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Menem tomó como una orden el deseo de Balza de expulsar a Cabanillas

El Presidente oficializó la decisión del jefe del Ejército de desprenderse del general de división a quien Juan Gelman acusa como responsable mediato del robo de su nieto o nieta.

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Por Nora Veiras
t.gif (862 bytes)  El presidente Carlos Menem cumplió ayer con el pedido del titular del Ejército, Martín Balza, y relevó al jefe del Segundo Cuerpo con asiento en Rosario, el general de división Eduardo Cabanillas. El pase a disponibilidad de uno de los generales que aspiraba a suceder a Balza respondió oficialmente a que “repartió el libro Subversión. La Historia Olvidada que contiene conceptos contrarios a los objetivos y a la política de la fuerza en defensa de los Derechos Humanos”.
Antes de conocer la decisión de Menem, Cabanillas aseguró que él no estaba en contra “de la política institucional de la fuerza” pero, de inmediato, abrió el camino para poner en duda sus dichos al afirmar que el texto “no hace terrorismo de Estado sino que da a conocer a las generaciones que no lo vivieron, lo que pasó”.
El domingo de Pascua empezó la debacle del jefe del Segundo Cuerpo. Ese día el poeta Juan Gelman publicó en Página/12 una carta abierta dirigida a Balza en la que le pedía que “hiciera algo” luego de revelarle que el propio Cabanillas declaró ante un tribunal militar en 1977 que era el segundo jefe de la OT 18, es decir del centro clandestino Automotores Orletti. De ese campo de concentración desaparecieron el hijo de Gelman y su nuera embarazada de siete meses. Cabanillas reconoció en una entrevista a la Mañana del Sur que había tenido ese destino pero luego se desdijo ante Balza.
En realidad, el general al que sólo le queda esperar el retiro cambió varias veces las versiones sobre los hechos que protagoniza. El 10 de mayo pasado, al día siguiente de que la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) pidiera que se lo sometiera a un Tribunal de Honor por su actuación en Orletti y por regalar ejemplares del libro publicado por la Asociación Unidad Argentina (Aunar) que denosta el Nunca Más, Cabanillas aseguró ante los altos mandos del Ejército que él había regalado el libro “sin leerlo”. Sin embargo, ayer al llegar a Aeroparque para, según dijo, “recibir la notificación de la decisión del Tribunal de Honor” mostró que dominaba el texto editado por el general retirado Fernando Verplaetsen (ver aparte).
“Tiene 24 capítulos, de los cuales 22 hablan de lo que pasó en los años 60 y 70 –que nadie quiso vivir–, y de lo que sucedió antes del 24 de marzo de 1976. Ese libro no hace terrorismo de Estado. Se propone dar a conocer a las generaciones que no lo vivieron, lo que pasó”, se explayó el todavía, en ese momento, titular del Segundo Cuerpo. De esa forma, el general confirmó que utilizó el libro para adoctrinar a sus subordinados. En el entorno de Balza consideraron que “no se puede mantener una línea contraria a la defensa de los Derechos Humanos y al respeto de las instituciones de la República como el que reflejan esas páginas”.
En su contacto con la prensa, Cabanillas siguió exponiéndose a ser desmentido por los hechos. “Me he presentado ante el juez (Adolfo Bagnasco) voluntariamente, pese a que el juez me puede llamar en cualquier momento, porque soy un ciudadano exactamente igual a cualquiera”, aseguró. Bagnasco tiene a su cargo la investigación por el robo de bebés durante la dictadura en la que Gelman se sumó a la querella. Los colaboradores del juez aseguraron que el ahora general en disponibilidad “nunca se presentó sino que envió una nota diciendo que estaba a disposición de la justicia”.
Después de entrevistarse en La Plata con el gobernador Eduardo Duhalde, Balza eludió dar precisiones sobre la situación de su subordinado porque “es una cuestión interna de la fuerza”. Entre los duhaldistas negaron que el postulante a presidente del peronismo haya sondeado al general para ofrecerle el cargo de ministro de Defensa de su posible gobierno. Prefirieron mostrar el encuentro como “un respaldo a la línea institucional que personifica Balza”.
El reemplazante de Cabanillas, por lo menos hasta que a fin de año se pronuncie la Junta de Calificaciones, será su subcomandante, el generalJuan Carlos Cordini, hijo del general homónimo que fue canciller durante el gobierno de José María Guido. “Es un buen tipo, no figura en ninguna lista”, señalaron en el Edificio Libertador para conjurar toda vinculación con la represión ilegal que llevó a Balza a tener que relevar al poderoso jefe del Segundo Cuerpo.
El camino de Gelman
“Un represor más desenmascarado no es poca cosa”, dijo Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. “La implacable demolición de Eduardo Cabanillas que Juan Gelman llevó a cabo dio sus frutos y por eso nos alegramos y felicitamos al luchador-poeta”, agregó. Pero recordó que “sin embargo, Cabanillas no fue dado de baja por haber sido jefe de uno de los campos de concentración más terribles de la Argentina”, Automotores Orletti, donde “se colgaba de los pies a los detenidos para sumergirlos en un piletón con agua”, sino por “regalar a sus amigos un libro que expresa sus ideas, las mismas que llevó a la práctica ordenando torturar, violar y matar”. Adriana Calvo añadió que “Balza no encontró la forma de que su ‘autocrítica’, tan oral como las expresiones de Astiz y de Cabanillas, conviviera con un general asediado por su abuelo buscando a su nieto”. Sobre el final, dijo que “Gelman transita y señala un camino, el de la denuncia constante, el mismo que las Madres, las Abuelas, los Familiares, los Hijos y los Ex Detenidos Desaparecidos venimos recorriendo desde hace 22 años”.


