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EL G7 PREPARA SU ENTRADA EN YUGOSLAVIA
Kosovo con camisa de fuerza

Mientras en Rusia surgían divisiones sobre el acuerdo para Kosovo, el G7 debatía ayer la composición, plan y objetivos de las fuerzas de pacificación que entrarán en la secesionista provincia yugoslava. Bill Clinton está muy aliviado y la OTAN cree que un cese del fuego es inminente.

Detalles: “Tenemos que asegurarnos de que todo se cumple, hasta lo más mínimo: en estos casos, el diablo siempre se esconde en los detalles”.

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Página/12 en Bélgica
Por Eduardo Febbro Desde Bruselas

t.gif (862 bytes) Europeos y norteamericanos continuaron afirmando ayer que “sólo un retiro verificable” de las fuerzas serbias de Kosovo podría poner fin a los bombardeos de la OTAN. Prueba de esa “determinación”, al día siguiente de que Belgrado aceptara las condiciones de los occidentales, la Alianza no cesó sus bombardeos contra la ex Yugoslavia. Estos fueron sin embargo de “menor intensidad” y nadie apostaba en Bruselas por una extensión del conflicto más allá del martes o miércoles de la semana que viene.
La OTAN parecía prepararse a una gran mudanza y ayer mismo confirmó la existencia de “un primer y breve contacto militar” entre los generales de la Alianza y los de Belgrado, a fin de organizar los primeros pasos del montaje que dará lugar al retiro de las tropas serbias. El segundo contacto tendrá lugar hoy de manera mucho más oficial, cuando el general Michael Jackson, comandante de los 16.000 soldados aliancistas que se encuentran estacionados en Macedonia, se entreviste con los altos mandos serbios en un punto de la frontera aún no determinado. Según confirmó en Bruselas el portavoz de la Alianza, Jamie Shea, Jackson estará acompañado por un representante del emisario europeo y presidente finlandés Martti Ahtisari y por un observador ruso. Las dos delegaciones enemigas van a preparar los planes para tornar operativo “un verdadero sistema de verificación del repliegue de las fuerzas serbias” que la OTAN estima en unos 40.000 hombres.
Los occidentales tienen preparado desde hace varias semanas un “dispositivo de evacuación” de las tropas serbias regido por un sistema norte-sur: a fin de asegurarse de que los serbios se van realmente de la provincia de Kosovo, las unidades abandonarán la provincia a través de itinerarios distintos para permitirle así a la OTAN “verificar” el respeto de los compromisos. Como decía un diplomático francés, “tenemos que asegurarnos de que todo se cumple, hasta lo más mínimo: en estos casos, el diablo siempre se esconde en los detalles”. Una vez que los serbios hayan respetado lo acordado, el comandante supremo de las fuerzas de la OTAN, Wesley Clark, informará al secretario general de la OTAN, Javier Solana, para que éste someta al Consejo del Atlántico Norte, que es la instancia política de la OTAN, la decisión de cesar los bombardeos. Con todo, tal como se desprende de las declaraciones del presidente francés Jacques Chirac, la OTAN ya modificó su estrategia militar limitando los bombardeos a “objetivos estrictamente militares”.
