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Cómo hace Milosevic para que una
derrota militar sea triunfo moral

El presidente serbio habló ayer por primera vez desde el comienzo de la guerra y, para presentar la paz sin asociarla a un gigantesco fracaso, minimizó la destrucción y prometió que Serbia no abandonará Kosovo.

Desde el lado yugoslavo, todos festejaron las noticias.
Milosevic explicó a los serbios qué fue lo que ganaron.

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El País de Madrid
Por Juan Carlos Gumucio Desde Belgrado

t.gif (862 bytes) El ruido de la retirada de convoyes militares serbios de Kosovo y un extraordinario mensaje del presidente yugoslavo Slobodan Milosevic marcaron ayer el final del más reciente drama en los Balcanes tras once semanas de intensa ofensiva aliada. Las imágenes abrieron simultáneamente una era incierta para el desgastado gobierno de Belgrado, que volvió a proclamar “victoria”, mientras tropas de la OTAN se aprestaban a tomar pleno control de la provincia de Kosovo para facilitar el retorno de casi un millón de refugiados albanokosovares musulmanes.
Encaramados en camiones, vehículos blindados, remolques, autobuses, cisternas y hasta ambulancias, muchos de los soldados que emprendieron la retirada hacia Serbia sonreían a las cámaras. Otros hacían el saludo típico de unidad serbia: tres dedos en alto. Misteriosamente, ninguno de los vehículos parecía dañado.
Milosevic, que desde el estallido de la ofensiva hace once semanas no se había presentado ni una sola vez ante la televisión, dirigió un mensaje de diez minutos a su país. Flanqueado por una bandera yugoslava, habló de pie, con aplomo y una solemnidad acentuada por su traje oscuro. Dijo que fue una “lucha heroica de todo el pueblo que consiguió llevar nuestro problema al ápice de la pirámide de la autoridad mundial, las Naciones Unidas”.
El presidente, cuyo futuro se presenta cada vez más incierto a causa de señales de descontento por la catastrófica conducta de su gobierno en este conflicto, trató de minimizar las bajas sufridas por el ejército afirmando que en 78 días de los más intensos bombardeos aéreos de la historia perecieron 462 soldados y 114 policías especiales. “Nuestra deuda con esos caídos es continuar la lucha por la dignidad y libertad por la que dieron sus vidas. La conclusión más corta de esta agresión es que el pueblo es el héroe”, dijo. No dio cifras de bajas civiles ni hizo referencia directa a la magnitud de la destrucción de la infraestructura económica.
“El pueblo tiene que comportarse heroicamente: con nobleza y dignidad”, dijo, haciendo un llamamiento a la unidad para reconstruir el país. “No hemos entregado Kosovo”, afirmó categóricamente en obvia respuesta a sus adversarios, quienes lo acusan de haber conducido al desmembramiento de Yugoslavia mediante la imposición de un protectorado indefinido sobre Kosovo. La integridad territorial de Yugoslavia, agregó, “no puede ser puesta en cuestión”, pero dejó la puerta abierta para negociaciones de autonomía.
La retirada militar serbia comenzó poco después del mediodía desde el puesto de Medare. Según la agencia de noticias Beta, los convoyes fueron seguidos de cerca por una veintena de coches civiles, presuntamente de familias serbias temerosas de que el retorno de los albanokosovares y sus protectores paramilitares desencadene una sangrienta ola de venganzas. Según informaciones de Pristina, docenas de camiones y otros vehículos militares convergieron en la capital de Kosovo en horas de la mañana para su acelerada marcha hacia el norte. “La segunda etapa de la retirada comenzó en Podujevo”, agregaron. A juzgar por las imágenes difundidas por la televisión extranjera, los convoyes viajaban a por lo menos 70 kilómetros por hora.
La retirada total, según el plan de paz aprobado en la capitulación yugoslava firmada en Macedonia la noche del miércoles, debe durar once días. El gobierno yugoslavo reiteró ayer que cumplirá con todos los términos del acuerdo refrendado luego por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Nebojsa Vujovic, portavoz del ministerio de Exteriores,que describió el acuerdo que pondrá a millares de tropas de la OTAN en Kosovo como “un triunfo moral” y “un éxito importante”, contribuyó a impulsar lo que se percibe como una gigantesca campaña propagandística para amortiguar el disenso por una guerra que ha destruido el país.

