vale decir que lo de ayer es
una buena y una mala noticia. |
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