Por Fernando DAddario La adrenalina de
un año electoral ni siquiera rozó los pensamientos de Teresa Parodi y Marián Farías
Gómez cuando decidieron que el espectáculo que realizarán el 19 y 20 de junio próximos
en La Trastienda debe llamarse Si tengo que elegir. Una canción que lleva ese
nombre, escrita en otros tiempos por Teresa y Enrique Llopis, fue el disparador formal.
Sus vidas paralelas, esculpidas a través de coincidencias vitales, sueños comunes y
exilios externos e internos, representan en conjunto y por separado una suma
de elecciones. Que en muchos casos han sido políticas (desde el intento de renovación
folklórica hasta la búsqueda de lenguajes que privilegian el humanismo por sobre una
visión meramente paisajista de la música), y no necesariamente partidarias. Las
dos hemos tomado en nuestras vidas elecciones tremendamente parecidas, coinciden en
la entrevista concedida a Página/12. Se sabe que no son mujeres que derrochan el sí
fácil. Marián, ligada en los 60 a los legendarios Huanca Hua y posteriormente
solista, lleva años sin grabar por su negativa a adaptarse a los códigos que dicta el
folklore oficial. Teresa, una de las responsables de que el chamamé fuera abordado desde
otra perspectiva, también se encuentra hoy en una vereda no recomendable para los que
diseñan la política de la arenga criolla sin contenido.
Entonces, la reunión, que podría plasmarse posteriormente en un disco, no suena
descabellada. Las coincidencias pasan por un concepto familiar parecido, por una
formación cultural de mucha provincianía y por cosas que hemos elegido. En este
espectáculo de alguna manera contamos nuestras vidas, a través de canciones que nos
representan y de textos que tienen que ver con esas historias, señala Teresa. El
repertorio, que ya fue preestrenado en un reciente show realizado en La Plata, incluirá
creaciones de Teresa, Serrat, María Elena Walsh, Alfredo Zitarrosa y clásicos
correntinos y santiagueños. Chango Farías Gómez se hará cargo de la dirección
musical.
A pesar de coincidir generacionalmente, ustedes fueron referentes renovadores en
distintas épocas y hoy ya son un clásico del folklore. Cuando se convierten en
clásicos, ¿los músicos dejan de molestar?
Marián: No, cuando un artista está comprometido con su tiempo y con la gente,
inevitablemente se convertirá en un clásico, y esto significa que las generaciones
posteriores van a estar marcadas de algún modo por eso que una hizo. Y en cuanto se sigue
tomando aquella ruptura como parámetro, el músico popular que se convirtió en clásico
sigue molestando. Y hay que seguir haciéndolo.
Teresa: Y si no, fijate Atahualpa Yupanqui, a ver si molesta o no molesta... Cada
generación es un eslabón en la cadena y después cada cual va poniendo de su propia
cosecha.
Sin embargo, los referentes siguen siendo artistas de hace treinta años. Frente a
la hegemonía de Soledad y Los Nocheros, ¿no hay posibilidades de ruptura en los 90?
M: Llega un momento en la vida de los artistas en que tienen que pasar la posta. Eso es lo
que queremos hacer nosotras, sobre todo porque vemos que los jóvenes están muy
desorientados.
T: Ocurre que es difícil reponerse después de tanto silencio. Yo confío. El folklore
tiene una gran fuerza interior. Estamos viviendo una etapa en que se privilegia una
cultura light, y es lógico que la música también viva ese proceso, porque responde a lo
que el sistema le propone. Pero ante eso siempre habrá resistencia. Ahora el
resurgimiento folklórico parece monopolizado por la danza. Pero ojo, que no sólo
bailamos. También pensamos.
M: Pero tampoco hay que menospreciar el baile, que surge con más fuerza en los períodos
oscurantistas, como forma de manifestar emociones cuando no se puede hablar. En el norte
de nuestro país, los pueblos comenzaron a manifestarse a través de la danza. Pero no es
lo único. T: A mí siempre me dolió que en Corrientes jamás llegara a las letras del
chamamé la angustia del pueblo. También es un poema de amor contar el sufrimiento del
otro. El compromiso del arte es transformar en belleza las cosas más dolorosas. Yo noto
que este momento del folklore, con el auge de lo llamado romántico, es similar a lo que
se vivía durante la dictadura.
M: Por eso creo que nuestro compromiso debe ser como el de los juglares. Vivir la
historia, y no que te pase por el costado mientras vos mirás para otro lado.
P: Tampoco hay que confundirse. Generalmente cuando se habla de compromiso se piensa que
es una cuestión panfletaria. Y no tengo nada contra eso. Está bien, en su contexto. Pero
la nuestra es una coincidencia ideológica, no panfletaria.
Vidas paralelas
Aunque tienen casi la misma edad, asomaron en el folklore argentino en distintos momentos.
Marián Farías Gómez comenzó a ser conocida en el ambiente cuando reemplazó a Hernán
Figueroa Reyes en los Huanca Hua, conjunto en el que cantó durante tres años. Luego
inició una carrera solista que mantuvo su prestigio, a partir de sus espectáculos con
figuras reconocidas, como Manolo Juárez, Chabuca Granda y el mismo Chango Farías Gómez,
entre otros. Entre 1976 y 1981 sufrió el exilio. Hace más de diez años que no graba.
Teresa, en cambio, tras un intenso trabajo en su Corrientes natal, se consagró en Buenos
Aires en la década del 80 (antes sufrí el exilio interno, dice), y
pertenece, junto con Antonio Tarragó Ros, a la denominada renovación del
chamamé, aunque luego en los 90 también tuvo problemas para difundir su música. |
Mujeres argentinas
A diferencia del tango, e inclusive del rock, el folklore parece haber sido mucho
más abierto para el surgimiento de mujeres.
M: La presencia fuerte de mujeres se manifestó en toda América latina, y tiene que ver
con eso del matriarcado. La mujer llevó adelante las cosas. En mi familia, la que
acicateó para que los Farías Gómez fueran quienes son, fue mi madre. Los Carabajal
idolatran a su abuela. Y fijate la cantidad de mujeres que dieron y dan testimonio en
Latinoamérica: Chabuca, Violeta Parra, Amparo Ochoa, Mercedes Sosa, e inclusive Soledad,
que podrán decir lo que quieran, pero tiene una personalidad impresionante.
T: Pero también yo tendría que decir que como autora siempre tuve que rendir examen por
ser mujer.
M: Es verdad. No ha sido tan grave como en el tango, porque las mujeres del folklore han
sabido imponerse por lo que te decía antes, que es cultural, pero aún así hemos sido
marginadas, no por la gente, sino por el ambiente y la industria. A una mujer nunca le
ponen la misma pauta comercial que a un hombre. Claro que es como en las películas
norteamericanas, que siempre tienen que tener un negro. Bueno, las discográficas
contrataban a una mujer. Eso lo rompió ahora Soledad. Nunca se apostó tanto a una mujer
como se apostó por ella. Y ahora todos quieren tener a una nueva Soledad en su staff.
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