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SE VIENE LA SEGUNDA PARTE DE "EL SILENCIO DE LOS INOCENTES"
Las dos vidas del Dr. Hannibal Lecter

El escritor Thomas Harris se tomó once años para volver sobre su famoso personaje. El libro "Hannibal" aparece el martes y, obviamente, habrá un segundo film. Jonathan Demme declinó dirigirlo.

Dinero: Hollywood le pagó a Harris 9 millones por los derechos de su novela, rompiendo el record que tenían Michael Crichton y John Grisham.

Diez millones mediante, Jodie Foster volvería a ser Clarice Sterling.

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Por Tom Shone Desde Londres

t.gif (862 bytes) El 23 de marzo, un gran sobre de papel manila, franqueado en Miami, llegó al escritorio de Mort Janklow, un agente literario de New York. Contenía un manuscrito de 600 páginas que Janklow empezó a leer de inmediato, quedándose toda la noche en vela hasta terminar, a las cinco de la mañana. Había estado esperando ese texto más de una década. Al día siguiente, con los ojos cansados pero lleno de entusiasmo, Janklow hizo varias copias del manuscrito y lo envió a diversos puntos del globo. Uno voló hacia el oeste, al director Jonathan Demme. Otro fue hacia el sudoeste, a Malasia, donde Jodie Foster filmaba una película. Mientras tanto, otro paquete iba hacia el este, a Inglaterra, para aterrizar en el felpudo de Anthony Hopkins, quien tenía más razones que nadie para sentir que su pulso se aceleraba al leer el título: Hannibal.
Ha pasado mucho tiempo desde la última visita del doctor Hannibal Lecter, psiquiatra, gourmet y asesino de nueve personas. Desde que se perdió en un atardecer brasileño en el final de El silencio de los inocentes (1990), muchos aguardaron su regreso. Y ha sido una larga espera. Su creador, el escritor estadounidense Thomas Harris, suele tomarse largos tiempos entre cada libro. Le llevó cinco años escribir la primera novela de Lecter, Red Dragon (Dragón Rojo); la segunda, The silence of the lambs, le tomó siete. La tercera, con un magnífico desdén hacia la impaciencia de Hollywood, insumió nada menos que once años. La espera terminó, y, con el tipo de fanfarria que en general acompaña a las megaproducciones cinematográficas, Hannibal llegará a las librerías este martes. Los editores rivales se cuidaron muy bien de no entorpecer su paso: Lecter está de regreso, y nadie quiere ser la cena.
El contenido del libro es un secreto guardado bajo siete llaves: se sabe que comienza siete años después de aquel final brasileño, pero eso es todo. La página de Harris (www.thomasharris.com) habla vagamente de alguien que planea “una venganza” contra Lecter, utilizando a la agente Clarice Sterling como carnada, pero Harris –que el mismo martes leerá por Internet el capítulo 21 de la novela– no está al alcance para hacer comentarios, ya que es notoriamente reacio a las movidas publicitarias. La última vez que se lo vio fue en 1994, en el juicio a un asesino serial italiano, el “Monstruo de Florencia”, donde estuvo tomando notas. Su última entrevista fue en 1984, cuando un periodista estadounidense le preguntó si no tenía que ser él mismo un poco psicópata para escribir tan bien sobre el tema. Después de eso, Harris nunca más dio una nota.
La ausencia del hombre, por supuesto, cimentó e impulsó el mito, lo cual es mucho más divertido, y le da a los fans la oportunidad de dar vuelta las mesas y jugar al detective. Se sabe que Harris es (como el Dr. Lecter) un experto cocinero, y que su especialidad es el venado y el pato salvaje. Después de escuchar eso, ¿quién podría resistirse a la tentación de pensar que el escritor quizá comparta con su criatura gustos más exóticos? ¿Y quién podría no estremecerse ante la afirmación de la madre, que dice que Harris es la más gentil y amorosa alma en la tierra, un chico adorable que ama a su madre? Seguramente es una descripción bien intencionada, pero si uno está tratando de diluir la reputación de ser la respuesta literaria a Norman Bates, la madre de uno no debe andar dando referencias a la prensa.