Todavía quedan por resolver varios problemas concretos, tanto en el terreno militar como político. Según reconocían en Bruselas los generales de la Alianza, el primer obstáculo consiste en lograr que la guerrilla kosovar del UCK, el Ejército de Liberación de Kosovo, no aproveche la ocasión para incrementar sus ofensivas en Kosovo u ocupar así el terreno antes de que llegue la fuerza internacional, en cuya misión también entra el desarme del UCK dentro de Kosovo y en las fronteras. El segundo obstáculo es político y excede las prerrogativas de la Alianza. Más allá del fin o la limitación de los bombardeos, el eje del plan de paz propuesto por los aliados es la fuerza internacional que debe desplegarse en la región. Esta, bautizada KFOR, consta de 50.000 hombres oriundos de Europa, EE.UU, Rusia y varios países neutrales. Su nacimiento operativo depende de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, cuyos términos aún están en discusión. La ONU debe al mismo tiempo crear la fuerza y los componentes y estatutos de la administración civil provisoria que actuará en Kosovo. Los ministros de Relaciones Exteriores del Grupo delos 8, el G8, se reunirán este fin de semana en Bonn con el propósito de “limar las asperezas” que atrasan la presentación del texto. Las divergencias tienen varias cabezas pero la principal es la composición de la fuerza y, sobre todo, la cuestión de saber en quién recaerá su mando. Los rusos se oponen febrilmente a que la KFOR opere bajo el comando unificado de la OTAN. Los rusos están tanto menos dispuestos a ceder en este “detalle” cuanto que fue a través de ellos, como únicos interlocutores del presidente serbio Slobodan Milosevic, que la crisis se resolvió. La OTAN admitía ayer que Moscú “mantiene una posición muy distinta a la que se defiende en Occidente”. Con todo, la OTAN no parecía mayormente preocupada por estas divergencias de peso. Más bien, el organismo de defensa multilateral que durante 73 días y 72 noches administró de manera desastrosa una guerra decidida unilateralmente no salía del asombro en que la sumió la manera en que Belgrado aceptó las condiciones del plan de paz. Hasta el jueves a la mañana ningún responsable de la OTAN creía que Milosevic se iba a plegar a las disposiciones de la comunidad internacional. Los generales aliancistas y Javier Solana pensaban viajar este viernes a la base de Aviano, Italia, a fin de levantarle el ánimo a los aviadores que participaban en los ataques.
Los dirigentes políticos europeos estimaban ayer que si bien el proceso es “positivo” no se debía cantar victoria hasta que éste “no revista un aspecto irreversible”. La reunión prevista para este domingo en Bonn entre los cancilleres del G8 es capital ya de allí saldrá el “acuerdo formal” sobre el proyecto de resolución que será sometido a la ONU. En su conjunto, los occidentales juzgan que ganaron dos guerras políticas y una militar: una política y militar contra Milosevic, a quien le impusieron el plan que circula desde hace seis meses, y otra política contra Moscú. En efecto, los términos del plan de paz están muy lejos de incluir las posiciones iniciales de Rusia, país que reclamó siempre el fin de los bombardeos antes de toda discusión.
Un diplomático europeo definió así la situación: “Dejamos al emisario ruso Victor Chernomyrdin ocupar el escenario como interlocutor de Belgrado. Pero, en el fondo, Chernomyrdin discutió con Milosevic nuestras condiciones y no las de Moscú. Fue más bien un cartero que un verdadero mediador”.

