Página/12 en Bélgica
Por Eduardo Febbro Desde Bruselas Europeos y norteamericanos
continuaron afirmando ayer que sólo un retiro verificable de las fuerzas
serbias de Kosovo podría poner fin a los bombardeos de la OTAN. Prueba de esa
determinación, al día siguiente de que Belgrado aceptara las condiciones de
los occidentales, la Alianza no cesó sus bombardeos contra la ex Yugoslavia. Estos fueron
sin embargo de menor intensidad y nadie apostaba en Bruselas por una
extensión del conflicto más allá del martes o miércoles de la semana que viene.
La OTAN parecía prepararse a una gran mudanza y ayer mismo confirmó la existencia de
un primer y breve contacto militar entre los generales de la Alianza y los de
Belgrado, a fin de organizar los primeros pasos del montaje que dará lugar al retiro de
las tropas serbias. El segundo contacto tendrá lugar hoy de manera mucho más oficial,
cuando el general Michael Jackson, comandante de los 16.000 soldados aliancistas que se
encuentran estacionados en Macedonia, se entreviste con los altos mandos serbios en un
punto de la frontera aún no determinado. Según confirmó en Bruselas el portavoz de la
Alianza, Jamie Shea, Jackson estará acompañado por un representante del emisario europeo
y presidente finlandés Martti Ahtisari y por un observador ruso. Las dos delegaciones
enemigas van a preparar los planes para tornar operativo un verdadero sistema de
verificación del repliegue de las fuerzas serbias que la OTAN estima en unos 40.000
hombres.
Los occidentales tienen preparado desde hace varias semanas un dispositivo de
evacuación de las tropas serbias regido por un sistema norte-sur: a fin de
asegurarse de que los serbios se van realmente de la provincia de Kosovo, las unidades
abandonarán la provincia a través de itinerarios distintos para permitirle así a la
OTAN verificar el respeto de los compromisos. Como decía un diplomático
francés, tenemos que asegurarnos de que todo se cumple, hasta lo más mínimo: en
estos casos, el diablo siempre se esconde en los detalles. Una vez que los serbios
hayan respetado lo acordado, el comandante supremo de las fuerzas de la OTAN, Wesley
Clark, informará al secretario general de la OTAN, Javier Solana, para que éste someta
al Consejo del Atlántico Norte, que es la instancia política de la OTAN, la decisión de
cesar los bombardeos. Con todo, tal como se desprende de las declaraciones del presidente
francés Jacques Chirac, la OTAN ya modificó su estrategia militar limitando los
bombardeos a objetivos estrictamente militares.
Todavía quedan por resolver varios problemas concretos, tanto en el terreno militar como
político. Según reconocían en Bruselas los generales de la Alianza, el primer
obstáculo consiste en lograr que la guerrilla kosovar del UCK, el Ejército de
Liberación de Kosovo, no aproveche la ocasión para incrementar sus ofensivas en Kosovo u
ocupar así el terreno antes de que llegue la fuerza internacional, en cuya misión
también entra el desarme del UCK dentro de Kosovo y en las fronteras. El segundo
obstáculo es político y excede las prerrogativas de la Alianza. Más allá del fin o la
limitación de los bombardeos, el eje del plan de paz propuesto por los aliados es la
fuerza internacional que debe desplegarse en la región. Esta, bautizada KFOR, consta de
50.000 hombres oriundos de Europa, EE.UU, Rusia y varios países neutrales. Su nacimiento
operativo depende de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, cuyos términos
aún están en discusión. La ONU debe al mismo tiempo crear la fuerza y los componentes y
estatutos de la administración civil provisoria que actuará en Kosovo. Los ministros de
Relaciones Exteriores del Grupo delos 8, el G8, se reunirán este fin de semana en Bonn
con el propósito de limar las asperezas que atrasan la presentación del
texto. Las divergencias tienen varias cabezas pero la principal es la composición de la
fuerza y, sobre todo, la cuestión de saber en quién recaerá su mando. Los rusos se
oponen febrilmente a que la KFOR opere bajo el comando unificado de la OTAN. Los rusos
están tanto menos dispuestos a ceder en este detalle cuanto que fue a través
de ellos, como únicos interlocutores del presidente serbio Slobodan Milosevic, que la
crisis se resolvió. La OTAN admitía ayer que Moscú mantiene una posición muy
distinta a la que se defiende en Occidente. Con todo, la OTAN no parecía mayormente
preocupada por estas divergencias de peso. Más bien, el organismo de defensa multilateral
que durante 73 días y 72 noches administró de manera desastrosa una guerra decidida
unilateralmente no salía del asombro en que la sumió la manera en que Belgrado aceptó
las condiciones del plan de paz. Hasta el jueves a la mañana ningún responsable de la
OTAN creía que Milosevic se iba a plegar a las disposiciones de la comunidad
internacional. Los generales aliancistas y Javier Solana pensaban viajar este viernes a la
base de Aviano, Italia, a fin de levantarle el ánimo a los aviadores que participaban en
los ataques.
