Por Luis Bruschtein y Maximiliano
Montenegro Todos los días recibimos gente desesperada, sin trabajo a
los que la angustia puede llevar por caminos equivocados, expresó monseñor Rafael
Rey, obispo de Zárate y Campana y presidente de Caritas, cuyas declaraciones sobre el
aumento de la pobreza en el país provocaron la reacción enfurecida del gobierno. En el
ambiente austero de la curia de Campana y en vísperas de la colecta nacional de mañana,
el obispo citó ayer dos casos de gente honesta que le planteó, avergonzada, que estuvo a
punto de robar llevada por la desesperación.
En el diálogo con Página/12, Rey tomó distancia de la agitación política que
provocaron sus palabras y recordó que desde hace dos meses Caritas pidió una entrevista
con el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, para saber los motivos por los cuales el
gobierno demora la entrega de 4 millones de pesos cedidos por el BID para los inundados.
¿Por qué cree usted que reaccionaron tan enojados en el gobierno ante sus palabras
sobre la pobreza?
Yo creo que los funcionarios reaccionan así por una cuestión política, quieren
defenderse. Pero también hay un desconocimiento de lo que pasa. No van a ver a la gente y
cuando van a una población, van a la casa de gobierno y no salen de ahí. Hay que ver la
pobreza para creer en la pobreza, ver cómo vive la gente humilde.
Los ministros salieron a negar que haya 13 millones de pobres, dicen que la pobreza
ha bajado desde 1989...
El crecimiento de la pobreza es innegable, hablé de 13 millones porque fue el dato
del Banco Mundial que publicó Página/12 y me parece serio. El año pasado dije que
había más de 9 millones y reaccionaron igual. Nueve o 13 millones son una barbaridad.
Para el Gobierno el problema no son las cifras sino que se hable del tema. El mayor pecado
de este Gobierno es negar la realidad.
El gobierno lo acusa a usted de ser opositor, de estar en la oposición partidaria y
de intervenir en la campaña electoral.
No, no, yo no estoy en contra de nadie, no estoy en contra del gobierno ni de
ningún partido político y no estoy tampoco en ningún partido. Estoy en contra de la
pobreza y procurando que los pobres vivan dignamente, creo que forma parte de mi tarea
sacerdotal. No puedo vivir únicamente proclamando el reino de Dios, que va a venir
después de la muerte, sino que el reino de Dios tiene que empezar ahora. Y empieza cuando
los hombres viven dignamente. En los últimos años la gente va quedando marginada,
excluida.
Así como avanza la pobreza, pareciera que la respuesta solidaria es poca.
Yo creo que es poca y no alcanza. Creo que hay mucha gente llena de buena voluntad.
Hay gente de mucho dinero que es solidaria y gente muy pobre que también lo es. Pero
habitualmente no se muestra esa solidaridad. Así ha habido situaciones como en las
inundaciones del año pasado, donde la gente respondió con mucha solidaridad.
¿Con relación a las inundaciones Caritas iba a recibir dinero que venía del
gobierno y que finalmente no llegó?
Ahora con esta discusión no sé lo que irá a pasar. Hemos firmado un convenio el 7
de diciembre del año pasado, donde la secretaría de Desarrollo Social se comprometió a
darnos 4 millones de pesos para que Caritas ayude a familias afectadas por la inundación
a recuperar sus viviendas. Sería una ayuda para 1300 familias. El gobierno recibió 300
millones del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para los inundados. Una parte era
para viviendas. Nos iban a dar parte de ese dinero pero no llegó nada. Está todo listo,
pero no lo dan. El doctor José Figueroa me dijo que estaba todo cumplido, todo terminado,
no hay absolutamente ningún inconveniente y que todo dependía ahora de la Secretaría de
Desarrollo. Hemos pedido hablar ya hace casi dos meses con el jefe de Gabinete, porque
está poniendo trabas. Hemos pedido audiencia por escrito para preguntarlequé es lo que
pasa y no nos respondió. Entonces escribimos una carta al Presidente hace 20 días y
tampoco tenemos respuesta. O sea que el dinero está, porque fue entregado por el BID y
nosotros hemos cumplido con todos los requisitos. Está llegando el invierno, las familias
que tienen sus casas arruinadas no las pudieron arreglar y seguimos esperando, por
burocracia, por insensibilidad o no sé por qué.
