ASI LO VEN

La OTAN sigue bombardeando Yugoslavia pero con un acuerdo de paz a la vista: el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic aceptó los principios del plan de paz del Grupo de los Ocho. La Alianza Atlántica está estudiando con el alto mando militar yugoslavo la retirada de las tropas serbias de Kosovo para permitir el retorno de los refugiados.

The Independent

El problema en los Balcanes se ha reducido a una cuestión básica y solucionable: ¿qué hacer con Serbia? Parece impensable que Slobodan Milosevic pueda sobrevivir mucho más en el poder. Incluso el día de su capitulación, los serbios se preguntaban por qué debían sufrir tanto cuando podrían haber cedido Kosovo al control extranjero desde el principio. Cuando el dinero de Estados Unidos y la Unión Europea comiencen su alfuencia en Kosovo, Albania, Macedonia y Bulgaria, mientras Serbia sufre sanciones, la presión para derribar a Milosevic se volverá insoportable. El venenoso sentido de resentimiento del pueblo serbio tardará mucho en ser removido. Fue lo que sostuvo a Milosevic y continuará expresándose aún después de que él se haya ido. Pero los odios religiosos y étnicos han dejado heridas en otras partes de Europa y han sido superados. Se justifica un sobrio grado de optimismo.(Editorial)

The Washington Post

El gobierno yugoslavo aceptó un acuerdo que, si se implementa, podría poner fin a la guerra en términos satisfactorios. Se tomaron todas las precauciones habituales y aún más. El trato es confuso en ciertos aspectos, y Slobodan Milosevic bien podría romper el acuerdo, como ya antes faltó a su palabra. La OTAN hace bien al seguir bombardeando hasta que él realmente ceda. Pero si las tropas, la policía y las fuerzas paramilitares serbias se retiran de Kosovo como lo prometieron, y si la OTAN se mantiene en su determinación de lograr la paz como lo hizo al llevar adelante esta guerra, algo importante se habrá logrado. Occidente habrá demostrado que esta vez, en este lugar, no tolerará crímenes contra la humanidad.(Editorial)

Más allá del anuncio "inminente" --según voceros aliados-- de un cese del fuego de la OTAN y de la consideración de un acuerdo de paz en el marco de la ONU, los 74 días de bombardeo dejaron consecuencias no deseadas para la población albanesa de Kosovo y para el equilibrio estratégico mundial, cuya solución aún no se vislumbra.

Il Corriere della Sera

Alguien ha ganado la guerra: Estados Unidos, que logró imponer su idea de "guerra justa" y reconfirmó su liderazgo como potencia global. Alguien ha ganado la paz: Rusia, que fue decisiva en la solución del conflicto e impuso su propio rol estratégico de gran potencia europea. Alguien ha perdido la guerra y la paz: la Unión Europea, que fue remolcada por Estados Unidos durante el conflicto y que, en el equilibrio continental, cuenta ahora menos que Washington y Moscú. Alguien ha obtenido lo que quería: Milosevic, que logró limpiar étnicamente Kosovo y afirmar el principio, sobre el cual funda su propio poder, de una "Serbia toda serbia". Alguien ha perdido todo: los kosovares, que han pagado el precio de la imposibilidad política de los norteamericanos para afrontar una guerra terrestre, del deseo de los europeos por salir lo más rápidamente del conflicto, de la ambición rusa por tener en Serbia un puente hacia Europa Occidental y del nacionalismo racista de Milosevic.(Piero Ostellino)

Libération

¿Se puede hablar de una victoria de la OTAN? Sí, pero una victoria poco brillante, poco gloriosa, laboriosa y, para decirlo abiertamente, infinitamente devastadora por la sola preocupación de no poner en peligro la vida de sus pilotos y aún menos la de su infantería. La catástrofe ha sido marcada por una subestimación grave de la determinación suicida del adversario. Además, los albaneses de Kosovo no escaparon de la tormenta; si su éxodo estaba planificado por Milosevic desde hace tiempo, ha sido amplificado por la intervención aérea y ha tomado manifiestamente de sorpresa a los aliados. Pero la Alianza Atlántica supo finalmente evitar lo peor armonizando a último momento la diplomacia, amenazas veladas de intervención terrestre y bombardeos más intensivos y más eficaces contra las unidades serbias estacionadas en Kosovo. (Jacques Amalric)

La guerra de Kosovo ubicó a Rusia ante un dilema que no conocía desde el fin de la Guerra Fría: ayudar a los occidentales a encontrar una solución definitiva, o hacer puntos contra la OTAN como en los buenos viejos tiempos de la rivalidad Este-Oeste. La respuesta no es evidente ni unívoca, y la posición de Moscú evolucionó de manera contradictoria.

Le Monde

Aunque es prematuro sacar conclusiones, una cosa sí es segura: que para los rusos Kosovo no es tan importante como para arruinar 10 años de esfuerzos de cooperación con Occidente. Incluso debilitados por las crisis económicas, por las palinodias de Boris Yeltsin y por la ausencia de una verdadera alternativa estratégica, Rusia logró reintroducirse en el juego, hasta hacerse indispensable. El precio que tuvo que pagar fue la adhesión a los principios aliados. Los occidentales habrían podido evitar darle a Rusia este éxito diplomático, si no hubieran dado la impresión de tratarla como potencia despreciable, antes de llamarla a los gritos pidiendo auxilio.(Daniel Vernet)

Los Angeles Times

No es una gran victoria rusa, pero tampoco es un logro pequeño. Llega en un momento turbulento, cuando Rusia está débil en todos los frentes. La falta absoluta de disposición de la OTAN para enviar tropas de tierra que ocuparan y libraran batalla en la provincia serbia de Kosovo ya fue un signo suficientemente alarmante. Ahora, una Rusia a la que se le pidió que salvara a al Alianza Atlántica de sus propias limitaciones también es una Rusia mucho mejor parada para desafiar la ambición de la OTAN de convertirse en el árbitro clave de la seguridad europea en el siglo XXI.(Robert Hunter, ex embajador norteamericano en la OTAN)

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