EL TRIBUNAL DE HONOR NI SIQUIERA JUZGARA A CABANILLAS
Un perdón de la Edad Media

El organismo del Ejército consideró que hay normas morales por encima de las
propias decisiones del Poder Ejecutivo.

Por N. V.

t.gif (862 bytes) La Comisión de Honor del Ejército consideró ayer que no hay motivos para juzgar la conducta del general Eduardo Cabanillas, acusado de haber mentido sobre su actuación en el centro clandestino Automotores Orletti. De esta forma, el titular del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario pasó a disponibilidad por una decisión de Balza pero fue absuelto por sus camaradas en retiro.
El pronunciamiento del cuerpo, cuyo titular es el general retirado Miguel Angel Viviani Rossi, apunta a desvincular el relevo de Cabanillas de la denuncia del poeta Juan Gelman, quien lo señaló como responsable mediato de la desaparición de su nieto o nieta. En otros términos, sería culpable de hacer proselitismo sobre el terrorismo de Estado pero no de mentir sobre su propia actuación en 1976.
Cabanillas repitió ayer que no estuvo en Automotres Orletti. “Yo trabajé todo lo que sea contrainteligencia. Se recibían en la SIDE, nombres, gente que estaba trabajando en esas organizaciones defensoras de los derechos humanos. A partir de los grupos operativos, llámense Jardín o Automotores Orletti, o los inorgánicos, operaban, sacaban a la gente y la ponían a disposición de la SIDE”, le había dicho Cabanillas al diario La Mañana del Sur, al día siguiente de que Gelman publicara en Página/12 la denuncia contra él. En los pasillos del Edificio Libertador comentaron que los generales retirados que constituyeron la Comisión de Honor, previa al Tribunal –cuyos nombres seguían anoche mantenidos en secreto–, consideraron que esas declaraciones eran ambiguas y no probaban que Cabanillas hubiese mentido.
El cuerpo se tuvo que constituir a partir del pedido de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). El día antes de conocerse la decisión de la Comisión de Honor, Balza le pidió al ministro de Defensa, Jorge Domínguez, el relevo de Cabanillas. El argumento fue la distribución del libro Subversión. La Historia Olvidada que contraría “la defensa institucional de los derechos humanos que hemos asumido”. Ayer Cabanillas se hizo cargo, por primera vez, de la defensa del libro, pero los guardianes del honor militar no se inmutaron.
“En ese tribunal inquisidor (la Conadep), de naturaleza política aunque no legal, Ernesto Sábato produjo su más famoso ‘best seller’, el libro ‘Nunca Más’ (pagado por los contribuyentes y con el cual se continúa mintiendo y envenenando las mentes de los estudiantes en las escuelas públicas). Suponemos será un antecedente valioso para que la Academia Sueca que concede el ‘Nobel’ le permita concretar su más caro sueño, mientras se hace el distraído cuando se repite hasta el cansancio la ‘fábula’ de los 30.000 desaparecidos, cuando a él le consta que las denuncias no superan los 8.000”, se lee en la página 90 del texto editado por la Asociación Unidad Argentina (Aunar) que para Cabanillas no “hace terrorismo de Estado”.
El general retirado Fernando Verplaetsen es el ideólogo de Aunar que, además de editar los libros que seducen a Cabanilllas, se ocupa de distribuir panfletos en el lugar de encuentro de los uniformados: el Instituto de Seguro Militar, ubicado sobre Córdoba y Rodríguez Peña. Bajo el título “Perversidad”, uno de esos libelos injuria la actuación del “patológico” juez español Baltasar Garzón, que investiga el genocidio practicado por la dictadura argentina, con el siguiente argumento: “Es curioso: en Nuremberg –al margen de la justicia y de la necesidad de las penas aplicadas– se trató del ejercicio del derecho del vencedor que en la historia no constituye de forma alguna una novedad. Hoy es al revés: son los vencidos los que imponen su ley; lo hacen mediante artilugios y tramoyas en base a convenios más que discutibles y contando con jueces de su mismo palo”.
Cabanillas no se pronunció en público sobre esas otras obras de Aunar, pero sí se sintió identificado con una máxima atribuida a NicolásRodríguez Peña (1775-1853) que reproduce Subversión: “Que fuimos crueles... ¡Vaya con el cargo!... Arrójennos la culpa al rostro y gocen los resultados. ¡Nosotros seremos los verdugos, sean ustedes los hombres libres!”.

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