Usted está identificado como el obispo que habla de la pobreza y que molesta al
gobierno. ¿Cuál ha sido su contacto con la pobreza?
Nací en una familia humilde, de trabajadores, en un ambiente de clase media baja,
de austeridad y pobreza. Somos diez hermanos. Mi padre murió a los 47 años y dejó diez
hijos chicos. Mis hermanos más grandes, tenían 18 y 19 años, tuvieron que salir a
trabajar. El mayor era el que sostenía la familia y los demás ayudábamos. Vivíamos en
una zona rural, en Maipú, en el pueblo Lun-run-ta, que es un nombre huarpe, porque es la
zona donde vivían los huarpes a orillas del río Mendoza. He cumplido 40 años de
sacerdote. Eso me ha dado un contacto casi permanente con los pobres. El señor jefe de
gabinete dice que tengo el lenguaje de la Alianza, bueno, este lenguaje es el que he
tenido siempre.
¿Por qué habla de empobrecimiento más que de pobreza?
En estos seis años que he sido presidente de Caritas, veo cómo ha ido avanzando la
pobreza. Yo digo empobrecimiento, porque uno puede hablar de pobreza como algo
estabilizado, pero aquí hay un proceso dinámico que abarca cada vez a más personas.
Cada día son más los que pierden el trabajo. El que lo ha perdido está mal porque
siente que está demás, se siente inútil porque ya no puede llevar adelante a su
familia, no puede construir su historia personal ni la de su familia, ni la de la
sociedad. Porque el trabajo, que Dios encomendó al hombre, es, en definitiva, un bien del
hombre, un bien de su humanidad.
¿Llegan a la iglesia problemas de disgregación familiar, de conflictos y
violencia?
Hace unos días vino una señora. Vive en un barrio muy pobre, acá cerca. Tiene
cuatro hijos. Me dijo que no tienen absolutamente nada para vivir, que muchos días no
comen, que a veces hacen una changa. Uno de los hijos le planteó que así no podían
seguir, pasando hambre, y que iba a salir a robar. La madre lo contaba llorando. Reunió a
los hijos y les insistió en que aunque fueran pobres tenían que vivir dignamente, que no
podían elegir ese camino. Pero muchos otros no soportan más. Son muchos los jóvenes
aquí en estos siete partidos que no tienen nada para hacer. No pueden estudiar y no
pueden trabajar. Entonces, o entran por el camino del alcohol, la droga, o la
delincuencia, y van a empezar a robar. No es que los pobres sean delincuentes sino que
muchas veces la angustia por vivir sin trabajo, la angustia por no conseguir trabajo, los
empuja a tomar caminos que están equivocados. Por otro lado los jóvenes ven en estas
sociedades que algunos viven en la abundancia, que derrochan y despilfarran mientras ellos
pasan hambre.
¿Cómo distribuye Caritas las donaciones?
La colecta es mañana en las parroquias. Allí se recibe el dinero y luego Caritas
lo distribuye entre las diócesis y parroquias más pobres del país. Nuestro sistema no
está bien encarado porque hacemos la colecta en las iglesias, durante la misa. Y a misa
va el 6 por ciento o menos de los católicos, en algunos lugares sólo el 2 por ciento.
Queda el 94 por ciento que no va a misa y no colabora. Estoy seguro que ese 94 por ciento
ayudaría a Caritas. Se han venido recaudando dos millones y medio. Es muy poco y,
proporcionalmente al número de católicos, viene a ser cinco centavos por persona.
De todos modos, casi todos los programas sociales del gobierno manejan muchísimo
más.
Muchas veces hice alguna crítica que no les ha gustado. Cuando hay un programa
está contemplado que se paguen sueldos, publicidad, afiches, revistas. No es que lo
roben. Gastan en el camino y llega a los pobres unaparte pequeña. Con Caritas y otras
organizaciones no gubernamentales trabajamos con voluntarios. Caritas tiene 22 mil
voluntarios y por lo tanto todo se hace gratuitamente. Estos dos millones y medio nos
sirven más y alcanzan más, lo estiramos mucho más, no tenemos sueldos, ni burocracia.
Caritas todos los días da de comer a más de cien mil chicos, en comedores infantiles,
tiene 195 comedores comunitarios, 140 jardines maternales, 133 apoyos escolares, 80
hogares de día para niños, 47 hogares de ancianos entre otras obras.
