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Un padre con condena judicial por
unos chirlos en la cola a su hija

Para quebrar la resistencia de la nena a entrar al consultorio del dentista, en Gran Bretaña, un hombre le pegó siete chirlos.  La Justicia lo declaró culpable de “uso excesivo de la fuerza”.

Las organizaciones de protección a la infancia se alegraron del novedoso fallo de la Justicia.
“Los niños deben tener la misma protección que los adultos”, señalan en las organizaciones.

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Página/12 en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo Desde Londres

t.gif (862 bytes) La historia parece ser una de esas rarezas de los ingleses, resultado del puritanismo disciplinario victoriano, la corrección política y la moderna aplicación de los derechos humanos a la infancia. En un dictamen que volvió a desempolvar todos los fantasmas de este país con la niñez, un juez inglés halló culpable de “uso excesivo de la fuerza” a un padre que dio chirlos a su hija para obligarla a entrar al dentista. En la sentencia, dictada ayer, el magistrado Dan Russel amonestó formalmente a Martin Flynn, un maestro de 48 años, indicando que lo “ocurrido no debe volver a suceder”. Flynn no perdió la libertad, pero podría perder su empleo como maestro y sus tres hijos podrían ser colocados bajo supervisión de los servicios sociales. A la salida de juzgado, reiteró compungido que se arrepentía de lo sucedido.
En vísperas de Navidad, Flynn llevó a su hija, de ocho años, al dentista. Según el padre, la niña se negó durante 40 obstinados minutos a entrar en el consultorio a pesar de que los dos días previos se había quejado amargamente de un dolor de muelas. Para vencer la resistencia infantil, Flynn aplicó en tiempos modernos la receta antigua: le bajó los pantalones y la bombacha y, según los asombrados testigos, le dio “siete chirlos”. El personal del consultorio, alertado por los gritos, acudió al auxilio de la chica, que se refugió detrás de una de las enfermeras de la persecución de su padre. La niña ingresó finalmente al consultorio, pero el personal informó a los servicios sociales, que reportaron el caso a la policía. Flynn admitió que su respuesta había sido “excesiva”. Este reconocimiento de culpas no tranquilizó a la policía, que le ordenó que dejara su hogar durante dos semanas mientras investigaba el hecho.
Como resultado de la investigación, Flynn fue acusado del uso de “violencia física excesiva”. La ley inglesa describe el uso de la fuerza de un adulto sobre otro como assault, pero para la relación entre padres e hijos autoriza lo que en 1860, en plena época victoriana, denominó como el ejercicio “razonable de la fuerza”. Unos 138 años después, en setiembre del ‘98, el gobierno laborista indicó que los padres debían retener el derecho de dar un “chirlo con amor” como medida disciplinaria a pesar de un reciente dictamen de la Corte Europea de Derechos Humanos favorable a un niño inglés de 9 años que había acusado a su padre de golpearlo con una vara. Según la Corte, el padre había violado los derechos del niño, que deben tener el mismo grado de protección que los adultos respecto del ejercicio de la fuerza (es decir, prohibición absoluta).
Hasta ahora, la Justicia inglesa había desechado casos similares al de Flynn, pero el pasado 20 de mayo, el juez de primera instancia Dan Russel hizo historia al declararlo culpable de assault. En su dictamen, el juez indicó que resultaba claro que “el sufrimiento que se ocasionó a la niña fue innecesario y superó con creces el concepto de castigo racional”. Flynn justificó su conducta diciendo que lamentaba el incidente, pero que su hija había llorado dos días seguidos hasta medianoche “en mi almohada” y que se alegraba de que el dentista finalmente hubiese podido aliviarla de su dolor. Con cierta amarga ironía, agregó a la salida del juzgado que “si me hubiera ido al pub en vez de llevar a mi hija al dentista, no estaría hoy en la corte”.
La familia de Flynn, incluida su hija, lo apoyaron a lo largo del proceso judicial. Su mujer indicó a la prensa que la niña había llorado durante las dos semanas que había estado separada de su padre por orden policial. Pero las ONGs saludaron el fallo del juez. “En muchos otros casos, peores que éste, los padres han sido absueltos. Creo que no debe haber ambigüedades: los niños deben tener la misma protección que losadultos”, indicó a la prensa, Rachel Hoidgkins, una de las líderes de la campaña para terminar contra la violencia hacia los niños. El tema removió la conciencia de los ingleses. En 1994, el entonces gobierno conservador publicó una estadística según la cual un 75 por ciento de los niños menores de un año había recibido un chirlo y una cuarta parte de los menores de 7 había sido severamente castigado. El gobierno laborista está en contra del castigo aplicado con objetos, pero lo acepta con la mano abierta, el llamado smack. La sociedad misma parece moverse con incertidumbre entre los excesos disciplinarios victorianos y su antítesis libertaria. Como botón de muestra de las corrientes de debate que genera el tema a un paso del siglo XXI, está el creciente número de ONGs que luchan por proteger los derechos infantiles y las 40 escuelas privadas que se rehúsan a discontinuar los castigos corporales, entre ellos el uso de la vara y de la correa.

 

La “hot line” para padres

El gobierno británico lanzó esta semana una línea telefónica nacional gratuita de ayuda a padres “desesperados y preocupados”. El gobierno invertirá unos dos millones de libras (tres millones de dólares) en el funcionamiento de la línea, que tiene como objetivo principal asistir a los padres a “asumir su responsabilidad y lidiar con los complejos sentimientos de la paternidad”. La iniciativa unifica a unas 15 organizaciones regionales que actuaban hasta el momento desperdigadas por el país y forma parte de la política del gobierno laborista de resaltar el valor de la familia como unidad básica de la sociedad. El ministro del Interior, Jack Straw, el mismo que autorizó recientemente la iniciación del proceso de extradición al general Augusto Pinochet, señaló que el gobierno “cree firmemente en los valores familiares y piensa que las familias necesitan nuestro apoyo”. La directora de Parentline, la ONG más importante de apoyo a los padres, que constituirá la columna vertebral del proyecto gubernamental, describió la situación en la que se encuentran muchos padres como “dramática”. “El año pasado recibimos llamadas de unos 25 mil padres. Muchos de ellos se encontraban en medio de una situación de aislamiento y al borde de una depresión completa. Un 30 por ciento de ellos experimentaba problemas de relación con sus hijos”, dijo Dorit Braun. Desde el comienzo de la era laborista, el 1º de mayo de 1997, sus ministerios han lanzado diversas iniciativas basadas en la cooperación entre el gobierno, la familia e instituciones u organizaciones intermedias, como la escuela, la policía o las ONGs. A nivel educativo, esto se ha formalizado en el llamado contrato entre la escuela y los padres para mejorar el rendimiento escolar de los niños. En barrios carenciados y de alto porcentaje de delincuencia, el gobierno ha impulsado mecanismos de colaboración entre las organizaciones barriales, la policía, las cámaras de comercio zonales, y sus propias estructuras, como en el programa de Zero Tolerance (tolerancia cero) para combatir la delincuencia juvenil. En el caso de las líneas telefónicas, sin embargo, los niños siguen llevando la delantera. Desde principios de la década tienen la Childline, una línea telefónica gratuita donde pueden dialogar con especialistas sobre los problemas que les ocasionan sus padres.

 

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