 

Claves

ron2.gif (93 bytes)  El cese del fuego sobre Yugoslavia puede ser inminente.
ron2.gif (93 bytes)  Los próximos pasos son que el G7 acuerde la composición y misión de la fuerza de pacificación y compatibilice su plan con el de Rusia. De allí, se buscará un mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que preste legitimidad internacional a la operación.
ron2.gif (93 bytes) En Rusia hay debate sobre lo actuado, porque el sector prooccidentalista, liderado por el mediador Viktor Chernomyrdin, se impuso a comunistas, ultranacionalistas y paneslavófilos. Pero este es un desenlace positivo: para Rusia, porque le permite mantener sus relaciones con
la comunidad financiera internacional, y para Occidente, porque es mejor que Rusia –una masa de poder geopolítico-nuclear demasiado poderosa– sea parte de la solución, y no del problema.


 

EL APOYO PUBLICO A LA CAMPAÑA AEREA YA ERA ESCASO
A Clinton le cae como anillo al dedo

The Guardian de Gran Bretaña
Por Martin Kettle Desde Washington

t.gif (862 bytes) “Si Yugoslavia coopera, creo que los bombardeos podrían ser detenidos durante este fin de semana o en los primeros días de la semana próxima”. El optimismo del portavoz del Pentágono, Kenneth Bacon, fue compartido con el del presidente norteamericano Bill Clinton, quien se manifestó “ansioso por terminar los bombardeos, pero queremos tener fecha para la entrada de nuestra gente”. Pero Estados Unidos aún mantiene la guardia sobre Kosovo: la versión oficial es que los bombardeos continuarán hasta que la ejecución del plan de paz pueda ser verificada y que hasta ese momento se está todavía preparado para considerar otras opciones militares para asegurar el cumplimiento completo de las demandas de la OTAN.
Clinton nunca fue favorable a una invasión terrestre sobre Kosovo en cualquier circunstancia que no sea la aceptación de Yugoslavia de las condiciones impuestas por la OTAN. No quería que los últimos 18 meses de su presidencia fueran dominados por un fracaso militar en un conflicto sobre el cual la opinión pública estadounidense tenía cada vez más dudas. A medida que las opciones militares comenzaron a depender de la cuenta regresiva hacia el invierno en los Balcanes, Clinton se volvió más, y no menos, hostil a una eventual operación terrestre en Kosovo. No sólo los jefes del Pentágono estaban en contra de este tipo de campaña, sino también el consejero de la Casa Blanca para la Seguridad Nacional, Sandy Berger, y el vicepresidente Al Gore, cuya campaña presidencial podría haber sido dañada por cualquier posible “derrota” en Kosovo.
El presidente de Estados Unidos siempre desconfió de las intromisiones militares de su país en el extranjero, particularmente después de las intervenciones en Somalia, Haití y Bosnia, que probaron que el entusiasmo público por operaciones militares fulminantes puede transformarse rápidamente hacia los compromisos en los cuales Estados Unidos parece tener poco para ganar. Clinton ha visto cómo el apoyo público inicial a la campaña de Kosovo comenzó a declinar y ha conducido a la conclusión de que Estados Unidos no debería terminar involucrado en esta intensa campaña aérea.
En las últimas semanas del conflicto, la política norteamericana ha sido calibrada más hacia la cautela alemana que a la beligerancia británica. Fuentes diplomáticas alemanas en Estados Unidos han tenido a veces un punto de vista más realista sobre las intenciones norteamericanas que sus pares británicos. Si las cosas funcionan, quizás Clinton pueda demostrar a sus detractores que estaban equivocados cuando sostenían que el poder aéreos por sí mismo no iba a ser suficiente para torcerle el brazo de Milosevic. Y si los miles de refugiados kosovares vuelven a sus casas en otoño, sus imágenes televisivas valdrán oro político para Clinton y Gore. No es la primera vez que Clinton pueda arrebatar una suerte de triunfo sobre las olas de un aparente desastre.

 


 

Rusia partida al medio sobre su rol en la paz

The Guardian De Gran Bretaña
Por James Meek y Richard Norton-Taylor Desde Moscú y Londres

