Por Nora Veiras
El
presidente Carlos Menem cumplió ayer con el pedido del titular del Ejército, Martín
Balza, y relevó al jefe del Segundo Cuerpo con asiento en Rosario, el general de
división Eduardo Cabanillas. El pase a disponibilidad de uno de los generales que
aspiraba a suceder a Balza respondió oficialmente a que repartió el libro
Subversión. La Historia Olvidada que contiene conceptos contrarios a los objetivos y a la
política de la fuerza en defensa de los Derechos Humanos.
Antes de conocer la decisión de Menem, Cabanillas aseguró que él no estaba en contra
de la política institucional de la fuerza pero, de inmediato, abrió el
camino para poner en duda sus dichos al afirmar que el texto no hace terrorismo de
Estado sino que da a conocer a las generaciones que no lo vivieron, lo que pasó.
El domingo de Pascua empezó la debacle del jefe del Segundo Cuerpo. Ese día el poeta
Juan Gelman publicó en Página/12 una carta abierta dirigida a Balza en la que le pedía
que hiciera algo luego de revelarle que el propio Cabanillas declaró ante un
tribunal militar en 1977 que era el segundo jefe de la OT 18, es decir del centro
clandestino Automotores Orletti. De ese campo de concentración desaparecieron el hijo de
Gelman y su nuera embarazada de siete meses. Cabanillas reconoció en una entrevista a la
Mañana del Sur que había tenido ese destino pero luego se desdijo ante Balza.
En realidad, el general al que sólo le queda esperar el retiro cambió varias veces las
versiones sobre los hechos que protagoniza. El 10 de mayo pasado, al día siguiente de que
la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) pidiera que se lo sometiera a un
Tribunal de Honor por su actuación en Orletti y por regalar ejemplares del libro
publicado por la Asociación Unidad Argentina (Aunar) que denosta el Nunca Más,
Cabanillas aseguró ante los altos mandos del Ejército que él había regalado el libro
sin leerlo. Sin embargo, ayer al llegar a Aeroparque para, según dijo,
recibir la notificación de la decisión del Tribunal de Honor mostró que
dominaba el texto editado por el general retirado Fernando Verplaetsen (ver aparte).
Tiene 24 capítulos, de los cuales 22 hablan de lo que pasó en los años 60 y 70
que nadie quiso vivir, y de lo que sucedió antes del 24 de marzo de 1976. Ese
libro no hace terrorismo de Estado. Se propone dar a conocer a las generaciones que no lo
vivieron, lo que pasó, se explayó el todavía, en ese momento, titular del Segundo
Cuerpo. De esa forma, el general confirmó que utilizó el libro para adoctrinar a sus
subordinados. En el entorno de Balza consideraron que no se puede mantener una
línea contraria a la defensa de los Derechos Humanos y al respeto de las instituciones de
la República como el que reflejan esas páginas.
En su contacto con la prensa, Cabanillas siguió exponiéndose a ser desmentido por los
hechos. Me he presentado ante el juez (Adolfo Bagnasco) voluntariamente, pese a que
el juez me puede llamar en cualquier momento, porque soy un ciudadano exactamente igual a
cualquiera, aseguró. Bagnasco tiene a su cargo la investigación por el robo de
bebés durante la dictadura en la que Gelman se sumó a la querella. Los colaboradores del
juez aseguraron que el ahora general en disponibilidad nunca se presentó sino que
envió una nota diciendo que estaba a disposición de la justicia.
Después de entrevistarse en La Plata con el gobernador Eduardo Duhalde, Balza eludió dar
precisiones sobre la situación de su subordinado porque es una cuestión interna de
la fuerza. Entre los duhaldistas negaron que el postulante a presidente del
peronismo haya sondeado al general para ofrecerle el cargo de ministro de Defensa de su
posible gobierno. Prefirieron mostrar el encuentro como un respaldo a la línea
institucional que personifica Balza.
El reemplazante de Cabanillas, por lo menos hasta que a fin de año se pronuncie la Junta
de Calificaciones, será su subcomandante, el generalJuan Carlos Cordini, hijo del general
homónimo que fue canciller durante el gobierno de José María Guido. Es un buen
tipo, no figura en ninguna lista, señalaron en el Edificio Libertador para conjurar
toda vinculación con la represión ilegal que llevó a Balza a tener que relevar al
poderoso jefe del Segundo Cuerpo.
