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UN CUSTODIO DE METROPOLITANO PRESO POR LA MUERTE DEL HINCHA
El gatillo fácil que viaja en tren

Un vigilador privado que trabaja al servicio de la empresa de ferrocarriles fue detenido por el asesinato del simpatizante de Boca. Admitió que disparó pero aseguró que fue “al aire”.

Arma: Acosta admitió que llevaba el arma consigo –algo que tienen expresamente prohibido los custodios de los trenes– y que la usó porque tuvo “miedo”.

Ramón Santillán, en una foto tomada con su mamá y su hermana.
El custodio acusado de su muerte es un militar retirado.

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Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) “Está metido hasta las manos”, dijeron fuentes judiciales y policiales consultadas por Página/12 en referencia a la situación procesal del vigilador privado Juan Sebastián Acosta, de 26 años, detenido como autor del homicidio del joven Ramón Santillán, de 21, el hincha de Boca Juniors que murió el domingo pasado, de un tiro en la cabeza, mientras festejaba el bicampeonato obtenido por su equipo favorito. Acosta fue detenido luego de que lo señalara uno de sus compañeros de trabajo, testigo de los sucesos ocurridos en las cercanías de un tren detenido en la estación William Morris, en el partido bonaerense de Hurlingham. El custodio, un suboficial retirado del Ejército que trabaja al servicio de la empresa Metropolitano, fue apresado en su domicilio de la localidad de Moreno y en su poder se encontró una pistola 9 milímetros que sería el arma utilizada para matar a Santillán.
Al ser indagado ayer por el fiscal de Morón Alejandro del Grosso, a cargo de la instrucción de la causa, Acosta admitió que llevaba el arma consigo –algo que tienen expresamente prohibido los custodios de los trenes– y que la utilizó porque tuvo “miedo” ante el supuesto accionar
violento de unos 25 jóvenes, entre los que estaba Santillán, que viajaban en el vagón de cola del tren de la empresa Metropolitano. Sin embargo, voceros de la comisaría de Hurlingham aseguraron que “no hubo violencia antes del disparo sino después, como respuesta al disparo”. Una fuente allegada a la causa sostuvo que “el imputado admitió indirectamente su responsabilidad al reconocer que disparó el arma, aun cuando haya asegurado que disparó al aire y no contra una persona determinada”.
Una alta fuente policial, que participó de la investigación, precisó que en la autopsia quedó demostrado que la bala mortal siguió una trayectoria “de arriba hacia abajo, como si hubiera sido disparada desde el tren hacia donde estaba Santillán, que ya se había bajado”. El cuerpo fue hallado a unos dos metros de las vías y a unos diez del final del andén, ya que el convoy, por razones que se desconocen, se detuvo un poco antes de terminar de llegar a la estación William Morris. “Es muy difícil que una bala que se dispara al aire, hacia arriba, haya seguido después esa trayectoria.”
El informante precisó que en la autopsia se dice que “la bala entró por el pómulo y no tiene orificio de salida, ya que quedó alojada a la altura del cuello, muy cerca de la yugular posterior”. El proyectil encontrado en el cuerpo sería “en un 90 por ciento de una pistola 9 milímetros, aunque también existe una posibilidad menor de que sea de una 357 Magnum”. La pistola hallada en poder de Acosta sería una 9 milímetros marca Taurus, dato que parece encajar dentro de la hipótesis que maneja la fiscalía.
En el tren iban cinco vigiladores, dos vestidos con el uniforme común de la empresa Suat S.R.L., contratada por Metropolitano, y otros tres con traje de fajina, que consta de pantalón y camisa negros, borceguíes y birrete también negro. Acosta, vestido de fajina, nunca cubría servicios en los trenes, ya que pertenece a la flota de Suat que se dedica al traslado de caudales. Ese personal privado sí está autorizado para llevar armas de fuego. Los que van en los trenes sólo tienen “un bastón que debe ser de goma, aunque varias veces se dijo que los de Suat iban con palos de madera, que tampoco están permitidos”, aclaró un vocero policial.
El titular de la comisaría de Hurlingham, José Alberto Orcoyen, aseguró a Página/12 que “es falso que el tren se haya detenido 500 metros antes de la estación, cerca de una pequeña villa; paró unos 30 metros antes de lo habitual y los dos vagones posteriores, que es donde viajan habitualmente los hinchas de fútbol después de los partidos, quedaron fuera del andén”. En la estación había ocho efectivos policiales y tres patrulleros, para intervenir en caso de producirse disturbios.
Orcoyen desmintió lo dicho por el vocero de Metropolitano, Fernando Jantus, quien aseguró que el tren fue detenido frente a la villa “porque los hinchas accionaron el freno de mano”. Sobre este punto, Orcoyen dijoque “una pericia debe determinar cómo se produjo la detención anticipada”, pero insistió en que “no se paró frente a la villa”.
Alejandra Santillán, una de las hermanas del hincha asesinado, recalcó que el joven “no era barrabrava, no era violento, trabajaba como estibador en la empresa Estibadora S.A., donde cobraba 13 pesos por día de trabajo y aportaba su sueldo a la familia”. El comisario Orcoyen coincidió en que los hinchas involucrados en los incidentes del domingo “no eran barrabravas, a los que conocemos muy bien”.

 


 

PRISION PARA EL JOVEN QUE INCENDIO LA GARITA DEL STO
El precio de la furia contra el cepo

t.gif (862 bytes) Es un chico que jamás cometió un delito, que se presentó espontáneamente y pidió perdón a la sociedad, yo no entiendo cómo un tribunal argentino lo puede dejar preso”, se enfurece el abogado de Hernán Irigoyen, el pibe que incendió una garita de la concesionaria de parquímetros y cepos STO porque no le quisieron entregar su auto sin pagar el costo del acarreo. Desde entonces, está detenido en la cárcel de Devoto. Y, por el momento, seguirá ahí. Ayer la Cámara confirmó la prisión preventiva que había dictado una jueza de instrucción. Su abogado espera que se realicen las pericias psiquiátricas para que sea declarado “inimputable”.
La Sala VI de la Cámara en lo Criminal y Correccional convalidó la decisión de la jueza de instrucción María Cristina Bértola. La magistrada consideró que la actitud de Irigoyen “revela una personalidad por demás temeraria y peligrosa”. Y el 7 de mayo le dictó el procesamiento con prisión preventiva y un embargo de 50.000 pesos. Se lo acusa de incendio reiterado, lesiones leves y resistencia a la autoridad. “No está acreditado que sea inimputable, además tampoco corre la ‘emoción violenta’ porque esa figura se aplica a crímenes. Esto le impide estar en libertad pese a que no tiene antecedentes”, explicó a Página/12 el juez Carlos Alberto González, quien forma parte de la Cámara.
Hernán Matías Irigoyen, de 25 años, se quedó sin nafta el 22 de abril. Dejó su auto en Libertad al 1000 y fue a comprar combustible. Pero cuando volvió se encontró con que su auto ya no estaba. Furioso, y sin plata, fue a la playa del STO y pidió que le dieran el auto. Los empleados repitieron que debía pagar. Entonces, Hernán roció la garita con nafta y le prendió fuego. Quemó también a un suboficial que quiso frenarlo.

 

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