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Por Diego Schurman y Adrián Mouján Eduardo Duhalde se convirtió de hecho en el candidato justicialista a presidente de la Nación. El gobernador bonaerense alcanzó ese status al conocerse ayer la decisión de Adolfo Rodríguez Saá de abandonar la competencia interna. El puntano justificó su paso al costado ante supuestas irregularidades en la confección de los padrones. Sin embargo, la decisión responde a la falta de apoyo político y al acercamiento que el menemismo y el duhaldismo evidenciaron en las últimas semanas. Duhalde festejó la noticia arriba de un avión, mientras se trasladaba a Tucumán para acompañar el cierre de las elecciones de gobernador. Es un hecho natural, minimizó. El bonaerense sólo deberá esperar hasta el miércoles 16 para formalizar su candidatura. Ese día la Junta Electoral lo consagrará como el postulante del PJ ante la falta de una lista competidora. De todos modos, el gobernador bonaerense quiere rubricar su candidatura con bombos y platillos. Una de las alternativas que ayer se barajaba en su entorno es la convocatoria a un congreso partidario. Sostienen que esa asamblea, como ocurrió cuando Duhalde anunció su fórmula junto a Ramón Ortega, repercutirá positivamente en las encuestas. Rodríguez Saá renunció a su candidatura leyendo desde Córdoba un comunicado de dos carillas. Allí se quejó por un supuesto cambio de reglamento interno de la Junta Electoral y de la falta de padrones depurados. He hecho todos los esfuerzos posibles para presentarme en la interna y me han cerrado todos los caminos; no hay un padrón, no hay reglamento, porque el reglamento es proscriptivo y la Junta Electoral es parcial, arrancó. Tenía que enfrentar una formidable organización política, con recursos económicos inagotables, con estructuras de control territorial que exceden las normas de convivencia de una interna partidaria, la indiferencia estudiada de los medios de comunicación nacionales, las ambiciones ilimitadas de distintos sectores del poder, cerraba el comunicado, echando un poco más de luz sobre el real factor de su paso al costado. El puntano meditaba su decisión desde la última semana. Y las señales en ese sentido fueron numerosas. Primero suspendiendo el acto del lanzamiento formal de su fórmula, junto al embajador Jorge Asís, en el teatro Cervantes. Y después ausentándose del set de filmación de un nuevo spot publicitario de campaña que tenía programado como prolongación de los avisos que ayer mismo seguían viéndose en televisión. Entre sus íntimos se mostró enojado por el avance de un acuerdo entre Duhalde y un frente menemista integrado por el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, el ministro del Interior, Carlos Corach, y el senador mendocino Eduardo Bauzá. Con este último, el gobernador en persona cerró trato para mantener firme al 4 de julio como la fecha de la interna partidaria, una instancia que ahora se sorteará. El blanqueo de esa negociación fue suficiente para que Rodríguez Saá se diera cuenta de que el guiño de Menem no llegaría nunca. No lo obtuvo hace dos semanas, cuando viajó a La Rioja para celebrar el aniversario de la fundación de la provincia, ni cuando hace dos lunes concurrió con Asís a Olivos. Ya antes de ese derrotero había transpirado la gota gorda para conseguir un compañero de fórmula tentó a varios antes de convencer a Asís y apenas logró llevar a sus actos a Antonio Cassia y Adelina de Viola, dos figuras del ultramenemismo conocidos como los apóstoles de la ahora muerta re-reelección. Rodríguez Saá reconoció en más de una oportunidad que el duhaldismo lo tentó para que se retire de la contienda a raíz de lo costoso que resultaba para el partido llevar adelante una interna con resultado cantado. Es más, señaló al jefe de campaña del bonaerense, Julio César Aráoz, pero siempre se mostró firme en su posición. Me propuso que me baje, que puedo ser ministro y que debería darle un apoyo federal a Duhalde, dijo a Página/12. ¿Ni aunque se lo pida Menem? No. Yo no estoy buscando una posición personal y no me pienso bajar. No estoy en los acuerdos de cúpula. Con la misma soltura se había expresado en las últimas horas Asís. Yo no compro espejitos de colores, los vendo, fue una de las flamantes frases del siempre pintoresco discurso del escritor a la hora de achacar a Duhalde. Ni él se lo creyó: ayer mismo ya se encontraba nuevamente en Portugal cumpliendo sus tareas de embajador.
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