 


 

LA FUERZA INTERNACIONAL INICIA SU DESEMBARCO
La OTAN entra de a pie y con dudas

t.gif (862 bytes) Unos se van y otros llegan. A medida que las tropas serbias  se retiran de Kosovo, la fuerza internacional de paz para Kosovo (KFOR) comenzará hoy su entrada en la provincia. “Mañana (por hoy) podremos ver a los primeros soldados de la KFOR desplegados en Kosovo”, aseguró ayer desde Bruselas el secretario general de la OTAN, Javier Solana. Más de dos mil soldados de Estados Unidos ya llegaron a Grecia para trasladarse, vía Macedonia, a Kosovo. Pero todavía está en duda el rol y la composición del contingente ruso en la KFOR. Rusia había anunciado su intención de enviar 10.000 hombres, pero ayer advirtió que no está en condiciones financieras de hacerlo.
Según adelantó en Colonia el ministro francés de Relaciones Exteriores, Hubert Védrine, unos 18.000 soldados apostados en Macedonia –de los 50.000 efectivos que la KFOR desplegará para garantizar el regreso de los refugiados albaneses– llegarán hoy a Kosovo, un día después de la firma del acuerdo técnico-militar entre Yugoslavia y la OTAN que dio luz verde al despliegue de una presencia internacional en la provincia. Según el acuerdo, la entrada de los primeros 18.000 efectivos posicionados en Macedonia deberá llevarse a cabo en forma simultánea al retiro de las fuerzas serbias, una repetida exigencia de Yugoslavia por temor a que se produzca un “vacío de poder” que pueda ser aprovechado por el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) para tomar el control de la provincia.
La KFOR tiene asignados cinco “sectores operacionales” en Kosovo, que estarán a cargo de Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Francia e Italia. Más de dos mil marines norteamericanos desembarcaron ayer al norte de Grecia para ser trasladados a Macedonia y luego a Kosovo. De los 50.000 efectivos de la KFOR, 44.000 serán aportados por los 19 países miembros de la OTAN, y se calcula que Rusia podría aportar un contingente de entre 2000 y 10.000 hombres. Pero el primer ministro ruso, Sergei Stepashin, advirtió ayer que el ejército ruso está en una “situación financiera catastrófica” que afecta la capacidad de combate de las unidades. “La participación rusa en la KFOR representaría una carga adicional para las fuerzas armadas”, advirtió.
El subsecretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott, llegó ayer a Moscú para conversar con funcionarios rusos sobre la conformación de la KFOR y “las zonas de responsabilidad” que se establecerán en Kosovo. Rusia se opone a que sus tropas estén al mando de la OTAN y reclama el control de una zona de Kosovo, pero los aliados atlantistas insisten en que debe haber un mando único de las tropas a cargo de la OTAN. Talbott aseguró que la participación rusa es “muy deseada”, pero aclaró que no cree en la posibilidad de que Rusia se haga cargo de un sector de Kosovo.

 

La violencia que no se va

El inicio de la retirada serbia de Kosovo no marcó el fin de las hostilidades en el interior de la provincia. Los paramilitares serbios respondieron ayer a la firma del acuerdo entre Yugoslavia y la OTAN con una ola de violencia, disparos con granadas y saqueos a casas de albaneses. La preocupación de Belgrado se centra ahora en impedir el regreso de “los terroristas”, en referencia a la guerrilla separatista del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK). Aunque el líder del UCK, Hachim Thaci, aseguró que la guerrilla tendría una actitud de “contención” y que no atacaría a las tropas serbias durante su retiro, advirtió, para alarma de Serbia: “Nos reservamos el derecho de autodefensa”. Un portavoz del UCK advirtió que la organización kosovar no aceptará fácilmente la desmilitarización. “El primero en desarmarse debe ser la máquina asesina serbia. El UCK no será desarmado si hay un solo soldado o policía serbio en Kosovo”, disparó. El general yugoslavo Vladimir Lazarevic no descartó que el UCK “vuelva a sus operaciones en Kosovo” después de la retirada serbia, pero aclaró que “ahora son las tropas internacionales las que se tendrán que preocupar”. En los últimos días, las fuerzas yugoslavas mataron a más de 500 miembros del UCK. Acorde a su actitud de “contención”, el líder de la guerrilla aseguró que “de todas formas, el UCK no se vengará”. Pero junto con los soldados, las familias de civiles serbios abandonaban ayer Kosovo.

 

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