¿Usted qué siente cuando una persona como esa madre le dice que el hijo quiere
salir a robar?
Trato de hacer lo que puedo. Escribo una carta, recomendando o pidiendo a una
empresa a ver qué posibilidades habría, he llamado por teléfono a todas las empresas de
por acá pidiendo trabajo. He conseguido algunos, bastante pocos, porque no hay trabajo.
Más bien están despidiendo. Es una situación angustiante y aquí todos los días tengo
el obispado lleno de gente que viene a pedir, porque Caritas funciona acá. A veces vienen
a pedir remedios. Recuerdo un señor que vino porque su esposa estaba enferma y necesitaba
con urgencia un remedio, no podía comprarlo, había ido a todos los lugares posibles, a
todas partes, y no lo pudo conseguir. Entonces vino acá y lo conseguimos. Cuando se iba,
me agradeció y me dijo: mire, tenía la decisión de que si ustedes me decían que
no, yo iba a robarlo en una farmacia. Y es un hombre bueno, un buen padre de
familia. Estos casos se dan todos los días. Creo que la pobreza y la falta de trabajo
están empujando a muchos por caminos que no son los correctos.
La primicia de Página/12 que
escandaliza a Menem
Por M.M
El jefe de Gabinete,
Jorge Rodríguez, y otros funcionarios repitieron ayer que el dato de que en la Argentina
existen 13,4 millones de argentinos viviendo en la pobreza (el 36,1 por ciento de la
población) es incorrecto y mentiroso. También se negaron a
reconocer que la fuente de las cifras es el Banco Mundial. Pero el 30 de abril Página/12
publicó en exclusiva el informe en cuestión, en el que trabajó un pelotón de
investigadores del organismo internacional, y a partir del lunes este diario pondrá a
disposición de quienes quieran consultarlo el estudio que conmueve al Gobierno. Se
explica: describe el impresionante mapa de la pobreza que el presidente Carlos Menem deja
a su sucesor.
El Banco Mundial encaró un exhaustivo diagnóstico de la pobreza en la Argentina
(Argentina Poverty Assessment), con información actualizada a 1998, a manera
de auditoría social de la gestión menemista. Buscaba determinar qué áreas priorizaría
en los créditos que otorgará al próximo gobierno. Aunque el estudio está
prácticamente listo, el organismo no prevé difundirlo hasta después de las elecciones
de octubre, para no influir en la campaña electoral.
La investigación, dirigida desde Washington por el funcionario Norman Hicks, abarca
diversos aspectos de la pobreza tanto cuantitativos como cualitativos. El 30 de abril
Página/12 reveló el informe que resumía los resultados cuantitativos. Su título es
Poverty and Income Distribution in Argentina, Patterns and Changes, lleva la
firma del economista Haeduck Lee, miembro del equipo coordinado por Hicks, y está fechado
el 23 de marzo de 1999.
El estudio incluye una innovación mayor respecto de las estadísticas sobre el tema que
publica el Ministerio de Economía utilizando las encuestas del INdEC: por primera vez,
efectúa una medición de la pobreza en todo el país, y no sólo en Capital y Gran Buenos
Aires, como hacen los organismos oficiales.
Los resultados se sintetizan en la tabla 4 del informe, titulada Una instantánea de
la pobreza, que se reproduce en esta página:
El Banco Mundial
realizó dos estimaciones de la pobreza: una en base a la encuesta permanente de hogares
(EPH), ubicada en la parte superior del cuadro. La otra sobre la base de una encuesta de
la Secretaría de Desarrollo Social (EDS). Página/12 tomó en cuenta la primera, fundada
en la EPH, que es la más conservadora.
Allí, el lector
puede observar en la última columna el porcentaje de la población bajo la línea de
pobreza. El 36,1 por ciento del total de argentinos no llega a fin de mes a comprar una
canasta básica de bienes y servicios (línea de pobreza). Si la población total estimada
por el INdEC es de 37 millones, esto significa que 13,4 millones de argentinos son hoy
pobres.
En la anteúltima
columna se observa que el 8,6 por ciento, es decir, 3,2 millones de argentinos, no logra
siquiera alimentarse con una dieta mínima en calorías.
De cada 100 personas
que habitan en el Noreste, 57 son pobres. En el Noroeste, el 55,9 por ciento. En Cuyo el
47,7 por ciento. En Capital y Gran Buenos Aires el 29,3 por ciento. Y en la Patagonia el
29,8 por ciento.