El camino de Gelman
Un represor más desenmascarado no es poca cosa, dijo Adriana Calvo, de la
Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. La implacable demolición de Eduardo
Cabanillas que Juan Gelman llevó a cabo dio sus frutos y por eso nos alegramos y
felicitamos al luchador-poeta, agregó. Pero recordó que sin embargo,
Cabanillas no fue dado de baja por haber sido jefe de uno de los campos de concentración
más terribles de la Argentina, Automotores Orletti, donde se colgaba de los
pies a los detenidos para sumergirlos en un piletón con agua, sino por
regalar a sus amigos un libro que expresa sus ideas, las mismas que llevó a la
práctica ordenando torturar, violar y matar. Adriana Calvo añadió que Balza
no encontró la forma de que su autocrítica, tan oral como las expresiones de
Astiz y de Cabanillas, conviviera con un general asediado por su abuelo buscando a su
nieto. Sobre el final, dijo que Gelman transita y señala un camino, el de la
denuncia constante, el mismo que las Madres, las Abuelas, los Familiares, los Hijos y los
Ex Detenidos Desaparecidos venimos recorriendo desde hace 22 años. |
EL TRIBUNAL DE HONOR NI SIQUIERA JUZGARA A CABANILLAS
Un perdón de la Edad Media
El organismo del Ejército consideró que hay
normas morales por encima de las
propias decisiones del Poder Ejecutivo.
Por N. V.
La Comisión de Honor del
Ejército consideró ayer que no hay motivos para juzgar la conducta del general Eduardo
Cabanillas, acusado de haber mentido sobre su actuación en el centro clandestino
Automotores Orletti. De esta forma, el titular del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento
en Rosario pasó a disponibilidad por una decisión de Balza pero fue absuelto por sus
camaradas en retiro.
El pronunciamiento del cuerpo, cuyo titular es el general retirado Miguel Angel Viviani
Rossi, apunta a desvincular el relevo de Cabanillas de la denuncia del poeta Juan Gelman,
quien lo señaló como responsable mediato de la desaparición de su nieto o nieta. En
otros términos, sería culpable de hacer proselitismo sobre el terrorismo de Estado pero
no de mentir sobre su propia actuación en 1976.
Cabanillas repitió ayer que no estuvo en Automotres Orletti. Yo trabajé todo lo
que sea contrainteligencia. Se recibían en la SIDE, nombres, gente que estaba trabajando
en esas organizaciones defensoras de los derechos humanos. A partir de los grupos
operativos, llámense Jardín o Automotores Orletti, o los inorgánicos, operaban, sacaban
a la gente y la ponían a disposición de la SIDE, le había dicho Cabanillas al
diario La Mañana del Sur, al día siguiente de que Gelman publicara en Página/12 la
denuncia contra él. En los pasillos del Edificio Libertador comentaron que los generales
retirados que constituyeron la Comisión de Honor, previa al Tribunal cuyos nombres
seguían anoche mantenidos en secreto, consideraron que esas declaraciones eran
ambiguas y no probaban que Cabanillas hubiese mentido.
El cuerpo se tuvo que constituir a partir del pedido de la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos (APDH). El día antes de conocerse la decisión de la Comisión de Honor,
Balza le pidió al ministro de Defensa, Jorge Domínguez, el relevo de Cabanillas. El
argumento fue la distribución del libro Subversión. La Historia Olvidada que contraría
la defensa institucional de los derechos humanos que hemos asumido. Ayer
Cabanillas se hizo cargo, por primera vez, de la defensa del libro, pero los guardianes
del honor militar no se inmutaron.
En ese tribunal inquisidor (la Conadep), de naturaleza política aunque no legal,
Ernesto Sábato produjo su más famoso best seller, el libro Nunca
Más (pagado por los contribuyentes y con el cual se continúa mintiendo y
envenenando las mentes de los estudiantes en las escuelas públicas). Suponemos será un
antecedente valioso para que la Academia Sueca que concede el Nobel le permita
concretar su más caro sueño, mientras se hace el distraído cuando se repite hasta el
cansancio la fábula de los 30.000 desaparecidos, cuando a él le consta que
las denuncias no superan los 8.000, se lee en la página 90 del texto editado por la
Asociación Unidad Argentina (Aunar) que para Cabanillas no hace terrorismo de
Estado.
El general retirado Fernando Verplaetsen es el ideólogo de Aunar que, además de editar
los libros que seducen a Cabanilllas, se ocupa de distribuir panfletos en el lugar de
encuentro de los uniformados: el Instituto de Seguro Militar, ubicado sobre Córdoba y
Rodríguez Peña. Bajo el título Perversidad, uno de esos libelos injuria la
actuación del patológico juez español Baltasar Garzón, que investiga el
genocidio practicado por la dictadura argentina, con el siguiente argumento: Es
curioso: en Nuremberg al margen de la justicia y de la necesidad de las penas
aplicadas se trató del ejercicio del derecho del vencedor que en la historia no
constituye de forma alguna una novedad. Hoy es al revés: son los vencidos los que imponen
su ley; lo hacen mediante artilugios y tramoyas en base a convenios más que discutibles y
contando con jueces de su mismo palo.
Cabanillas no se pronunció en público sobre esas otras obras de Aunar, pero sí se
sintió identificado con una máxima atribuida a NicolásRodríguez Peña (1775-1853) que
reproduce Subversión: Que fuimos crueles... ¡Vaya con el cargo!... Arrójennos la
culpa al rostro y gocen los resultados. ¡Nosotros seremos los verdugos, sean ustedes los
hombres libres!.
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