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Acusan a un vigilador por la muerte de un hincha

Ramón Santillán, hincha de Boca, volvía en tren tras el festejo cuando fue asesinado de un balazo. Según un testigo, el que disparó es un guardia, pero la empresa dice que no llevan armas.

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t.gif (862 bytes)  A Ramón Antonio Santillán, de 21 años, le decían cariñosamente “Sugus”, porque su color de piel era parecido al de los negritos que aparecen en la propaganda del popular caramelo. El joven murió, el domingo por la noche, en un confuso episodio mientras festejaba el bicampeonato obtenido por el equipo de su vida, Boca Juniors. El episodio, sobre el que hay diferentes versiones, se produjo a metros de la estación William Morris, del ex Ferrocarril San Martín, en el noroeste del Gran Buenos Aires. La víctima viajaba, junto con unos amigos, todos eufóricos por el título obtenido por Boca, en un tren que iba de Retiro hacia Pilar. Un testigo aseguró que el disparo fatal, que impactó en la cabeza de Santillán, fue realizado por uno de los tres guardias de seguridad que iban en el convoy. En el caso no hay detenidos y voceros de la empresa Metropolitano aseguraron que el personal de vigilancia “no lleva armas”.
“Todo es muy confuso y habrá que esperar el resultado de la autopsia para saber algo más acerca de lo sucedido”, admitió el comisario José Alberto Orcoyen, titular de la seccional tercera de Hurlingham, en diálogo con Página/12. El funcionario policial confirmó que el tren, por razones que se desconocen, se detuvo unos metros antes de llegar al andén de William Morris y que hay testigos que señalan “a uno de los guardias como responsable del hecho”. Según Fernando Jantus, gerente de Relaciones Públicas de Metropolitano, el tren “fue detenido por los hinchas de Boca, quienes accionaron el freno de mano justo a la altura de un asentamiento” precario en el que supuestamente descendieron los simpatizantes.
Orcoyen, en cambio, dijo que “no hay confirmación sobre las razones de la detención anticipada” del convoy, aunque aclaró que “paró muy poco antes de la estación y apenas el vagón de cola fue el que quedó fuera del andén”, desmintiendo así que hubiera parado en las cercanías de una villa. Ahora se realizará una pericia para determinar por qué el tren se detuvo antes. Los custodios pertenecen a la empresa Suat, contratada por Metropolitano, y según lo que comentó Jantus “se dirigieron hacia el furgón de cola (donde iban los hinchas) porque advirtieron que había sucedido algo irregular”.
De acuerdo con lo dicho por el vocero de la empresa, los simpatizantes se bajaron del tren y desde el piso arrojaron piedras, una de las cuales “le pegó en la mano a uno de los vigiladores”. El comisario explicó que los domingos, cuando hay partidos importantes, “la empresa habilita los dos últimos vagones para que viajen los hinchas y de esa manera evitar que se produzcan problemas con el resto de los pasajeros”.
Según los testigos presenciales, cuando el tren paró los hinchas bajaron en tropel, entre ellos el joven Santillán. “Cuando bajamos del furgón no pasó nada, pero llegaron los guardias y tiraron sin ninguna razón”, aseguró un joven que habló ante las cámaras de Canal 13 y que también prestó declaración en sede policial, según pudo confirmar este diario. La víctima vivía en la calle Lavoisier al 1400, de Santos Lugares, partido de Tres de Febrero, pero había ido a William Morris para cenar en casa de unos amigos y festejar con ellos.
Santillán, que trabajaba como estibador, tiene cuatro hermanos, Alejandra, de 23; Hernán, de 18; Bettina, de 16, y Gustavo, de seis años. “De acuerdo con lo que relataron los amigos de mi hermano, el que disparó era un tipo de civil que trabajaba en el tren como empleado de la empresa de seguridad”, informó Alejandra Santillán a los periodistas. “Todos dicen que apareció de repente con el arma en la mano y que disparó sin preguntar nada.” Sostuvo que su hermano era “una persona que siempre pagaba su entrada para ir a la cancha, que no era violento y que no quería tener problemas con nadie”.
La novia de Santillán, llamada Pamela, que tiene 16 años, dijo que estaban a punto de casarse. Cuando la víctima cayó herida a un costado del tren, sus amigos lo levantaron y lo llevaron, en un automóvil, hasta el Hospital de Hurlingham, donde falleció a poco de llegar. Los médicos informaron que el balazo ingresó “a la altura del pómulo” y que le produjola muerte en forma casi instantánea. El comisario Orcoyen dijo que todavía “no pudo determinarse qué tipo de arma fue la que se utilizó”. Hay que esperar el resultado de la autopsia para ver si pudo ser encontrado el proyectil. “Mataron un proyecto de vida”, dijo Alejandra Santillán.

 

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