El martes pasado, Página/12 volvió a poner en tapa el estudio del Banco Mundial, esta
vez difundiendo el informe sobre cómo viven y qué piensan los pobres. Monseñor Rey lo
citó al anunciar la colecta anual de Caritas y el Gobierno se escandalizó.
EXCLUSIVO: CUANTO AUMENTARON EN UN AÑO LOS
TRABAJADORES NO REGISTRADOS
En empleo la cosa está negra, bien negra
Por Cledis Candelaresi
El empleo
no registrado gana espacio rápidamente. Sólo en el área metropolitana, en un año se
agregaron 40 mil trabajadores en negro nuevos. Esta forma de contratación, que priva a
los ocupados de todo beneficio social, también quita al Sistema de Seguridad Social de
más de 7000 millones por año, según precisa un informe del Ministerio de Trabajo.
Este robo de ingresos del presente perjudicará también, si no ponemos freno
inmediato, a las generaciones futuras, arengaba hace meses Erman González, ex
ministro de Trabajo de un gobierno impotente ante la ilegalidad laboral. Pero de acuerdo a
los últimos datos procesados de la Encuesta Permanente de Hogares, entre octubre del año
pasado y el mismo mes de 1997 se incrementó en un 3,4 por ciento la cantidad de
asalariados del sector privado que no están registrados.
Según el relevamiento en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, éstos pasaron de
representar 41,1 por ciento de los trabajadores a sueldo a un 42,5 por ciento en sólo
doce meses.
Además de ese generoso crecimiento, los registros del Instituto Nacional de Estadísticas
y Censos descubren otro costado llamativo: el aumento de personal negro correspondió casi
en su totalidad a los varones, quienes, tradicionalmente, acaparan los empleos que se
otorgan bajo todas las condiciones de la ley. Mientras que entre el 97 y el 98 el empleo
ilegal femenino se mantuvo, el de varones creció un 4,7 por ciento.
En ese mismo lapso, en el área metropolitana también aumentó la cantidad de
trabajadores menores de 25 años que no goza de ningún beneficio social: éstos pasaron
de representar el 54,4 por ciento al 57,2 por ciento del universo de empleados que no
tienen su descuento jubilatorio.
El renglón de los ocupados jóvenes así como el de los mayores de 60 es el
que concentra una mayor proporción de ocupados fuera de la ley. Bien sea por una
transgresión empresaria o porque los empleadores están legalmente eximidos de realizar
sus aportes, gracias a las modalidades promovidas.
Muchas de estas formas de contratación ya fueron eliminadas hace unos meses, con la
sanción de la nueva ley laboral.
González fue uno de los más firmes opositores a estos contratos que habilitan el empleo
libre de aportes, cuyo uso abusivo afirmó el ex ministro en un parte de
prensa las tradujo, en la práctica, en una precarización de las condiciones de
trabajo.
Sólo en el próximo resultado de la EPH, a conocer a mediados de julio, podrá juzgarse
si la supresión de la mayor parte de las modalidades promovidas alentó o el empleo
blanco o si fue tan ineficaz como la rebaja de aportes.
Esta privó al Sistema de Seguridad Social de cerca de 3000 millones al año, pero ni
aumentó la oferta de trabajo ni estimuló el blanqueo de personal, según surge de los
estudios especializados. Aun así, el Gobierno puso en marcha una nueva disminución de
las cargas, como contrapartida de los impuestos que crea o sube la Reforma Tributaria.
El problema del empleo negro es relativamente más serio todavía si la mira se extiende
al resto del país, donde el total de asalariados no registrados en el sector privado sube
al 45 por ciento en promedio. Esto significa, según las estimaciones del Ministerio de
Trabajo, una merma de ingresos al Sistema de Seguridad Social de 7.279 millones de pesos
por año. Dicho en otros términos, lo que los empleadores se ahorran en aportes
representa alrededor de la mitad de lo que recaudan en un año el Sistema de Seguridad
Social estatal y las AFJP.
Por la falta de aportes los empleados quedan sin obra social, sin el cobro de asignaciones
familiares y sin una jubilación futura. Además, perciben salarios más bajos. Un
relevamiento del MTSS en todo el país demuestra que mientras los asalariados en blanco
cobran 792,15 pesos promedio, quienes no tienen este status sólo perciben en promedio
435,17 pesos cada mes.
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