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Por Pablo Ferreira Que el gobierno no crea que la paciencia no tiene límites, fue el mensaje elegido por los ruralistas para cerrar ayer el paro más extenso de la historia del sector. La medida que duró cuatro días, y de la que se abstuvo la Sociedad Rural Argentina, expresó la bronca de los productores agobiados por la carga fiscal, un pesada deuda del orden de los 14 mil millones de pesos y el quebranto de sus cuentas. El Mercado de Hacienda de Liniers volvió a ser un claro termómetro de la contundente medida, al ingresar sólo 255 cabezas de ganado. Como en las jornadas anteriores, pero con mayor intensidad, se multiplicaron en todo el país las marchas, tractorazos, carpas de protesta y, sobre todo los cortes de rutas que incluyeron esta vez el túnel subfluvial Santa Fe-Paraná. Ayer, además, se sumaron movilizaciones populares, apagones, y la adhesión de los comerciantes de diversas ciudades del interior. Las medidas para aliviar la crisis agropecuaria que, pese al rechazo de los chacareros, Roque Fernández impulsó no alcanzaron para detener la protesta. Las tres entidades convocantes FAA, Coninagro y CRA consideran que el salvavidas arrojado por el gobierno deja sin respuesta los problemas principales. La propuesta del gobierno apenas representa, según sus cálculos, el 10 por ciento (medido en pesos) de las necesidades de los productores. Es una decisión positiva que resuelve alguna de las cuestiones, pero no lo troncal que es la reforma fiscal en lo que hace a la renta presunta y el impuesto a los intereses, sostuvo, por ejemplo, Marcelo Muniagurria, presidente de CRA. Los reclamos ponen el eje en la agobiante carga fiscal, que trepa al 40 por ciento de los gastos de una explotación rural promedio, una deuda financiera y comercial multimillonaria, y una abrupta caída de la rentabilidad frente a la debacle de los precios internacionales. No obstante el escepticismo de los dirigentes rurales, a partir de hoy esperan restablecer el diálogo con el gobierno, una puerta que dejó abierta el secretario de Agricultura y Ganadería, Ricardo Novo. Por las dudas, las entidades agrarias preparan una movilización nacional para el próximo 25. En tanto, el repudio a la política económica sectorial, cuyas manifestaciones desbordaron las consignas de los dirigentes, tuvo varios epicentros. Uno de ellos en la localidad entrerriana de Ceibas donde se congregaron centenares de productores. Otro foco fue el sur bonaerense, en la región de Pigüé y zonas aledañas. Allí, alrededor de 500 vehículos y tractores mantuvieron cortada la ruta 33. El responsable de la regional sur de Coninagro, Miguel Roppel, afirmó que esto ya no es una cuestión sectorial, sino que se trata de la suerte de los pueblos del interior. Esa situación quedó graficada en toda su intensidad en General Pico, La Pampa, donde la población se volcó a la calle con banderas enlutadas y crespones negro en adhesión al paro. Los comerciantes bajaron sus persianas, los estudiantes universitarios dieron su apoyo a los chacareros y también se realizó un apagón. Las manifestaciones de protesta continuarán durante el resto de la semana. Por su lado, la Sociedad Rural Argentina, automarginada del paro, salió nuevamente a defender la urticante postura asumida, a dos aguas entre el reclamo y el apoyo al gobierno. Esto no le impidió actuar de tirabombas oficial al calificar de caos y desorden las expresiones de angustia que llevaron a impedir la circulación de los productos rurales. Estamos poniendo en peligro la convivencia democrática, escandalizó la entidad.
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