Lo que realmente shockea es que quizá la madre tenga razón. Todos los que conocen a Harris lo describen como alguien tímido, cortés, de voz tranquila y acento sureño. Un gigante agradable, con una barba de gigante agradable. Nacido en 1941 en Jackson, Tennessee, único hijo de una maestra de ciencias y un ingeniero eléctrico, Harris creció en Richmond, Mississippi, donde su padre compró una granja. La agente del FBI Clarice Sterling, debe recordarse, también creció en una granja, donde escuchó por primera vez el grito de las ovejas esperando al matarife.
Harris parece haber tenido una visión más feliz de las cosas. Tranquilo, inteligente, voraz lector, trabajó en la biblioteca antes de mudarse a laUniversidad de Baylor, en Texas, donde estudió inglés. Se graduó, fue reportero del Waco News Tribune, y pronto consiguió trabajo en la sede neoyorquina de Associated Press. Allí coescribió su primera novela, Black Sunday (1975), sobre unos terroristas que secuestraban un globo aerostático durante el Super Bowl. Podría haber sido un buen tema para un film, pero el verdadero estilo y el tema central de Harris se unieron cuando supo de la creación del departamento de Ciencia del Comportamiento del FBI, para estudiar un nuevo tipo de criminal: el asesino serial. Harris se dio cuenta del potencial que tenía eso para la narrativa.
Harris conoce claramente su tema. De hecho, la investigación que lleva a cabo para sus libros es la principal razón de su demora para publicar. Es una consecuencia de sus años en la biblioteca, lo que le da a su trabajo un lustre distintivo, literario. Sus libros son, para decirlo de alguna manera, bien leídos. Sus personajes centrales no hacen nada más que leer todo el día. Poniendo una U en el apellido de Lecter, por ejemplo, se obtiene lecteur, lector en francés. En su primera aparición en Red Dragon, el doctor está dormido, con un volumen del Gran Diccionario Culinario de Alejandro Dumas abierto en su pecho. Nunca se llega a escuchar la historia de cómo lo agarraron, sino que Lecter existe en la periferia de la trama de otras personas, más un autor de eventos que un participante de ellos.
“El Dr. Lecter está conforme con el asilo porque es el único lugar donde se practica la libertad de palabra”, dice Harris. Quizá tenga razón. En sus raras declaraciones sobre Lecter, Harris suele usar la tercera persona. “La gente me pregunta si va a volver, y no lo sé. El no responde mis llamados. Es una persona a la que le gusta divertirse.” Suena bastante escalofriante, hasta diabólico, como si Harris ya no tuviera control sobre su propia creación. Pero es también el signo de que el escritor le ha dado entidad a algo que lo trascenderá. Conan Doyle solía hablar así de Sherlock Holmes y, como Holmes, Lecter puede estar destinado a ir más allá de las páginas de Harris y perpetuarse en el cine. Hasta ahora ha habido dos películas y dos Lecters, ambos excelentes: el de Hopkins en la película de Demme, y Manhunter (1986), de Michael Mann, una adaptación de Red Dragon con Brian Cox. La de Demme es la mejor, sin dudas, aun cuando comete el error de poner a Lecter en un ambiente oscuro, un guiño gótico innecesario. Lo que Lecter realmente necesita es el blanco purísimo típico del asilo, en el que resalta su oscuridad. Es lo que se ve en el film de Mann, en el que Cox, completamente vestido de blanco, parece fundirse con las paredes. Sólo parecen verse su cabeza y sus manos, las únicas partes que Lecter usa: la que imagina el daño y la que lo inflige.
Ese daño se extendió más allá de los cines y a la moral de la nación, algo que afectó a los actores. “Mucha gente lo rechazó, pero nunca imaginé que se convirtiera en esa figura heroica. Todavía tengo problemas con eso”, dijo Cox. Hopkins ganó uno de los cinco Oscar que se llevó la película. Pero cuando el actor escuchó que el público festejaba la frase final de Lecter (“Tengo un viejo amigo para cenar”) se hizo eco de las preocupaciones de Cox, y anunció que nunca volvería a interpretarlo.
Eso está por verse. Hollywood ya le pagó a Harris 9 millones por los derechos. El record anterior eran los 8 millones que recibieron Michael Crichton y John Grisham. El público está ansioso y la librería virtual Amazon.com lo tiene en los primeros lugares de venta desde hace varias semanas. Hanniba escapó de las páginas de Harris para ingresar al mito popular. Habrá que esperar para ver qué hace con su flamante libertad.

 

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