Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


FRACASARON LAS ENCUESTAS Y LAS BOCAS DE URNA
Nadie tuvo la bola de cristal

Las encuestas previas y las bocas de urna dieron ganador a Bussi. Los errores no se debieron a operaciones políticas sino a carencias técnicas. Los responsables explican qué les pasó.

na05fo01.jpg (9955 bytes)

Ricardo Bussi festeja con sus hijos la victoria del domingo.

na05fo02.jpg (8638 bytes)

El lunes la cara del hijo del dictador Antonio Bussi era muy otra.


Por Raúl Kollmann
t.gif (862 bytes)  Los encuestadores sufrieron en Tucumán su mayor debacle. En los días previos a la elección y en las propias encuestas en boca de urna los pronósticos fueron unánimes: gana Ricardo Bussi. Variaba un poco la diferencia. Algunos decían que Fuerza Republicana iba a ganar por nueve puntos, otros por seis y hubo pronósticos que situaron la ventaja en holgadísimos 12 puntos, siempre a favor de Bussi. La realidad fue muy distinta. No puede atribuirse el fracaso a maniobras políticas o a una intención de engañar, ya que consultores afines a la Alianza y al PJ pronosticaron el triunfo de Fuerza Republicana, es decir que mostraron un resultado adverso a sus propios clientes. El fracaso hay que buscarlo en que los consultores no supieron o no pudieron medir los cambios en los votantes –gente que le dijo al encuestador que apoyó al radicalismo pero en verdad votó por el PJ para que no ganara Bussi– o no se percibió el movimiento de votantes que produjeron los miles de sublemas –principalmente del PJ– que se presentaron en casi toda la provincia. El caso es que los encuestadores afirmaron una cosa y salió otra, lo que ha puesto en debate la realización misma de las bocas de urna, al punto que hay voces que piden su prohibición.
Este domingo a las 18, los consultores más conocidos dieron ventajas nítidas para Bussi. La empresa vinculada al encuestador Julio Aurelio –trabajó para Fuerza Republicana– le otorgó 39 por ciento al hijo del ex general, 30 al justicialismo y 23 a la Alianza, o sea nueve puntos de ventaja. Enrique Zuleta Puceiro, quien normalmente asesora a los candidatos de la Alianza, pronosticó 36 por ciento para Bussi hijo, 30 para el PJ y 28 para la Alianza. En los días previos, Manuel Mora y Araujo, Hugo Haime, el Centro de Estudios para la Opinión Pública (CEOP) y los propios Aurelio y Zuleta también adelantaron la victoria del candidato de FR. El único punto de debate era el segundo puesto: algunos se lo otorgaban al PJ, otros a la Alianza y había quienes hablaban de empate.
El error de Tucumán es inédito: las bocas de urna, hechas por las grandes consultoras de la Argentina, dieron un ganador que después no se confirmaría en el recuento definitivo. Es cierto que hubo diferencias en los resultados y, a veces, de envergadura. Recientemente, por ejemplo, en Catamarca, le otorgaron una ventaja de 18 puntos al Frente Cívico y la victoria fue por 8; en Salta, algunos llegaron a hablar de 30 puntos para el justicialismo y la diferencia fue de 20, aunque también es cierto que se pronosticó con precisión el triunfo de la Alianza en San Juan y, más atrás en el tiempo, la victoria de Graciela Fernández Meijide sobre Chiche Duhalde en la última elección legislativa. El único caso con un ligero parecido al de Tucumán fue el de Santa Fe, donde los pronósticos daban como ganador al menemista Héctor Cavallero y el triunfo fue para Jorge Obeid. En aquella oportunidad, todo indica que hubo fraude e incluso hay sospechas sobre el escrutinio.
Las explicaciones sobre el fracaso de Tucumán difieren notoriamente.
Para Zuleta la motivación hay que buscarla en la política y no en la parte técnica. “Nosotros dijimos que Bussi sacaba 36 por ciento y eso fue lo que sacó. Sin dudas, hubo un corrimiento de votos de gente que nos dijo que votó a la Alianza y lo hizo por el PJ. Es matemático. Dimos 30 al PJ y sacó 36, es decir que ganó seis, exactamente el porcentaje que perdió la Alianza, a la que le dimos 28 y en verdad sacó 22. ¿Qué pasó allí? Muy simple. Personas que iban a apoyar a Ricardo Campero prefirieron irse al PJ para derrotar a Bussi. Y no lo quisieron reconocer ante el encuestador. Era confesar lo inconfesable, fue un voto vergonzante. Se trata de gente moderada a la que no le gustó nada el carácter duro del tramo final de la campaña de la Alianza y se fueron a otra opción moderada, Miranda, que le podía ganar a Bussi.” La explicación de Julio Aurelio fue casi la misma, pero curiosamente de sentido contrario. “Hubo gente que iba a votar a Bussi y se pasó al PJ. Por eso bajó Fuerza Republicana y subió el justicialismo. Pero los tucumanos no se lo quisieron decir a los encuestadores.” En la misma línea, el consultor Ricardo Rouvier también insistió con la idea del voto vergonzante: “Nos encontramos con mucha gente cerca de los lugares de votación que no quisieron decirnos a quién respaldaron y también hubo fuerte presencia de los aparatos partidarios”.
Para Hugo Haime las cosas fueron distintas. Para él la clave estuvo en una advertencia que le hizo a este diario la semana pasada: “Es posible que haya un fuerte arrastre de la increíble cantidad de sublemas que existen en Tucumán. Probablemente eso produzca un movimiento de votos hacia el PJ, que es el que más sublemas tiene. La gente sale de su casa con la boleta que le entregó su vecino-candidato y eso produce que haya una gran cantidad de votantes que prácticamente no saben qué metieron dentro de la urna”.
Sea como sea, el gran problema es que si esas corrientes subterráneas existieron, o por voto vergonzante o por arrastre de los sublemas, los consultores no pudieron percibirlas antes ni tomaron medidas de precaución para no dar pronósticos que después no se verificaron en el resultado. La conclusión es evidente: hubo un fracaso de las encuestas.
–¿Esto cuestiona la existencia de las bocas de urna? –le preguntó este diario a Zuleta.
–No, de ninguna manera. Esto no enmienda los mil aciertos y, sobre todo, el papel fantástico que tienen las bocas de urna como control del fraude en la Argentina. Antonio Cafiero y Carlos Ruckauf no hicieron bocas de urna en la interna justicialista bonaerense y hace un mes que están contando los votos sin que se sepa la verdad. No quisieron testigos, no quisieron bocas de urna. En la Argentina hay clientelismo, fraude y una ley electoral que da para cualquier cosa. El papel de las bocas de urna es más que valioso.
Lo cierto es que se avecina una batalla. Ayer mismo, el dirigente justicialista Javier Mouriño volvió a pedir que se prohíba la difusión de encuestas antes e inmediatamente después de las elecciones. El legislador sostiene que la publicación de sondeos manipula a la opinión pública. Los consultores retrucan: los políticos no quieren encuestas porque no quieren que los controlen.

 

PRINCIPAL