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EL RELEVO DEL GENERAL CABANILLAS
Nada menos

na32fo10.jpg (20114 bytes)t.gif (862 bytes) Hace falta subrayarlo porque más de uno se está haciendo el distraído, ahora y antes también. Un ciudadano argentino, padre y abuelo, poeta nacional por añadidura, provocó la baja de un general del Ejército, comandante del II Cuerpo, para lo que hizo falta una solicitud del jefe del Estado Mayor General de la misma fuerza y un decreto presidencial. Todo eso lo consiguió el ciudadano con la fuerza pacífica de su legítima demanda: quiere saber el destino de su hijo y nuera y el paradero de su nieto o nieta, nacido/a en cautiverio. Hasta que esta información no sea develada, por supuesto, la demanda seguirá insatisfecha. Pero un eslabón de la cadena de impunidad fue quebrado, nada menos.
Mediante carta abierta publicada en este diario, el ciudadano Juan Gelman pidió esa información al teniente general Martín Balza, indicándole que podía obtenerla del general Eduardo Cabanillas, quien era el segundo jefe de la cárcel clandestina Automotores Orletti, al mismo tiempo que estuvo secuestrada la pareja, ella embarazada, y que nació la criatura en ese mismo lugar. En apoyo de su exigencia, Gelman aportó evidencias suficientes sobre las tareas cumplidas por Cabanillas durante esos precisos momentos del terrorismo de Estado, confirmadas además por el expediente militar que presentó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).
El general inculpado negó o desconoció los hechos, con la misma actitud que los jefes y oficiales superiores de las Fuerzas Armadas que reivindican la “guerra antisubversiva” pero pretenden ignorar los actos cometidos en nombre de ella. Arguyen que recuperaron la libertad para la patria, pero no se atreven a relatar cómo lo hicieron. De este modo, el silencio de radio deja de ser una razón de seguridad para convertirse en pacto mafioso. En realidad, la libertad nunca estuvo en tanto peligro como bajo el terrorismo de Estado, ni pudo existir inspiración patriótica ninguna en presuntas misiones guerreras contra prisioneros inermes y contra recién nacidos.
En este caso, el Tribunal de Honor militar que se formó, sesionó y falló en la clandestinidad (dicen que es reglamentaria aunque inexplicable en este tiempo democrático) no encontró demérito alguno en el inculpado. El jefe del Ejército y el presidente Carlos Menem, comandante supremo por mandato constitucional, fracasaron en proporcionar la información exigida, aunque el poseedor era subordinado de ambos. A continuación, se sacaron de encima a Cabanillas por distribuir libelos no autorizados (en los que se glorifican esos innobles actos guerreros), como si el asunto en litigio fuera una cuestión de derechos editoriales. Gelman, un intelectual, reclama en nombre de tres vidas humanas y del derecho a la verdad, y la única respuesta que merece y necesita es el reencuentro con los suyos.
Los subterfugios empleados por los cobertores del pasado no alzan el honor mancillado por los que delinquen cuando dan o acatan órdenes indebidas, como supo decir en algún momento el mismo general Balza. El honor, la patria, la libertad, la subordinación y el valor se vuelven retórica pura si no compaginan con la verdad y la justicia. Sin esa armonía, sólo quedan las bochornosas retiradas.
Nada de esto disminuye la envergadura de lo sucedido. En su búsqueda, un ciudadano logró el relevo de un general de la nación, miembro de la estirpe que degolló la democracia tantas veces como quiso durante la mitad de este siglo que termina. Los políticos de la democracia deberían acudir en apoyo de esas gestas individuales, como la de Gelman, como la de las Abuelas de Plaza de Mayo. Anoche, Estela Carlotto estaba recibiendo la Legión de Honor otorgada por Francia. ¿Cuándo recibirán la distinción nacional que se merecen? No por ellos, sino por la salud de la sociedad civil y de la democracia. Honor a los ciudadanos, esos civiles erguidos sobre la dignidad de sus derechos y sentimientos. Con seguridad, para Juan y para todos los que buscan con amor y respeto por la vida, la única compensación verdadera será reconocer en una cara joven esa mirada, el gesto, el aire de familia, la señal de identidad que un día fue desgajada sin justicia ni verdad. Que así sea.

REP

 

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