Los dirigentes políticos europeos estimaban ayer que si bien el proceso es
positivo no se debía cantar victoria hasta que éste no revista un
aspecto irreversible. La reunión prevista para este domingo en Bonn entre los
cancilleres del G8 es capital ya de allí saldrá el acuerdo formal sobre el
proyecto de resolución que será sometido a la ONU. En su conjunto, los occidentales
juzgan que ganaron dos guerras políticas y una militar: una política y militar contra
Milosevic, a quien le impusieron el plan que circula desde hace seis meses, y otra
política contra Moscú. En efecto, los términos del plan de paz están muy lejos de
incluir las posiciones iniciales de Rusia, país que reclamó siempre el fin de los
bombardeos antes de toda discusión.
Un diplomático europeo definió así la situación: Dejamos al emisario ruso Victor
Chernomyrdin ocupar el escenario como interlocutor de Belgrado. Pero, en el fondo,
Chernomyrdin discutió con Milosevic nuestras condiciones y no las de Moscú. Fue más
bien un cartero que un verdadero mediador.
EL APOYO PUBLICO A LA CAMPAÑA AEREA YA ERA
ESCASO
A Clinton le cae como anillo al dedo
The Guardian de Gran Bretaña
Por Martin Kettle Desde Washington
Si
Yugoslavia coopera, creo que los bombardeos podrían ser detenidos durante este fin de
semana o en los primeros días de la semana próxima. El optimismo del portavoz del
Pentágono, Kenneth Bacon, fue compartido con el del presidente norteamericano Bill
Clinton, quien se manifestó ansioso por terminar los bombardeos, pero queremos
tener fecha para la entrada de nuestra gente. Pero Estados Unidos aún mantiene la
guardia sobre Kosovo: la versión oficial es que los bombardeos continuarán hasta que la
ejecución del plan de paz pueda ser verificada y que hasta ese momento se está todavía
preparado para considerar otras opciones militares para asegurar el cumplimiento completo
de las demandas de la OTAN.
Clinton nunca fue favorable a una invasión terrestre sobre Kosovo en cualquier
circunstancia que no sea la aceptación de Yugoslavia de las condiciones impuestas por la
OTAN. No quería que los últimos 18 meses de su presidencia fueran dominados por un
fracaso militar en un conflicto sobre el cual la opinión pública estadounidense tenía
cada vez más dudas. A medida que las opciones militares comenzaron a depender de la
cuenta regresiva hacia el invierno en los Balcanes, Clinton se volvió más, y no menos,
hostil a una eventual operación terrestre en Kosovo. No sólo los jefes del Pentágono
estaban en contra de este tipo de campaña, sino también el consejero de la Casa Blanca
para la Seguridad Nacional, Sandy Berger, y el vicepresidente Al Gore, cuya campaña
presidencial podría haber sido dañada por cualquier posible derrota en
Kosovo.
El presidente de Estados Unidos siempre desconfió de las intromisiones militares de su
país en el extranjero, particularmente después de las intervenciones en Somalia, Haití
y Bosnia, que probaron que el entusiasmo público por operaciones militares fulminantes
puede transformarse rápidamente hacia los compromisos en los cuales Estados Unidos parece
tener poco para ganar. Clinton ha visto cómo el apoyo público inicial a la campaña de
Kosovo comenzó a declinar y ha conducido a la conclusión de que Estados Unidos no
debería terminar involucrado en esta intensa campaña aérea.
En las últimas semanas del conflicto, la política norteamericana ha sido calibrada más
hacia la cautela alemana que a la beligerancia británica. Fuentes diplomáticas alemanas
en Estados Unidos han tenido a veces un punto de vista más realista sobre las intenciones
norteamericanas que sus pares británicos. Si las cosas funcionan, quizás Clinton pueda
demostrar a sus detractores que estaban equivocados cuando sostenían que el poder aéreos
por sí mismo no iba a ser suficiente para torcerle el brazo de Milosevic. Y si los miles
de refugiados kosovares vuelven a sus casas en otoño, sus imágenes televisivas valdrán
oro político para Clinton y Gore. No es la primera vez que Clinton pueda arrebatar una
suerte de triunfo sobre las olas de un aparente desastre.
Rusia partida al medio sobre su rol en
la paz
The Guardian De Gran Bretaña
Por James Meek y Richard Norton-Taylor Desde Moscú
y Londres
El papel
de Rusia en el proceso de paz de Kosovo entró ayer en un estado de confusión al
intensificarse la áspera disputa entre los consejeros militares y civiles del equipo
negociador del enviado ruso Viktor Chernomyrdin. El enfrentamiento entre Chernomyrdin y un
halcón, el general Leonid Ivashov evidente desde que ambos volvieron de su
histórico encuentro con Slobodan Milosevic en Belgrado el jueves se amplió ayer al
volverse claro que el liderazgo ruso no tenía idea de cómo reconciliar las agudas
diferencias entre las visiones de la OTAN y Rusia sobre la forma en que debe patrullarse
el Kosovo de posguerra.
