Página/12 en Alemania
Por Eduardo Febbro Desde Colonia
Boris Yeltsin se salió
con la suya: una propuesta francesa y una importante concesión aceptada por los países
occidentales desbloquearon ayer las arduas discusiones que mantenían desde el lunes las
sietepotencias industriales más Rusia (Grupo de los 8, G8). Reunidos primero en Bonn y
luego en Colonia, los cancilleres del G8 terminaron elaborando el proyecto de resolución
sobre Kosovo que fue sometido ayer mismo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y
cuya votación fue aplazada para hoy. Su contenido contempla el despliegue en la provincia
de Kosovo de una fuerza internacional (KFOR), así como el retorno de los albanokosovares
desplazados por la guerra. Las negociaciones entre las potencias habían chocado con el
rotundo niet ruso a abrir cualquier discusión y menos aún a votar una resolución en la
ONU mientras la OTAN siguiera lanzando bombas contra la ex Yugoslavia. El sector
occidental del G8 cedió a las demandas de Moscú, aceptando que los bombardeos
cesaran antes del voto de la resolución en el Consejo de Seguridad.
Fue Francia la que puso sobre la mesa un nuevo principio que despejó el panorama. Desde
el martes por la mañana, el G8 basó sus discusiones en torno al sistema de
simultaneidad ideado por París que funciona según una arquitectura de vasos
comunicantes: simultaneidad entre los trabajos sobre la resolución de la ONU y las
discusiones militares entre los serbios y la OTAN. Simultaneidad también entre el
retiro verificable de fuerzas serbias de Kosovo, el fin de los ataques de la
Alianza, el voto del Consejo de Seguridad y la preparación final del acuerdo militar en
el terreno. El complejo montaje funcionó a partir del momento en que los occidentales
accedieron a la principal exigencia de Moscú y Pekín, los dos países opuestos a los
bombardeos y con derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Rusia se negaba a votar una
resolución con el eco de las bombas, pero los demás miembros del G8 admitieron que la
ofensiva militar se suspenda antes del voto de la resolución. Con aspecto
más que resignado, el jefe de la diplomacia británica, Robin Cook, dijo que al
menos esto nos permite salir del camino sin salida en el que nos
encontrábamos.
El documento elaborado ayer en Colonia pide a Yugoslavia que ponga fin inmediato y
verificable a la violencia y a la represión en Kosovo, al tiempo que decide el
despliegue en Kosovo de una presencia de seguridad y civil, con los equipos y las
personas apropiados. El texto aclara que dicha fuerza, de hecho la KFOR,
consta de una participación particularmente sustancial de la OTAN, que
funcionará con comando y control unificado con el propósito de
reestablecer un medio ambiente seguro para todas las personas y favorecer así
el retorno de los desplazados. La KFOR se ve investida de amplios poderes, ya que el
proyecto de resolución estipula que la fuerza internacional mantendrá e impondrá
el alto el fuego e impedirá el retorno de las fuerzas federales militares,
policiales y paramilitares. Se trata, en suma, de la instauración de una autoridad
civil transitoria con muchos músculos.
El documento tampoco olvida el otro problema de la región: el desarme del
Ejército de Liberación de Kosovo (UCK). El proyecto hace una clara mención a la
desmilitarización del UCK. Presente en Colonia para encontrarse con la
secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright, Hashim Thaci, jefe político del
UCK, anunció que estaban dispuestos a no hostigar más al ejército yugoslavo una
vez que se haya retirado de la provincia.
Sin embargo, pese a que los 8 sacaron en limpio un documento que desbloquea el conjunto de
las negociaciones, éste no resuelve todos los problemas. Persiste aún un serio
antagonismo con Moscú: Rusia se sigue oponiendo a que la OTAN sea el componente
sustancial de los 50.000 hombres de la KFOR y que esté bajo el comando
unificado de la Alianza Atlántica. Moscú tampoco digiere el hecho de que el
contingente ruso de la KFOR, alrededor de 10.000 hombres, se encuentra bajo el mando de
los aliados. Con todo, tal como lo afirmó el canciller ruso Igor Ivanov, ninguno de esos
dos escollos llevarán a Rusia a retirar su apoyo al textodel Consejo de
Seguridad. Fuentes diplomáticas francesas adelantaron ayer que la KFOR
podría empezar a llegar este mismo miércoles en una suerte de proceso
encadenado cuyas etapas son las siguientes: suspensión de los bombardeos antes del voto
del Consejo de Seguridad, acuerdos sobre las modalidades prácticas del repliegue serbio
y, por último, punto final de los ataques en cuanto se verifique en el
terreno el retiro serbio. Según París, provenientes de Macedonia, donde se
encuentran estacionados, los soldados franceses y británicos serían los primeros en
entrar en el nuevo Kosovo: no ya bajo la bota de Milosevic sino de la comunidad
internacional.
