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El obispo Rafael Rey denuncia que hace el Gobierno con la ayuda a los inundados
“El dinero está, pero no nos lo dan”

Sus declaraciones sobre la pobreza provocaron una conmoción en el Gobierno. Ante Página/12, el obispo Rey dijo que lo peor, para los funcionarios, no son las cifras sino que se hable del tema.

Rafael Rey afirma que el peor pecado de este gobierno es negar la realidad.
“Desconocen lo que pasa. Cuando van a una población, no salen de la casa de gobierno.”

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Por Luis Bruschtein y Maximiliano Montenegro

t.gif (862 bytes) “Todos los días recibimos gente desesperada, sin trabajo a los que la angustia puede llevar por caminos equivocados”, expresó monseñor Rafael Rey, obispo de Zárate y Campana y presidente de Caritas, cuyas declaraciones sobre el aumento de la pobreza en el país provocaron la reacción enfurecida del gobierno. En el ambiente austero de la curia de Campana y en vísperas de la colecta nacional de mañana, el obispo citó ayer dos casos de gente honesta que le planteó, avergonzada, que estuvo a punto de robar llevada por la desesperación.
En el diálogo con Página/12, Rey tomó distancia de la agitación política que provocaron sus palabras y recordó que desde hace dos meses Caritas pidió una entrevista con el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, para saber los motivos por los cuales el gobierno demora la entrega de 4 millones de pesos cedidos por el BID para los inundados.
–¿Por qué cree usted que reaccionaron tan enojados en el gobierno ante sus palabras sobre la pobreza?
–Yo creo que los funcionarios reaccionan así por una cuestión política, quieren defenderse. Pero también hay un desconocimiento de lo que pasa. No van a ver a la gente y cuando van a una población, van a la casa de gobierno y no salen de ahí. Hay que ver la pobreza para creer en la pobreza, ver cómo vive la gente humilde.
–Los ministros salieron a negar que haya 13 millones de pobres, dicen que la pobreza ha bajado desde 1989...
–El crecimiento de la pobreza es innegable, hablé de 13 millones porque fue el dato del Banco Mundial que publicó Página/12 y me parece serio. El año pasado dije que había más de 9 millones y reaccionaron igual. Nueve o 13 millones son una barbaridad. Para el Gobierno el problema no son las cifras sino que se hable del tema. El mayor pecado de este Gobierno es negar la realidad.
–El gobierno lo acusa a usted de ser opositor, de estar en la oposición partidaria y de intervenir en la campaña electoral.
–No, no, yo no estoy en contra de nadie, no estoy en contra del gobierno ni de ningún partido político y no estoy tampoco en ningún partido. Estoy en contra de la pobreza y procurando que los pobres vivan dignamente, creo que forma parte de mi tarea sacerdotal. No puedo vivir únicamente proclamando el reino de Dios, que va a venir después de la muerte, sino que el reino de Dios tiene que empezar ahora. Y empieza cuando los hombres viven dignamente. En los últimos años la gente va quedando marginada, excluida.
–Así como avanza la pobreza, pareciera que la respuesta solidaria es poca.
–Yo creo que es poca y no alcanza. Creo que hay mucha gente llena de buena voluntad. Hay gente de mucho dinero que es solidaria y gente muy pobre que también lo es. Pero habitualmente no se muestra esa solidaridad. Así ha habido situaciones como en las inundaciones del año pasado, donde la gente respondió con mucha solidaridad.
–¿Con relación a las inundaciones Caritas iba a recibir dinero que venía del gobierno y que finalmente no llegó?
–Ahora con esta discusión no sé lo que irá a pasar. Hemos firmado un convenio el 7 de diciembre del año pasado, donde la secretaría de Desarrollo Social se comprometió a darnos 4 millones de pesos para que Caritas ayude a familias afectadas por la inundación a recuperar sus viviendas. Sería una ayuda para 1300 familias. El gobierno recibió 300 millones del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para los inundados. Una parte era para viviendas. Nos iban a dar parte de ese dinero pero no llegó nada. Está todo listo, pero no lo dan. El doctor José Figueroa me dijo que estaba todo cumplido, todo terminado, no hay absolutamente ningún inconveniente y que todo dependía ahora de la Secretaría de Desarrollo. Hemos pedido hablar ya hace casi dos meses con el jefe de Gabinete, porque está poniendo trabas. Hemos pedido audiencia por escrito para preguntarlequé es lo que pasa y no nos respondió. Entonces escribimos una carta al Presidente hace 20 días y tampoco tenemos respuesta. O sea que el dinero está, porque fue entregado por el BID y nosotros hemos cumplido con todos los requisitos. Está llegando el invierno, las familias que tienen sus casas arruinadas no las pudieron arreglar y seguimos esperando, por burocracia, por insensibilidad o no sé por qué.
–Usted está identificado como el obispo que habla de la pobreza y que molesta al gobierno. ¿Cuál ha sido su contacto con la pobreza?