El general Ivashov sugirió que los militares fueron dejados de lado por la postura
prooccidental de Chernomyrdin de llevar adelante un plan de paz de la OTAN que resulta
contrario a los intereses de Rusia. El acuerdo, sostiene el general, volvería a Rusia
dependiente de las buenas y malas intenciones de la OTAN. El general expresó
alarma porque la rápida retirada de las fuerzas serbias de Kosovo dejaría indefensa a la
minoría étnica serbia de la provincia ante los ataques del Ejército de Liberación de
Kosovo (KLA). El ministro de Defensa ruso, Mariscal Igor Sergeyev, quedó atrapado entre
la inquietud de sus generales y la satisfacción del presidente Boris Yeltsin por el rol
de Rusia en la negociación del acuerdo. Sergeyev aclaró que aún no se tomó ninguna
decisión sobre la participación de Rusia en el mantenimiento de la paz, pero confirmó
que los generales y los civiles de la delegación rusa en Belgrado estaban divididos.
Surgieron diferentes puntos de vista sobre la mejor y más completa forma de
ejecutar las órdenes del presidente dijo. Hubo polémicas y discusiones, pero
la aceptación del documento por el Parlamento yugoslavo demuestra el éxito político del
acuerdo.
En anteriores confrontaciones con Occidente sobre el retiro de las tropas rusas de
los países bálticos, la expansión de la OTAN, Irak y Bosnia, Rusia emitió
gruñidos de enojo, artificialmente amplificados por los antiguos guerreros de la Guerra
Fría en Estados Unidos y Gran Bretaña, sólo para ceder tranquilamente o finalmente
cooperar. Con Rusia aún dependiendo de la ayuda económica externa, y con gran parte de
la elite rusa dependiendo de la vista gorda occidental sobre las fuentes de su
prosperidad, la camarilla consejera de Yeltsin está fundamentalmente en contra de una
confrontación con la OTAN.
La OTAN espera que Moscú acepte un acuerdo como el que preparó el camino para la
participación de tropas rusas en la fuerza de estabilización (SFor) liderada por la OTAN
en Bosnia. El modelo es Bosnia, aseguró el jueves el secretario de Defensa,
George Robertson. Eso permitiría a Rusia sostener que sus tropas no están bajo comando
directo de la OTAN, y a la Alianza insistir en que la fuerza está bajo una
estructura unificada de comando y control. Las fuerzas rusas en Bosnia operan junto
a las tropas de Estados Unidos, pero se reportan a un general ruso en el cuartel general
de la OTAN. La S-For está bajo la dirección política del Consejo de la OTAN
en consulta con países no miembros de la OTAN.
La importancia de Bosnia se refleja en una nota al pie del acuerdo de Kosovo, según la
cual se entiende que la OTAN considera que una fuerza internacional de seguridad con
sustancial participación de la OTAN supone un comando y un control unificados
con la OTAN en su núcleo. La nota agrega que se entiende que la posición de
Rusia es que el contingente ruso no estará bajo el comando de la OTAN.
Hubo amplias recriminaciones en Moscú sobre lo que era visto como otra concesión de
Rusia. Milosevic fue despojado prácticamente de todo lo que intentaba lograr. Rusia
abandonó la posición que había sostenido por varias semanas, publicó el diario
Nezavisimaya Gazeta. Chernomyrdin hizograndes concesiones a la OTAN y virtualmente
anuló los logros anteriores suyos y del ministro del Exterior ruso. El moderado
presidente del comité de Asuntos Exteriores del Parlamento, Vladimir Lukin, calificó el
acuerdo como confuso, y dijo no comprender por qué Rusia estaba
precipitándose a suscribir un plan que contradecía tantas de sus demandas previas.
A su regreso de Belgrado, Chernomyrdin insistió en que las tropas rusas para el
mantenimiento de la paz se unirían a la fuerza multinacional en el Kosovo de posguerra
por pedido yugoslavo, y que serían responsables únicamente ante Rusia y no
estarían bajo control de la OTAN. Pero esto sería inaceptable para los comandantes de la
OTAN. Chernomyrdin dijo anoche que había dos caminos: detener la guerra por
mecanismos políticos o pelear. Ponerse los uniformes y marchar. No creo que el pueblo
ruso tenga necesidad de eso.
Esencialmente continuó, Rusia llevó adelante este proceso de paz sola,
y si logramos detener los bombardeos será un éxito. Cada paso que él y los demás
miembros de la delegación dieron estuvieron en concordancia con las instrucciones de
Yeltsin. Chernomyrdin agregó que por supuesto que hubiese sido bueno lograr más,
pero el punto principal es que la soberanía de Yugoslavia está intacta y que se han
sentado las bases legales que ponen la resolución de la crisis de Kosovo bajo la égida
de las Naciones Unidas.
Traducción: F.G.
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