Por Silvina Szperling En el marco de los festejos de
su aniversario Nº 15, el Centro Cultural Ricardo Rojas inicia hoy las actividades de un
atípico ciclo de Danza y el Humor, del cual participarán coreógrafos de diferentes
tendencias. La idea es que, a partir de una propuesta temática como lo es en cierta
medida ésta, los coreógrafos se vean desafiados a crear o seleccionar fragmentos de sus
obras con premisas diferentes a las que habitualmente manejan, dice Brenda Angiel,
coordinadora del área de danza del Rojas, en diálogo con Página/12. Angiel, una joven
coreógrafa que ha desarrollado su trabajo durante los últimos años en danza aérea,
parece tener una natural inclinación a establecer una comunicación muy fluida con el
público, incluyendo una convocatoria cuantitativa importante para los parámetros
habituales de los grupos de danza contemporánea.
¿El ciclo busca hacer más accesible la danza al público a través del humor?
En cierta medida, sí, aunque las obras son muy diversas y el humor que cada artista
maneja está muy diferenciado. Por ejemplo, el humor de la obra de Roxana Grinstein está
relacionado con ciertos personajes arquetípicos del tango, mientras que el de Susana
Szperling, a través del uso de elementos folclóricos, es más bien kinético. Teresa
Duggan en esta oportunidad le toma el pelo al proceso de ensayos de una coreografía. En
cambio, María José Goldín, quien en Kali Yuga observa la adolescencia y sus
conflictos, jamás puede evitar el humor en sus obras.
¿Hay también una intención de convocar a coreógrafos de distintas generaciones
que no suelen trabajar en el Rojas?
Soy consciente de que el Rojas posee una infraestructura modesta que no es apta para
obras de cierta escala. Al mismo tiempo se ha caracterizado siempre por apoyar los
trabajos experimentales. A través de este tipo de propuestas, intentamos convocar a
algunos coreógrafos que no son habitués del Centro y ver qué le pasará al
público y a los mismos creadores con este contacto.
El grupo que abrirá hoy la actividad, Los Esquizoonautas, es un dúo formado por Laura
Veiga y Fabio Rizzo, y presenta la obra Padres primerizos. Hace algunos años que
veníamos trabajando juntos, cultivando nuestra `danza marcial en un trabajo con
connotaciones punks, cuenta la pareja. A partir del nacimiento de Sol Merlina
todo cambió. Estábamos preparando una presentación para la Fundación Antorchas
(subsidio que finalmente ganamos) y ella no paraba de llorar: en los entrenamientos, en
los ensayos, a la noche. Decidimos integrar lo que nos pasaba a la nueva obra: grabamos
sus llantos y los incorporamos a la banda de sonido y proyectamos el video del parto real
como primera imagen que ve el público. Siempre la obra es `a pesar de. Lo de la
familia unida ideal es una imagen que los otros proyectan en uno. Nosotros trabajamos el
sufrimiento, el dolor e incluso la agresión, a través de la integración de las artes
marciales. Creo que hemos podido tratar siempre bien a nuestra hija en lo cotidiano por
haber permitido que toda esa agresión surgiera en el trabajo artístico, y también
incorporar el humor a ello.
¿Cuál es la mirada que sobre el cuerpo se tiene en la danza?
Fabio: Un bailarín debería ser un experto en el movimiento, tanto en la
coreografía de la guerra como en la del sexo. Creo que, desgraciadamente, muchas veces la
mirada social lo convierte en un ser reprimido, del que se considera que es más sabio
cuanto menos se calienta.
Las cuatro funciones Sábado 5: Padres primerizos, de y por el grupo Los esquizoonautas; Silencio
por favor, dirección de Teresa Duggan e interpretación de alumnos de la Escuela de Danza
del Abasto.
Sábado 12: La pisada, coreografía de Susana Szperling; Kali Yuga (Edad de los
conflictos), por la Compañía Pata de ganso, dirigida por María José Goldín.
Sábado 19: Cenizas de tango, coreografía de Roxana Grinstein.
Sábado 26: Hacete la que tenés guantes, coreografía de Inés Sanguinetti; ¿Sabe uno
mismo alguna vez por qué ríe?, creación e interpretación de Graciela Schuster, Andrés
Sahade y Miriam Corani, con dirección de Corani.
Todas las funciones a las 21.
Demme no, Scott sí
Finalmente, Jonathan Demme rechazó dirigir la segunda parte
de El silencio ...: al parecer, el director encontró demasiado violento el
material de la novela, y pretendía introducir algunos cambios que Harris -quien
trabajará en el guión, junto a un escritor aún no determinado rechazó. Por ello,
el productor Dino de Laurentiis contactó a Ridley Scott (Alien, Blade Runner, Los
duelistas), quien aceptó gustoso el ofrecimiento. Las estrellas principales, en tanto,
aún no dieron una respuesta definitiva. Pero tanto Hopkins como Foster fueron tentados
con la nada despreciable suma de diez millones de dólares por la secuela, con lo que
podría limarse cualquier resistencia. |
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