–Nací en una familia humilde, de trabajadores, en un ambiente de clase media baja, de austeridad y pobreza. Somos diez hermanos. Mi padre murió a los 47 años y dejó diez hijos chicos. Mis hermanos más grandes, tenían 18 y 19 años, tuvieron que salir a trabajar. El mayor era el que sostenía la familia y los demás ayudábamos. Vivíamos en una zona rural, en Maipú, en el pueblo Lun-run-ta, que es un nombre huarpe, porque es la zona donde vivían los huarpes a orillas del río Mendoza. He cumplido 40 años de sacerdote. Eso me ha dado un contacto casi permanente con los pobres. El señor jefe de gabinete dice que tengo el lenguaje de la Alianza, bueno, este lenguaje es el que he tenido siempre.
–¿Por qué habla de “empobrecimiento” más que de pobreza?
–En estos seis años que he sido presidente de Caritas, veo cómo ha ido avanzando la pobreza. Yo digo “empobrecimiento”, porque uno puede hablar de pobreza como algo estabilizado, pero aquí hay un proceso dinámico que abarca cada vez a más personas. Cada día son más los que pierden el trabajo. El que lo ha perdido está mal porque siente que está demás, se siente inútil porque ya no puede llevar adelante a su familia, no puede construir su historia personal ni la de su familia, ni la de la sociedad. Porque el trabajo, que Dios encomendó al hombre, es, en definitiva, un bien del hombre, un bien de su humanidad.
–¿Llegan a la iglesia problemas de disgregación familiar, de conflictos y violencia?
–Hace unos días vino una señora. Vive en un barrio muy pobre, acá cerca. Tiene cuatro hijos. Me dijo que no tienen absolutamente nada para vivir, que muchos días no comen, que a veces hacen una changa. Uno de los hijos le planteó que así no podían seguir, pasando hambre, y que iba a salir a robar. La madre lo contaba llorando. Reunió a los hijos y les insistió en que aunque fueran pobres tenían que vivir dignamente, que no podían elegir ese camino. Pero muchos otros no soportan más. Son muchos los jóvenes aquí en estos siete partidos que no tienen nada para hacer. No pueden estudiar y no pueden trabajar. Entonces, o entran por el camino del alcohol, la droga, o la delincuencia, y van a empezar a robar. No es que los pobres sean delincuentes sino que muchas veces la angustia por vivir sin trabajo, la angustia por no conseguir trabajo, los empuja a tomar caminos que están equivocados. Por otro lado los jóvenes ven en estas sociedades que algunos viven en la abundancia, que derrochan y despilfarran mientras ellos pasan hambre.
–¿Cómo distribuye Caritas las donaciones?
–La colecta es mañana en las parroquias. Allí se recibe el dinero y luego Caritas lo distribuye entre las diócesis y parroquias más pobres del país. Nuestro sistema no está bien encarado porque hacemos la colecta en las iglesias, durante la misa. Y a misa va el 6 por ciento o menos de los católicos, en algunos lugares sólo el 2 por ciento. Queda el 94 por ciento que no va a misa y no colabora. Estoy seguro que ese 94 por ciento ayudaría a Caritas. Se han venido recaudando dos millones y medio. Es muy poco y, proporcionalmente al número de católicos, viene a ser cinco centavos por persona.
–De todos modos, casi todos los programas sociales del gobierno manejan muchísimo más.
–Muchas veces hice alguna crítica que no les ha gustado. Cuando hay un programa está contemplado que se paguen sueldos, publicidad, afiches, revistas. No es que lo roben. Gastan en el camino y llega a los pobres unaparte pequeña. Con Caritas y otras organizaciones no gubernamentales trabajamos con voluntarios. Caritas tiene 22 mil voluntarios y por lo tanto todo se hace gratuitamente. Estos dos millones y medio nos sirven más y alcanzan más, lo estiramos mucho más, no tenemos sueldos, ni burocracia. Caritas todos los días da de comer a más de cien mil chicos, en comedores infantiles, tiene 195 comedores comunitarios, 140 jardines maternales, 133 apoyos escolares, 80 hogares de día para niños, 47 hogares de ancianos entre otras obras.
–¿Usted qué siente cuando una persona como esa madre le dice que el hijo quiere salir a robar?
–Trato de hacer lo que puedo. Escribo una carta, recomendando o pidiendo a una empresa a ver qué posibilidades habría, he llamado por teléfono a todas las empresas de por acá pidiendo trabajo. He conseguido algunos, bastante pocos, porque no hay trabajo. Más bien están despidiendo. Es una situación angustiante y aquí todos los días tengo el obispado lleno de gente que viene a pedir, porque Caritas funciona acá. A veces vienen a pedir remedios. Recuerdo un señor que vino porque su esposa estaba enferma y necesitaba con urgencia un remedio, no podía comprarlo, había ido a todos los lugares posibles, a todas partes, y no lo pudo conseguir. Entonces vino acá y lo conseguimos. Cuando se iba, me agradeció y me dijo: ‘mire, tenía la decisión de que si ustedes me decían que no, yo iba a robarlo en una farmacia’. Y es un hombre bueno, un buen padre de familia. Estos casos se dan todos los días. Creo que la pobreza y la falta de trabajo están empujando a muchos por caminos que no son los correctos.

