Por Raúl Dellatorre Desde las sombras, lejos del
alcance de la Justicia, Raúl Moneta y otros siete ex directivos del Banco Mendoza SA
sobre los que pesa orden de captura, esperarán la resolución de la cuestión de
competencia entre los jueces federales de Mendoza, Luis Leiva, y de la Capital, Gustavo
Literas. Este último concretó la solicitud de inhibitoria de su colega cuyano,
cumpliendo las aspiraciones de los amigos en el Gobierno del ex banquero prófugo. El
jueves pasado, Página/12 publicó que desde las más altas instancias del Banco Central
se había anticipado que la causa del Mendoza pasará al juez Literas, no bien
se conoció la orden de detención. Leiva, en tanto, sigue dispuesto a resistir.
Esta causa en el juzgado de Literas está durmiendo desde el año pasado. Qué
curioso que se despierte de esta larga siesta el señor Literas y se dé cuenta de que
esta causa que tiene el doctor Leiva la quiere tener en Buenos Aires, ¿no?,
disparó ayer el diputado demócrata Gustavo Gutiérrez en una entrevista radial. Literas
lleva adelante una actuación iniciada en agosto de 1998 por un accionista privado del
Banco Mendoza cuando éste tenía mayoría estatal, cuestionando su
privatización. Posteriormente, se le agregó una denuncia del fiscal Norberto Quantín,
en marzo de este año, aludiendo a supuestas irregularidades en las operaciones entre los
bancos Mendoza y República, ambos controlados por Raúl Moneta.
A partir del momento en que Leiva reciba la notificación del pedido de inhibitoria, lo
girará a la fiscalía, que tendrá tres días para expedirse. Si, tal cual se prevé, la
solicitud es rechazada, entonces Literas debería recurrir a la Cámara de Apelaciones
para insistir en el reclamo. De acuerdo con las manifestaciones de los abogados de los
imputados, los directivos prófugos no se presentarán a la Justicia hasta que se resuelva
el conflicto. Mientras que no haya certeza sobre la competencia del juez Leiva, no
tiene sentido que se presenten para quedar detenidos, comentó una fuente vinculada
con los ex directivos buscados por la Justicia.
Uno de los dos detenidos, el ex síndico Jorge Rivarola, de 74 años, se convirtió ayer
en el primero de los imputados que se allana a declarar ante el juez. Según su abogado,
explicó sus funciones, que cumplía desde Buenos Aires, y trató de deslindar
responsabilidades respecto del manejo administrativo del banco. No obstante, siguió
detenido.
Otros dos imputados, aunque sólo por defraudación fiscal y, por lo tanto, sin
órdenes de detención en su contra, se defendieron ante las cámaras de televisión
de Canal 7 de Mendoza, perteneciente a Uno Multimedios (Grupo Vila). Luis María Casero,
gerente general de Grupo Uno, y Héctor López, propietario de Supermercados Metro
ambos, ex directores del Mendoza, descargaron culpas en Moneta, que a través
del Grupo República controlaba administrativamente el banco. Casero y López formaban
parte del Directorio en representación del Grupo Magna, nucleamiento de empresarios
mendocinos con participación minoritaria (28 por ciento) en el Banco Mendoza SA.
Raúl Moneta tuvo padrino
Por Susana ViauLas
declaraciones de Jorge Pérez Cuesta, hijo de un miembro del directorio del Banco Mendoza,
involucraron al gobernador Arturo Lafalla a la constelación de personajes salpicados por
el affaire financiero que mantiene prófugo a Raúl Moneta. Pérez Cuesta afirmó que
Lafalla presionó para incluir al Banco República en el negocio de la privatización de
las entidades provinciales. Y, mientras Moneta continúa con paradero desconocido y vela
armas en espera de que el traslado de la causa al juzgado federal de Gustavo Literas
descomprima su situación, los nombres de los abogados que lo representan en Buenos Aires
y en Mendoza hacen sospechar a muchos de que el procurador general Nicolás Becerra no es
ajeno al diseño de la estrategia defensiva del prófugo.
Las opiniones de Jorge Pérez Cuesta causaron sorpresa en el empresariado mendocino y
nerviosismo en el Ejecutivo provincial. Jorge Pérez Cuesta, propietario del shopping
Mendoza Plaza, es hijo de Ernesto Pérez Cuesta, integrante del último directorio del
Mendoza y fallecido el 30 de abril. Fue el mismo gobierno provincial sostuvo
Pérez Cuesta hijo el que le exigió a Magna Inversora tener un grupo financista
banquero que llevara adelante el gerenciamiento y la dirección de la entidad. Nosotros
confiábamos en el prestigio del operador, algo que nos impuso el gobierno. Probablemente
si hubiera sido un banquero local no hubiera ocurrido lo que sucedió.
Magna Inversora participó junto a Moneta en la sociedad que se quedó con los
privatizados bancos de Mendoza y de Previsión Social. Los dos bancos se fusionaron y
dieron origen al Banco Mendoza. El cierre simultáneo de éste y del República, en las
primeras semanas de abril, colapsó la vida comercial de la provincia y puso en
dificultades a la flor y nata de su empresariado. Es la primera vez que alguien ligado de
manera tan estrecha al affaire denuncia las presiones efectuadas por el poder político
para incluir a Raúl Moneta en el negocio de la privatización de los bancos provinciales.
El banquero profugado y quienes han sido sus valedores en el mundo político y financiero
cifran sus esperanzas en que las maniobras de ingeniería judicial puestas en marcha para
derivar la causa a la Capital Federal rindan frutos. La posibilidad había sido anticipado
a este diario la semana anterior, con alivio, por una altísima fuente del Banco Central.
Es que la situación de Moneta es un tema de primer orden no sólo en el plano nacional, y
su salvataje tiene la dimensión de una cuestión de Estado.
No es casual, por lo mismo, que el primer abogado defensor designado por Moneta en Mendoza
haya sido Carlos García, ex socio del buffet de Eduardo Bauzá y ex procurador del Tesoro
a partir de ese padrinazgo. Muchos suponen que fue esa evidente y peligrosa cercanía a
Bauzá la que impuso su sustitución. Hace pocos días Moneta cambió de monta y designó
en reemplazo de García a Jorge Garguir, un ex juez federal de la dictadura y ex socio del
estudio del actual procurador general de la Nación, Nicolás Becerra. En Buenos Aires, el
banquero es representado por el estudio de Alfredo Iribarren, ex defensor de Amira Yoma.
Pero hay una curiosidad adicional: según la edición 1998 del Directorio Argentino de
Abogados, al estudio Iribarren lo integran, además, Juan José Iribarren, Jorge Mitchell
y Maximiliano Rusconi. Este último estrecho colaborador de Becerra en la sede de la
Procuración, en la elegante calle Guido. |
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