LA PROPAGANDA SERBIA BUSCA LA FORMULA PARA LA
PAZ
En el umbral de la ocupación
El País de Madrid
Por Juan Carlos Gumucio Desde Belgrado
Aunque faltan muchos
detalles del plan de paz y persisten las amenazas de una continuación de los bombardeos,
los serbios se acostaron anoche finalmente con una sensación de alivio. El día concluyó
con el anuncio de que el plan del Grupo de los Ocho iba camino del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas. Pero es sólo cuestión de tiempo para que el aparato
propagandístico del gobierno de Slobodan Milosevic proclame la fórmula de arreglo,
incluyendo el repliegue de los aproximadamente 49.000 soldados y policías serbios
acuartelados en Kosovo como un triunfo político de Belgrado.
Ya era hora, comentó con rostro cansado pero alegre Rada, una joven camarera
de un hotel céntrico que mandó a sus dos hijos pequeños a vivir con sus tíos en una
pequeña localidad rural cercana a Novi Sad nada más iniciarse la ofensiva aliada hace 78
días. Si todo sale bien, podré traérmelos pronto a casa.
La televisión serbia se limitó a dar cuenta de los resultados de la cumbre ministerial
occidental. Cierto, Milosevic había insistido en una intervención de la ONU y desechado
la idea de un diktat de la OTAN. Queda por verse si Milosevic, que al obedecer
a Nueva York (incluso si la orden fue concebida y forjada en Bruselas) va a poder salvar
la cara.
Ese empeño estuvo ilustrado por un interesante pero inútil gesto del portavoz del
Ministerio de Relaciones Exteriores, Nebosa Vujovic, que insistió en que policías
yugoslavos deberán ser apostados en las fronteras con Macedonia, Albania y Bosnia para
determinar qué refugiados pueden volver a Kosovo. Naturalmente, la idea fue descartada
inmediatamente por la OTAN.
No se conoce la exacta envergadura de lo que será una presencia esencialmente simbólica
de la derrotada Yugoslavia en Kosovo. Pero todos apuestan a que será reducidísima y sin
otra misión que la de darles un barniz de soberanía yugoslava a unos cuantos
centinelas en la provincia de un país en el umbral de una larga ocupación. Fuentes
gubernamentales dijeron que Belgrado se pronunciará oficialmente sólo una vez que se
apruebe la resolución de las Naciones Unidas y se conozca la composición de la fuerza
internacional de seguridad. Se da por excluida la posibilidad de que Milosevic se encargue
personalmente de explicarle a su pueblo de qué sirvió su obstinación.
El presidente yugoslavo debería estar seguramente más preocupado por su futuro personal.
Tanto el presidente norteamericano, Bill Clinton, como su aliado principal, el primer
ministro Tony Blair, subrayaron ayer que, si bien sus países están dispuestos a
contribuir a los esfuerzos de reconstrucción de Yugoslavia, primero tendría que haber un
cambio político en Belgrado. O sea, la defunción del gobierno de Milosevic.
Los rayos que no cesan En el día 77 de los ataques contra las fuerzas serbias en Kosovo, se
incrementó la presión sobre Slobodan Milosevic, aseguraron las potencias
atlantistas desde Bruselas. Los aliados realizaron ayer 658 misiones, de las cuales 287
fueron bombardeos contra objetivos estratégicos en Kosovo y Serbia un número
equivalente al de las operaciones anteriores a que Milosevic aceptara nominalmente el plan
del G-8 la semana pasada. Los ataques causaron la muerte de al menos cuatro personas
después de que dos refinerías de petróleo fueran bombardeadas en Pancevo, y Novi Sad,
donde además fue alcanzado por los misiles el barrio residencial de Sangaj. Entre los
objetivos yugoslavos figuró nuevamente ayer por la mañana la ciudad de Belgrado (foto),
y el aeropuerto militar de Batajnica, a 15 kilómetros de la capital serbia. En Kosovo, la
Alianza bombardeó la zona del monte Pastrik, cerca de la frontera con Albania, donde
continúan los enfrentamientos entre el ejército yugoslavo y el separatista Ejército de
Liberación de Kosovo (UCK). |
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