 


 

La primicia de Página/12 que escandaliza a Menem

Por M.M

t.gif (862 bytes) El jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, y otros funcionarios repitieron ayer que el dato de que en la Argentina existen 13,4 millones de argentinos viviendo en la pobreza (el 36,1 por ciento de la población) es “incorrecto” y “mentiroso”. También se negaron a reconocer que la fuente de las cifras es el Banco Mundial. Pero el 30 de abril Página/12 publicó en exclusiva el informe en cuestión, en el que trabajó un pelotón de investigadores del organismo internacional, y a partir del lunes este diario pondrá a disposición de quienes quieran consultarlo el estudio que conmueve al Gobierno. Se explica: describe el impresionante mapa de la pobreza que el presidente Carlos Menem deja a su sucesor.
El Banco Mundial encaró un exhaustivo diagnóstico de la pobreza en la Argentina (“Argentina Poverty Assessment”), con información actualizada a 1998, a manera de auditoría social de la gestión menemista. Buscaba determinar qué áreas priorizaría en los créditos que otorgará al próximo gobierno. Aunque el estudio está prácticamente listo, el organismo no prevé difundirlo hasta después de las elecciones de octubre, para no influir en la campaña electoral.
La investigación, dirigida desde Washington por el funcionario Norman Hicks, abarca diversos aspectos de la pobreza tanto cuantitativos como cualitativos. El 30 de abril Página/12 reveló el informe que resumía los resultados cuantitativos. Su título es “Poverty and Income Distribution in Argentina, Patterns and Changes”, lleva la firma del economista Haeduck Lee, miembro del equipo coordinado por Hicks, y está fechado el 23 de marzo de 1999.
El estudio incluye una innovación mayor respecto de las estadísticas sobre el tema que publica el Ministerio de Economía utilizando las encuestas del INdEC: por primera vez, efectúa una medición de la pobreza en todo el país, y no sólo en Capital y Gran Buenos Aires, como hacen los organismos oficiales.
Los resultados se sintetizan en la tabla 4 del informe, titulada “Una instantánea de la pobreza”, que se reproduce en esta página:
ron2.gif (93 bytes) El Banco Mundial realizó dos estimaciones de la pobreza: una en base a la encuesta permanente de hogares (EPH), ubicada en la parte superior del cuadro. La otra sobre la base de una encuesta de la Secretaría de Desarrollo Social (EDS). Página/12 tomó en cuenta la primera, fundada en la EPH, que es la más conservadora.
ron2.gif (93 bytes) Allí, el lector puede observar en la última columna el porcentaje de la población bajo la línea de pobreza. El 36,1 por ciento del total de argentinos no llega a fin de mes a comprar una canasta básica de bienes y servicios (línea de pobreza). Si la población total estimada por el INdEC es de 37 millones, esto significa que 13,4 millones de argentinos son hoy pobres.
ron2.gif (93 bytes) En la anteúltima columna se observa que el 8,6 por ciento, es decir, 3,2 millones de argentinos, no logra siquiera alimentarse con una dieta mínima en calorías.
ron2.gif (93 bytes) De cada 100 personas que habitan en el Noreste, 57 son pobres. En el Noroeste, el 55,9 por ciento. En Cuyo el 47,7 por ciento. En Capital y Gran Buenos Aires el 29,3 por ciento. Y en la Patagonia el 29,8 por ciento.
El martes pasado, Página/12 volvió a poner en tapa el estudio del Banco Mundial, esta vez difundiendo el informe sobre cómo viven y qué piensan los pobres. Monseñor Rey lo citó al anunciar la colecta anual de Caritas y el Gobierno se escandalizó.

