Por Raúl Dellatorre Con tranquilidad provinciana,
la Justicia mendocina intenta dar con el paradero del ex banquero Raúl Moneta, sobre
quien pesa orden de captura por su actuación como presidente del caído Banco Mendoza.
Ayer por la mañana, fue allanada la quinta La Celia, en Eugenio Bustos, departamento San
Carlos, a 120 kilómetros de la ciudad de Mendoza, propiedad de Mónica Arroyo Benegas,
cónyuge del buscado. El procedimiento fue negativo, informó el juez Luis
Leiva, quien por ahora no ordenó otros allanamientos, pese a las numerosas propiedades
que se le conocen a Moneta. Mientras tanto, fuentes tribunalicias dejaron entrever que la
investigación judicial podría involucrar a funcionarios del gobierno mendocino y del
Banco Central en la calificación de asociación ilícita, que ya pesa sobre
el último directorio del banco.
Seguimos haciendo todas las tareas necesarias para averiguar dónde se encuentran
estas personas, indicó Leiva a la prensa local. Confirmó, además, que el jueves
por la noche pidió a Interpol la captura internacional de los diez imputados en la causa.
Los cargos que pesan sobre Moneta y otros nueve ex directivos del Banco de Mendoza son
asociación ilícita, infracción a la ley penal tributaria y subversión económica
dolosa.
Según pudo saber Página/12, el juez sumó a la causa en el día de ayer una denuncia del
diputado nacional Gustavo Gutiérrez (Partido Demócrata), que inmediatamente fue girada a
la fiscal María Alejandra Obregón para su análisis. Tanto la fiscalía, como el juez y
el denunciante mantuvieron ayer un llamativo silencio. Sin embargo, este diario pudo saber
que la denuncia está orientada a involucrar al gobernador Arturo Lafalla y al presidente
del Banco Central, Pedro Pou, en la acusación.
Si la asociación ilícita es haber comprado un banco (el Mendoza) con el fin de
utilizarlo para prestarse a sí mismo (Banco República, grupo Moneta), para que pudiera
ocurrir tuvo que haber connivencia del gobernador que lo entregó y el Banco Central que,
como veedor, no hizo nada para evitarlo, fue la línea de razonamiento trazada en la
denuncia de Gutiérrez, según describió una fuente muy allegada a la investigación ante
Página/12. La privatización del Banco Provincial de Mendoza se iba a realizar de modo
tal que ningún grupo empresario tuviera el control de más del 5 por ciento del paquete
accionario, según lo enunciado por el propio gobierno mendocino. Sin embargo, el banco se
entregó al consorcio MagnaRepública, bajo control del segundo y, además, permitiendo
que se fusionara con el Banco de Previsión Social.
Los dos detenidos hasta el momento, el ex síndico Hugo Emili y el ex director Jorge
Rivarola, hasta ayer en la Alcaldía de Tribunales, podrían ser trasladados, entre lunes
y martes, a la Penitenciaría Provincial, según fuentes judiciales. Los que estaban
como directores en representación del Grupo Magna, cuando se vean cercados le van a tirar
todo el peso a Moneta, que era el administrador real del banco, comentó a este
diario otra fuente cercana al sector empresario local, del que provienen todos los
integrantes del grupo.
Aunque la presunción de quienes conocen las comidillas provinciales es que Moneta no
está en Mendoza, señalan que el juez Leiva está lejos de haber agotado las instancias
para buscarlo. Todavía no allanó la residencia de Termas de Cacheuta, un refugio
(en el mejor sentido) habitual del empresario, apuntan. Tampoco se acercó al
domicilio de Jacques Matta (otro buscado), en Carril Godoy Cruz y Urquiza, de Villanueva
(departamento Guaymallén), donde hasta ayer fueron vistos su esposa e hijos. También dan
por cierto lo afirmado por el diputado Gustavo Gutiérrez a Página/12 el miércoles, en
el sentido de que cabía esperar muchas más presiones del menemismo, en las
figuras de Eduardo Bauzá y Eduardo Menem, sobre el juez. Este, mientras tanto, pretende
manejar los tiempos de la causa. Y, por ahora, parece haber elegido ir lentamente en la
búsqueda de los prófugos.
CUANDO APARECEN LOS PROFUGOS
El fin de semana
Estar prófugo no es difícil. Se necesita una estancia, un complejo hotelero más
bien apartado o un departamento seguro. De ese tipo de lugares, hay cientos y cientos en
la Argentina, explicó a Página/12 el integrante de una de las fuerzas que tiene a
su cargo la búsqueda del banquero Raúl Moneta.
En casos como éstos insistió el experto, la chance de encontrar al
prófugo, si no comete grandes errores, es una en un millón. A Yabrán, por ejemplo, no
se lo hubiera encontrado. Pero la realidad es que él mismo se entregó llamando por
teléfono a la comisaría, agregó el experto.
En principio yo diría que en el caso Moneta no se actuó con demasiada vocación de
encontrarlo. Da toda la impresión de que hubo alguna infidencia, porque cuando lo fueron
a buscar ya no estaba. Si se van a producir diez detenciones de ese tipo, es lógico que
uno haga algún tipo de inteligencia previa y que cuando se proceda a la detención ya
sepa adónde buscar. En este caso no pasó nada. También llama la atención que de diez
personas, ocho se hayan escapado y que 48 horas después sigan sin encontrarlos,
continuó el especialista.
Siempre el prófugo necesita un buen diagnóstico de adonde lo van a buscar. En este
caso, es posible que se esmeren en Mendoza, pero veo bastante dudoso que lo hagan en la
Capital y Gran Buenos Aires. Por lo tanto, a simple vista, parece más seguro quedarse en
las inmediaciones de la Capital. Para Moneta seguramente entrará a jugar también una
razón política es más afín al menemismo que al duhaldismo por lo que
seguramente le convino mantenerse dentro del distrito porteño, apuntó.
Sin dudas, uno puede utilizar las primeras horas para salir del país. Sin embargo
no parece lo más recomendable a menos que se piense estar prófugo por bastante tiempo.
Si se trata de unos días, mientras se pide una excarcelación o distintas nulidades, lo
mejor es quedarse en el país porque aquí uno tiene un mejor paraguas protector
amigos, políticos, policías que en el extranjero, aclaró.
Lo más difícil es mantener el equilibrio emocional. Hay que gente que no está
preparada para estar un día preso, soportar la pérdida de prestigio o estar prófugo.
Eso lleva a cometer errores, que en un sentido son casi el equivalente a entregarse. Las
cosas suelen terminar en una negociación y la posterior entrega. Los mejores días para
entregarse son el sábado, el domingo y, sobre todo, el lunes. Durante el fin de semana,
la entrega no produce demasiada explosión periodística. El lunes tiene la ventaja de que
uno declara casi de inmediato y se alivian las tensiones, aconsejó el experto.
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