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EL REPRESOR BUSSI AMENAZA CON PEDIR LA NULIDAD DEL COMICIO
Al general se le dispersa la tropa

El recuento sigue lentamente y aumenta la ventaja del PJ. Bussi dice que acudirá a la Justicia, pero su gente parece vencida.

Más animado por el recuento, el peronismo pegó estos afiches en la Capital Federal.
Dice que le ganó a Bussi, que ayer se definió como “demócrata hasta los tuétanos”.

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Por Felipe Yapur Desde Tucumán

t.gif (862 bytes) Antonio Bussi luce derrotado, lo demuestra su semblante y lo delatan sus declaraciones. En un intento por revertir el fracaso sufrido por su vástago y su partido, anunció y advirtió, en un tono marcial, que existen dos alternativas para destrabar el conflicto electoral: “O se hace un escrutinio voto por voto o se anula el comicio”. De todas formas, el general se cuidó de pronunciar la palabra fraude y consideró que sus fiscales fueron engañados. Mientras, el escrutinio provisorio seguía adelante y ampliaba la estrecha victoria justicialista. Al cierre de esta edición, se habían escrutado 36 mesas de las 308 que faltaban y el PJ había ampliado su ventaja en 212 sufragios. O sea que, por ahora, el justicialista Julio Miranda le lleva a Ricardo Bussi 2697 sufragios.
En su discurso de advertencia, el ex dictador no dudó en recurrir a frases extrañas a sus discursos. Habló de “vulnerar abiertamente la voluntad popular” o de “la consolidación de la democracia y del sistema de los partidos políticos”. Tosió y carraspeó, tal vez por el problema bronquial que lo afectó el martes, pero siempre coincidió cuando tuvo que responder alguna pregunta que no le convenía. Los rostros en la sede republicana, el lugar donde se realizó la conferencia de prensa, eran sólo comparables con los de los deudos de un velorio. No hubo vivas ni aplausos. Ricardo Bussi presenció la conferencia, pero se retiró antes sin pronunciar palabra; su cara lo decía todo.
Mientras Bussi justificaba su primera aparición pública desde las elecciones del domingo en su condición de titular de Fuerza Republicana (FR), el contrincante peronista de su hijo, Julio Miranda, se aprestaba a retirarse a descansar en las termas de Taco Ralo. Coincidencia o no, ése fue el lugar donde, en la década de los sesenta, la primera organización guerrillera peronista realizaba su primera incursión.
El anciano general tildó de “ingenuos” a los fiscales republicanos cuando lo consultaron acerca de si sus representantes no se dieron cuenta del momento en que se habrían cometido las “horrorosas irregularidades”. Insistió además en justificar sus reclamos en las encuestas de boca de urna que habían contratado para los comicios del domingo pasado. Pero no supo responder cuando le preguntaron si creía más en una encuesta que en un escrutinio. Otra imagen de la derrota.
El mandamás de la dictadura militar en 1976 reiteró, durante los casi cuarenta minutos que duró la conferencia, una letanía: la única forma en que reconocerá un resultado final es “sólo si se abren todas las urnas” y los justificó diciendo que, “si en las primeras 10 o 15 urnas abiertas aparecen errores que superan la docena, quién me puede negar que en el resto de las tres mil urnas hay irregularidades. Entonces sólo al final, y aunque haya dos votos de diferencia, recién allí se podrá determinar quién es el gobernador por expresión de la voluntad popular. Pero no se puede ser gobernador con 0.49 de ventaja y con urnas abiertas que pegan gritos de espanto frente a las irregularidades que aparecen”, dijo el dictador devenido demócrata.
–Usted dice que no se puede ser gobernador con esa escasa diferencia. Sin embargo, en la historia de la Argentina hubo gobernadores, como usted lo fue en 1976, sin ningún voto –preguntó Página/12 al gobernador.
–Pero... (ríe) esteee, son circunstancias distintas, estamos en un sistema democrático con el cual yo estoy comprometido hasta los tuétanos -se justificó el ex dictador sobre el cual pesaron cientos de denuncias por violaciones a los derechos humanos cometidas durante su gestión militar y que hoy enfrenta un juicio por enriquecimiento ilícito que comenzó, curiosamente, hacia fines de 1977 cuando abandonó la provincia. Poco después desnudó, tal vez sin querer, la soledad en que se debate su gobierno y la continuidad de su partido. Reconoció que no habló con su “amigo”, el ministro del Interior, Carlos Corach, aunque sí lo hizo con el presidente Carlos Menem: “Fue el domingo a la noche y le comenté el resultado de las encuestas a boca de urna. No me dijo nada, sólo me agradeció el gesto”, indicó.
Otra muestra de la debilidad en que se debaten los Bussi fue el reclamo del sector cañero local. Ayer al mediodía el microcentro se conmocionó por la cantidad de camionetas con pequeños y medianos productores azucareros que llegaron para protestar por “la absoluta indiferencia con que tratan a la primera industria tucumana por parte del gobierno nacional y provincial”, aseguraron dirigentes de instituciones cañeras como UCIT y Cactu. A los tucumanos debería llamarles la atención estas actitudes, sobre todo si recuerdan que en 1976 estas dos instituciones fueron unas de las que más aportaron al polémico Fondo Patriótico Azucarero, que recaudó más tres millones de dólares y que jamás fueron rendidos por Bussi.
No son muchos los tucumanos obsesionados por la extensa y conflictuada resolución electoral. Las peatonales de la capital provincial ya recuperaron el ritmo normal. El intendente local y compañero de fórmula de Bussi, Oscar Paz, mandó a limpiar las paredes cubiertas con afiches de partidos políticos y sólo se respira tensión en la casa de gobierno y en la sede de Fuerza Republicana. La pelea está en la junta electoral que, de acuerdo con los últimos resultados, permitirá a los tucumanos tener en la próxima Legislatura, además de los representantes bussistas, radicales y peronistas, y tendrán también al “radical clasista” Gumersindo Parajón y a un socialista, Rodolfo Succar, y un comunista, Regino Racedo. Cosas que tiene la ley de Lemas.
Lo que todavía se preguntan en Fuerza Republicana, Ricardo Bussi incluido, es por qué no ganaron. Tal vez encuentren la respuesta en la reflexión de Mirta, familiar de un desaparecido: “Ricardo tiene que entender que todo su caudal político se asienta en la pila de 3000 cadáveres, los que dejó su padre durante la dictadura. Y a la larga, éstos vuelven y lo que se hizo, de alguna forma se paga”.

 

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