 


 

EXCLUSIVO: CUANTO AUMENTARON EN UN AÑO LOS TRABAJADORES NO REGISTRADOS
En empleo la cosa está negra, bien negra

Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes) El empleo no registrado gana espacio rápidamente. Sólo en el área metropolitana, en un año se agregaron 40 mil trabajadores en negro nuevos. Esta forma de contratación, que priva a los ocupados de todo beneficio social, también quita al Sistema de Seguridad Social de más de 7000 millones por año, según precisa un informe del Ministerio de Trabajo.
“Este robo de ingresos del presente perjudicará también, si no ponemos freno inmediato, a las generaciones futuras”, arengaba hace meses Erman González, ex ministro de Trabajo de un gobierno impotente ante la ilegalidad laboral. Pero de acuerdo a los últimos datos procesados de la Encuesta Permanente de Hogares, entre octubre del año pasado y el mismo mes de 1997 se incrementó en un 3,4 por ciento la cantidad de asalariados del sector privado que no están registrados.
Según el relevamiento en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, éstos pasaron de representar 41,1 por ciento de los trabajadores a sueldo a un 42,5 por ciento en sólo doce meses.
Además de ese generoso crecimiento, los registros del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos descubren otro costado llamativo: el aumento de personal negro correspondió casi en su totalidad a los varones, quienes, tradicionalmente, acaparan los empleos que se otorgan bajo todas las condiciones de la ley. Mientras que entre el 97 y el 98 el empleo ilegal femenino se mantuvo, el de varones creció un 4,7 por ciento.
En ese mismo lapso, en el área metropolitana también aumentó la cantidad de trabajadores menores de 25 años que no goza de ningún beneficio social: éstos pasaron de representar el 54,4 por ciento al 57,2 por ciento del universo de empleados que no tienen su descuento jubilatorio.
El renglón de los ocupados jóvenes –así como el de los mayores de 60– es el que concentra una mayor proporción de ocupados fuera de la ley. Bien sea por una transgresión empresaria o porque los empleadores están legalmente eximidos de realizar sus aportes, gracias a las modalidades promovidas.
Muchas de estas formas de contratación ya fueron eliminadas hace unos meses, con la sanción de la nueva ley laboral.
González fue uno de los más firmes opositores a estos contratos que habilitan el empleo libre de aportes, “cuyo uso abusivo –afirmó el ex ministro en un parte de prensa– las tradujo, en la práctica, en una precarización de las condiciones de trabajo”.
Sólo en el próximo resultado de la EPH, a conocer a mediados de julio, podrá juzgarse si la supresión de la mayor parte de las modalidades promovidas alentó o el empleo blanco o si fue tan ineficaz como la rebaja de aportes.
Esta privó al Sistema de Seguridad Social de cerca de 3000 millones al año, pero ni aumentó la oferta de trabajo ni estimuló el blanqueo de personal, según surge de los estudios especializados. Aun así, el Gobierno puso en marcha una nueva disminución de las cargas, como contrapartida de los impuestos que crea o sube la Reforma Tributaria.
El problema del empleo negro es relativamente más serio todavía si la mira se extiende al resto del país, donde el total de asalariados no registrados en el sector privado sube al 45 por ciento en promedio. Esto significa, según las estimaciones del Ministerio de Trabajo, una merma de ingresos al Sistema de Seguridad Social de 7.279 millones de pesos por año. Dicho en otros términos, lo que los empleadores se ahorran en aportes representa alrededor de la mitad de lo que recaudan en un año el Sistema de Seguridad Social estatal y las AFJP.
Por la falta de aportes los empleados quedan sin obra social, sin el cobro de asignaciones familiares y sin una jubilación futura. Además, perciben salarios más bajos. Un relevamiento del MTSS en todo el país demuestra que mientras los asalariados en blanco cobran 792,15 pesos promedio, quienes no tienen este status sólo perciben en promedio 435,17 pesos cada mes.

 

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