OPINION
Cuando Johnny estornuda
Por Julio Nudler |
El
New England Journal of Medicine (Nueva Revista Inglesa de Medicina) publicó recientemente
el resultado de un estudio sobre la exportación, desde Estados Unidos a América Latina,
del modelo de explotación privada de los servicios de salud. Sus autores son Karen
Stocker, Howard Waitzkin y Celia Iriart. A continuación, sus principales observaciones.
Desde mediados de los 90, empresas médicas estadounidenses, aseguradoras y
fondos de inversión penetraron velozmente el mercado latinoamericano de la salud. Su
irrupción estuvo ligada a la privatización del sector y al corte en las prestaciones
estatales, forzado por organismos multilaterales como el Fondo Monetario y el Banco
Mundial. La privatización de la salud es una condición que éstos imponen para la
concesión de créditos.
El estudio analiza la exportación desde Estados Unidos hacia América Latina del
denominado managed care (algo así como atención administrada de salud), definido como
los servicios sanitarios provistos bajo el control administrativo de grandes
organizaciones privadas y según esquemas de capitación (es decir, pagos fijos mensuales
por persona).
En Estados Unidos, a medida que los planes privados de salud fueron proliferando,
la tasa de ganancia que le generaban a los inversores comenzó a declinar y el mercado se
saturó. Ante ello, las corporaciones iniciaron la búsqueda de mercados extranjeros a
conquistar. Como para el 2000 el 80 por ciento de los norteamericanos estarán enganchados
con alguna organización de managed care, éstas sólo pueden sostener su crecimiento y
sus utilidades abordando nuevos mercados.
Los mercados latinoamericanos (el estudio se concentró primordialmente en
Argentina, Brasil, Chile y Ecuador) satisficieron holgadamente este objetivo, con tasas de
ganancias sustanciales en relación a los gastos.
Los autores de la investigación subrayan que los ejecutivos responsables por
la exportación de managed care (a Latinoamérica) resaltaron sus recompensas financieras,
pero rara vez se refirieron a formas de medicina preventiva o a controles de calidad de
sus servicios, a diferencia de la histórica valoración de estos aspectos por las
organizaciones de servicios de salud dentro de Estados Unidos. En cuanto al apoyo a la
educación y la investigación, directamente no apareció en ningún caso como meta de
esas firmas estadounidenses en América Latina.
Al explicar sus motivaciones financieras para entrar en el mercado latinoamericano,
los gerentes de las empresas de servicios de salud remarcaron la importancia de lograr el
acceso a los fondos de la seguridad social en estos países. El hecho es que, a diferencia
de lo que ocurre en Estados Unidos, la mayoría de los países latinoamericanos montaron
sistemas de seguridad social que incluyen beneficios médicos y jubilatorios para los
trabajadores.
A través de toda Latinoamérica, los sistemas de seguridad social perciben
cuantiosos fondos, que son administrados por organismos estatales o regulados por el
sector público. Así, los ejecutivos norteamericanos señalan los autores de
la investigación identificaron los fondos de seguridad social en Latinoamérica
como una nueva gran fuente de capital financiero. El estudio cita precisamente a un
ejecutivo estadounidense del Exxel Group (dueño en la Argentina de varias prepagas)
diciendo: Es un mercado muy lucrativo... La real oportunidad aquí para una
compañía de inversores privados radica en desarrollar herramientas en el mercado de las
prepagas, como anticipación al mercado de las obras sociales.
El trabajo consigna que la privatización de programas gubernamentales de salud y
de los sistemas de seguridad social que en países como la Argentina y Colombia
mostraron ineficiencia y corrupción permitió una gran expansión de las
organizaciones de medicina privada y los fondos de inversión.
La creciente clase media alta de América Latina afirma el estudio
constituye un nuevo mercado potencial para la medicina privada. A medida que aumentaban la
pobreza y la desigualdad en la distribución del ingreso, también crecía el número de
familias con ingresos suficientemente altos como para comprar seguros privados de
salud. Según los ejecutivos de las compañías que están en este negocio, el
managed care (representado en la Argentina por las prepagas) atraerá a los consumidores
más ricos, dado que ofrece atención primaria constante, continuidad en la atención y el
acceso a procedimientos y aparatos de alta tecnología. Todo esto deberá ser pagado por
una combinación de contribuciones patronales, pagos de los propios pacientes y fondos de
seguridad social.
Los
inversores se sintieron atraídos hacia este negocio en América Latina por el bajo
porcentaje de población cubierto por los seguros de salud privados y la escasa
proporción del ingreso que se vuelca a ese fin, siempre en comparación con Estados
Unidos, todo lo cual les prometía un rápido crecimiento del negocio.
La globalización también facilitó según el trabajo la
inversión multinacional en el sector de la salud. Las anteriores barreras fueron
removidas...
Los autores señalan asimismo algo vastamente conocido: que el Banco Mundial y
otros organismos financieros multilaterales impulsan la privatización de los servicios
públicos y la introducción de las coporaciones de medicina administrada en los mercados
latinoamericanos, todo lo cual queda comprendido en el llamado ajuste
estructural, que implica privatizar, cortar el gasto público y repagar la deuda. El
texto indica que los funcionarios gubernamentales latinoamericanos, y los ejecutivos
de las multinacionales en esos países, colaboran con los organismos financieros
multilaterales en la implementación de esas políticas de ajuste estructural.
En su célebre informe Invirtiendo en Salud, lanzado en 1993, el Banco
Mundial propició la ideología de que la salud es un asunto privado, y el cuidado
de la salud, un bien privado. En base a esta concepción, impulsó la
transferencia de instituciones sanitarias públicas y fondos de seguridad social a
administradores privados, o su directa privatización. |
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