t.gif (862 bytes) El papel de Rusia en el proceso de paz de Kosovo entró ayer en un estado de confusión al intensificarse la áspera disputa entre los consejeros militares y civiles del equipo negociador del enviado ruso Viktor Chernomyrdin. El enfrentamiento entre Chernomyrdin y un halcón, el general Leonid Ivashov –evidente desde que ambos volvieron de su histórico encuentro con Slobodan Milosevic en Belgrado el jueves– se amplió ayer al volverse claro que el liderazgo ruso no tenía idea de cómo reconciliar las agudas diferencias entre las visiones de la OTAN y Rusia sobre la forma en que debe patrullarse el Kosovo de posguerra.
El general Ivashov sugirió que los militares fueron dejados de lado por la postura prooccidental de Chernomyrdin de llevar adelante un plan de paz de la OTAN que resulta contrario a los intereses de Rusia. El acuerdo, sostiene el general, volvería a Rusia dependiente de “las buenas y malas intenciones de la OTAN”. El general expresó alarma porque la rápida retirada de las fuerzas serbias de Kosovo dejaría indefensa a la minoría étnica serbia de la provincia ante los ataques del Ejército de Liberación de Kosovo (KLA). El ministro de Defensa ruso, Mariscal Igor Sergeyev, quedó atrapado entre la inquietud de sus generales y la satisfacción del presidente Boris Yeltsin por el rol de Rusia en la negociación del acuerdo. Sergeyev aclaró que aún no se tomó ninguna decisión sobre la participación de Rusia en el mantenimiento de la paz, pero confirmó que los generales y los civiles de la delegación rusa en Belgrado estaban divididos. “Surgieron diferentes puntos de vista sobre la mejor y más completa forma de ejecutar las órdenes del presidente –dijo–. Hubo polémicas y discusiones, pero la aceptación del documento por el Parlamento yugoslavo demuestra el éxito político del acuerdo”.
En anteriores confrontaciones con Occidente –sobre el retiro de las tropas rusas de los países bálticos, la expansión de la OTAN, Irak y Bosnia–, Rusia emitió gruñidos de enojo, artificialmente amplificados por los antiguos guerreros de la Guerra Fría en Estados Unidos y Gran Bretaña, sólo para ceder tranquilamente o finalmente cooperar. Con Rusia aún dependiendo de la ayuda económica externa, y con gran parte de la elite rusa dependiendo de la vista gorda occidental sobre las fuentes de su prosperidad, la camarilla consejera de Yeltsin está fundamentalmente en contra de una confrontación con la OTAN.
La OTAN espera que Moscú acepte un acuerdo como el que preparó el camino para la participación de tropas rusas en la fuerza de estabilización (SFor) liderada por la OTAN en Bosnia. “El modelo es Bosnia”, aseguró el jueves el secretario de Defensa, George Robertson. Eso permitiría a Rusia sostener que sus tropas no están bajo comando directo de la OTAN, y a la Alianza insistir en que la fuerza está “bajo una estructura unificada de comando y control”. Las fuerzas rusas en Bosnia operan junto a las tropas de Estados Unidos, pero se reportan a un general ruso en el cuartel general de la OTAN. La S-For está bajo la “dirección política” del Consejo de la OTAN en consulta con países no miembros de la OTAN.
La importancia de Bosnia se refleja en una nota al pie del acuerdo de Kosovo, según la cual “se entiende que la OTAN considera que una fuerza internacional de seguridad con ‘sustancial participación de la OTAN’ supone un comando y un control unificados con la OTAN en su núcleo”. La nota agrega que “se entiende que la posición de Rusia es que el contingente ruso no estará bajo el comando de la OTAN”.
Hubo amplias recriminaciones en Moscú sobre lo que era visto como otra concesión de Rusia. “Milosevic fue despojado prácticamente de todo lo que intentaba lograr. Rusia abandonó la posición que había sostenido por varias semanas”, publicó el diario Nezavisimaya Gazeta. “Chernomyrdin hizograndes concesiones a la OTAN y virtualmente anuló los logros anteriores suyos y del ministro del Exterior ruso”. El moderado presidente del comité de Asuntos Exteriores del Parlamento, Vladimir Lukin, calificó el acuerdo como “confuso”, y dijo no comprender por qué Rusia estaba precipitándose a suscribir un plan que contradecía tantas de sus demandas previas.
A su regreso de Belgrado, Chernomyrdin insistió en que las tropas rusas para el mantenimiento de la paz se unirían a la fuerza multinacional en el Kosovo de posguerra por pedido yugoslavo, y que serían responsables “únicamente ante Rusia” y no estarían bajo control de la OTAN. Pero esto sería inaceptable para los comandantes de la OTAN. Chernomyrdin dijo anoche que “había dos caminos: detener la guerra por mecanismos políticos o pelear. Ponerse los uniformes y marchar. No creo que el pueblo ruso tenga necesidad de eso”.
“Esencialmente –continuó–, Rusia llevó adelante este proceso de paz sola, y si logramos detener los bombardeos será un éxito”. Cada paso que él y los demás miembros de la delegación dieron estuvieron en concordancia con las instrucciones de Yeltsin. Chernomyrdin agregó que “por supuesto que hubiese sido bueno lograr más, pero el punto principal es que la soberanía de Yugoslavia está intacta y que se han sentado las bases legales que ponen la resolución de la crisis de Kosovo bajo la égida de las Naciones Unidas”.

Traducción: F.G.

 

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